Sam Reimi, por La maldición (The Grudge).
‘La maldición (The Grudge)’. Toda una leyenda del cine de terror y del fantástico, Sam Raimi, cuenta a FOTOGRAMAS los entresijos del retorno de una franquicia nacida en Japón, de su labor como productor, de cómo ve el género en la actualidad y de qué es l
DE QUÉ VA: Una casa maldita parece infectar a toda una pequeña población cuyos habitantes ven cómo una presencia los castiga por sus pecados y aprovecha sus miedos.
La pesadilla de Raimi. Lo que de verdad da miedo hoy, y hablo de Hollywood, son las dificultades para tener una voz propia como creador, en cualquier aspecto de la creación. Que esto lo afirme Sam Raimi (Royal Oak, Míchigan, 1958) te deja algo tocado como fan del autor de, entre muchas otras maravillas, Posesión infernal y secuelas como Arrástrame al infierno, por no salir del género terrorífico. Será que haber cumplido 60 años el pasado octubre me ha vuelto más pesimista, suaviza el golpe. De ahí mis esfuerzos como productor para buscar esas voces propias, diferentes, originales. Por defenderlas desde mi posición, cuidarlas, que tengan libertad. Y eso precisamente es lo que he hecho con Nicolas Pesce en La maldición (The Grudge).
Pasión por Pesce. Firmante de dos muestras de horror (psicológico, pero con golpes de efecto gore) como The Eyes of My Mother (2016) y Piercing (2018), Nicolas Pesce fue elección y apuesta personal de Sam Raimi. Es ante todo un gran narrador de historias, lo define. La estructura argumental de la película es casi la de una antología de cuentos de miedo interconectados. Nicolas escribe de maravilla; es oscuro, creativo, sabe cómo asustar… ¡La película es gráfica y brillantemente terrorífica! Lo que nos propuso sobre el universo de The Grudge, al cual respeta sobremanera, era novedoso. De una historia individual pasamos a una coral. Los personajes, las personas, son lo más importante para él. No son mera carnaza. Una apuesta por un terror adulto.
Lo que hacemos en las sombras. Podríamos prescindir del elemento sobrenatural y seguiría aterrándonos, se anima en su discurso el director de Premonición. La misma maldición es un ser vivo, una enfermedad. Es un personaje más. Sirve de chispa para encender el fuego que alimenta las sombras que atormentan en el interior a los habitantes de ese pueblo. Definirla como un drama de terror (y mucho terror) no estaría mal.
LO QUE DE VERDAD DA MIEDO HOY, Y HABLO DE HOLLYWOOD, SON LAS DIFICULTADES PARA TENER UNA VOZ PROPIA COMO CREADOR”.
El miedo ha sido cíclicamente un valor seguro para Hollywood. A veces ha caído en lo convencional, en productos juveniles sin sustancia, pero otras ha captado de verdad lo eterno de nuestros miedos a lo desconocido, a la oscuridad, a lo que acecha desde la tumba. Cuestión de terrores. Volvamos a la película y al retorno a esta franquicia nacida en Japón y que la productora de
Sam Raimi y Rob Tapert, Ghost House Pictures, llevó (con su director original: Takashi Shimizu) a Estados Unidos en 2004, generando dos secuelas. Muchos fans querían que explicáramos más cosas de este universo, reconoce. En Japón siguieron con él, pero aquí los gustos cambiaron. Resultó raro porque el impacto del horror japonés en Hollywood fue tremendo. Nosotros no tenemos una tradición propia. Alemania la tuvo con el expresionismo; Italia lo tiene, claro. El american horror es una mezcla de todos ellos. Nuestro gótico es de herencia británica y de viejas historias de los nativos. Lo que Pesce hace ahora es fundir lo japonés con nuestra atormentada tradición. Cuestión de terrores. Cabe advertir que no estamos ante una secuela, sino ante hechos que ocurren simultáneamente a los del film de 2004 protagonizado por Sarah Michelle Gellar. Es algo multidimensional y complejo en su utilización del tiempo, asegura Raimi. Y sigue siendo una historia de mujeres, de diversos tipos de mujeres, las verdaderas heroínas. ¿Alguien dijo héroes? Teniendo al director de Darkman y tres Spider-Man (sobre todo el segundo) hay que tocar el tema: Estoy muy orgulloso de SpiderMan 2. No sé si hoy me dejarían hacerla igual. No sé si al público le interesaría algo en el fondo muy sobre el miedo a la soledad y a hacerse mayor. Miedo a ser un superhéroe devorado por una maquinaria de hacer dólares.