47º Festival Internacional de Gijón.
Rostros célebres y anónimos sumaron fuerzas en una noche con causa solidaria: la que unió a CaixaBank y Hearst España para impulsar el proyecto Comedores con Alma.
El 57.º Festival Internacional de Cine de Gijón, celebrado del 15 al 23 de noviembre, abrió con un atrevido salto al audiovisual del siglo XXI para mostrar después un cine que busca reencontrarse a sí mismo como arte comprometido a la par que accesible. Inauguró con un desafío: la proyección de los dos primeros episodios de la serie Netflix El vecino, de Nacho Vigalondo, poniendo sobre el tapete la polémica de si el nuevo lenguaje cinematográfico pertenece ya tanto a series y plataformas digitales como a los viejos cines y pantallas. La respuesta, que diría Dylan, está en el viento. Paradójicamente, el festival ofreció un panorama de propuestas cinematográficas rico y variado, abundando en la línea independiente y autoral que lo caracteriza y que su director, Alejandro Díaz, ha sabido respetar y enriquecer. Desde la Sección Oficial, donde no faltaron ejemplos de ese cine social más comprometido con lo social que con el cine, que intenta monopolizar la escena festivalera, sorprendieron propuestas frescas como
Rounds, del búlgaro Komandarev; la loca comedia de Harmony Korine The Beach Bum, o el nuevo film de animación de Anca Damian, Las vidas de Marona,
títulos donde compromiso y denuncia no están reñidos con humor, atrevimiento y accesibilidad. Mención aparte merece Saturday Fiction, de Lou Ye, premio a Mejor Director con su estilizado homenaje al cine negro, entre la metaficción y el romanticismo, que junto a El lago del ganso salvaje, de Diao Yinan, certifica que el cine chino off-Hong Kong ha descubierto el neo-noir.
Hubo mucho y buen género en Gijón, aunque un jurado muy formal prefirió premiar intención frente a riesgo y novedad. La sobria Vitalina Varela,
de Pedro Costa, se alzó ganadora mientras la mejor película de Oficial,
A White, White Day, del islandés Hlynur Palmason, pasaba sin pena ni gloria, quizá por ser una historia masculina que pese a su lección de narración y montaje capaz de enlazar lo particular con lo universal, lo cotidiano y lo mítico, alcanzando cotas de emoción cinematográfica y humana dignas de Dreyer o Bergman, llega en un tiempo de empoderamiento femenino ajeno a dramas viriles por más que sean cinematográficamente excelsos. Los vientos que corren.
Se ayuda a restaurar la dignidad, a alimentar el cuerpo y, al mismo tiempo, el alma. También un poco la nuestra. Así resumía Benedetta Poletti, directora general de publicaciones de Hearst España, el espíritu del proyecto Comedores con Alma, que ayuda a 40 comedores sociales de la Comunidad de Madrid que atienden a diario a más de 5.000 personas en riesgo de exclusión social, en la cena solidaria celebrada en el edificio de La Bolsa de la capital. FOTOGRAMAS, junto a otras dos cabeceras del grupo, Elle y Esquire, formaba así parte de una noche para el recuerdo en la que representantes de la cultura, la vida social y civil contribuyeron a fortalecer la continuidad de tan necesario proyecto.
1 y 2. El icónico edificio Palacio de La Bolsa acogió el evento humanitario. 3. Mariona Tena, presentadora del acto, y Ramón Álvarez de Toledo, delegado de la Orden de Malta en Madrid, portador de los fondos recaudados. 4. Nicolás Coronado y su pareja, Natalia Moreno, junto a la directora de FOTOGRAMAS, Julieta Martialay, y la redactora jefe, Paula Ponga, entre la directora de comunicación de Disney España, Cristina Díaz, y la de Wanda Visión, Yolanda Ferrer. 5. La CEO de Hearst, Cristina Martín Conejero, y Rafael Herrador, director territorial de CaixaBank Madrid, junto al director de ‘Esquire’, Jorge Alcalde, y las directoras de ‘Elle’ y FOTOGRAMAS, Benedetta Poletti y Julieta Martialay. 6. La puesta en escena, inspirada en los comienzos del siglo XX, corrió a cargo de Amaro Sánchez de Moya y de Floreale.
7. La soprano Ainhoa Arteta interpretó dos temas de su último disco, ‘La otra orilla’. 8. El menú de Dani García.