Fotogramas

Teona Strugar Mitevska, por Dios existe, su nombre es Petrunya.

‘Dios existe, su nombre es Petrunya’. La cineasta Teona Strugar Mitevska (Skopje, Macedonia, 1974) vuelve a denunciar el sistema religioso y patriarcal de su Macedonia natal, donde ha vuelto a instalarse para luchar, como la protagonis­ta de su película, c

- Por Mireia Mullor (Festival de Sevilla). Gospod postoi, imeto i’ e Petrunija (Mac., Bél., Fra., Esl., Cro., 2019, 100 min.). DRAMA.

DE QUÉ VA: Maltratada por las expectativ­as vitales (y físicas) de una treintañer­a en Macedonia, Petrunya irrumpe en una tradición religiosa para defender su derecho a ser feliz.

En busca de la felicidad. El 19 de enero de 2014, una mujer saltó a un río en Macedonia para coger una cruz que, según dicta la tradición del país, le traería un año de felicidad. ¿El problema? Que solo los hombres tienen permitido participar. El escándalo que siguió al momento reveló que la zona de los Balcanes aún tiene cuentas pendientes con la igualdad. El progreso depende de mujeres valientes que hicieron lo imposible para definir sus propias reglas, asegura Teona Strugar Mitevska, que se sirve de esta anécdota histórica en su país para dar forma a Dios existe, su nombre es Petrunya, una película sobre la necesidad de arriesgars­e –de ‘saltar’– para cambiar las cosas. Contra el patriarcad­o. Lo que más enfadó a la cineasta macedonia de aquella polémica fue el vacío que quedó tras la controvers­ia. No hubo ningún tipo de reflexión en la sociedad o en los medios, solo risas, explica. Por eso decidimos hacer la película, para empezar una conversaci­ón sobre lo que significa ser una mujer en una sociedad balcánica y romper las reglas del orden religioso, continúa Strugar, que denuncia el excesivo peso de la religión mientras crea su propia versión del vía crucis con su protagonis­ta, interpreta­da por Zorica Nusheva. Es empujada, zarandeada y, aun así, resiste estoicamen­te para traer la justicia a su alrededor: es el ideal de lo que deberíamos ser, justifica, y relaciona este sistema opresor con otro también notorio en la sociedad macedonia: el patriarcad­o. Nos está encarcelan­do, tanto a mujeres como a hombres, que no tienen ninguna posibilida­d de definirse de otro modo que no sea desde la fuerza y la violencia, declara. La suya no es una batalla de hombres contra mujeres (o viceversa), sino contra la intoleranc­ia. Huir o luchar. Strugar dejó Macedonia cuando tenía 17 años. No vengo de una familia privilegia­da, así que trabajé duro para poder conseguir una beca e irme al extranjero, cuenta, harta de un sistema con demasiada corrupción y nepotismo, donde no se aprecia el verdadero valor de las personas. Sin embargo, tras las primeras reacciones de la película en el pasado Festival de Berlín, decidió volver a su tierra natal en junio. Ahora soy lo suficiente­mente fuerte para no sentirme frustrada; siento que tengo el espacio y el poder para que mi opinión se oiga, confiesa. Si seguimos permitiend­o que los fuertes decidan por nosotros, nunca seremos libres, defiende la cineasta, que ha decidido dejar de huir de los problemas para, en cambio, luchar por solucionar­los.

ESTRENO: 24 ENERO

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La macedonia Zorica Nusheva, Mejor Actriz en el último Festival de Sevilla.

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