Teona Strugar Mitevska, por Dios existe, su nombre es Petrunya.
‘Dios existe, su nombre es Petrunya’. La cineasta Teona Strugar Mitevska (Skopje, Macedonia, 1974) vuelve a denunciar el sistema religioso y patriarcal de su Macedonia natal, donde ha vuelto a instalarse para luchar, como la protagonista de su película, c
DE QUÉ VA: Maltratada por las expectativas vitales (y físicas) de una treintañera en Macedonia, Petrunya irrumpe en una tradición religiosa para defender su derecho a ser feliz.
En busca de la felicidad. El 19 de enero de 2014, una mujer saltó a un río en Macedonia para coger una cruz que, según dicta la tradición del país, le traería un año de felicidad. ¿El problema? Que solo los hombres tienen permitido participar. El escándalo que siguió al momento reveló que la zona de los Balcanes aún tiene cuentas pendientes con la igualdad. El progreso depende de mujeres valientes que hicieron lo imposible para definir sus propias reglas, asegura Teona Strugar Mitevska, que se sirve de esta anécdota histórica en su país para dar forma a Dios existe, su nombre es Petrunya, una película sobre la necesidad de arriesgarse –de ‘saltar’– para cambiar las cosas. Contra el patriarcado. Lo que más enfadó a la cineasta macedonia de aquella polémica fue el vacío que quedó tras la controversia. No hubo ningún tipo de reflexión en la sociedad o en los medios, solo risas, explica. Por eso decidimos hacer la película, para empezar una conversación sobre lo que significa ser una mujer en una sociedad balcánica y romper las reglas del orden religioso, continúa Strugar, que denuncia el excesivo peso de la religión mientras crea su propia versión del vía crucis con su protagonista, interpretada por Zorica Nusheva. Es empujada, zarandeada y, aun así, resiste estoicamente para traer la justicia a su alrededor: es el ideal de lo que deberíamos ser, justifica, y relaciona este sistema opresor con otro también notorio en la sociedad macedonia: el patriarcado. Nos está encarcelando, tanto a mujeres como a hombres, que no tienen ninguna posibilidad de definirse de otro modo que no sea desde la fuerza y la violencia, declara. La suya no es una batalla de hombres contra mujeres (o viceversa), sino contra la intolerancia. Huir o luchar. Strugar dejó Macedonia cuando tenía 17 años. No vengo de una familia privilegiada, así que trabajé duro para poder conseguir una beca e irme al extranjero, cuenta, harta de un sistema con demasiada corrupción y nepotismo, donde no se aprecia el verdadero valor de las personas. Sin embargo, tras las primeras reacciones de la película en el pasado Festival de Berlín, decidió volver a su tierra natal en junio. Ahora soy lo suficientemente fuerte para no sentirme frustrada; siento que tengo el espacio y el poder para que mi opinión se oiga, confiesa. Si seguimos permitiendo que los fuertes decidan por nosotros, nunca seremos libres, defiende la cineasta, que ha decidido dejar de huir de los problemas para, en cambio, luchar por solucionarlos.
ESTRENO: 24 ENERO