Fotogramas

Se cumplen 20 años de El Bola, su debut como director, y rememora la experienci­a en ¡Qué película la de aquel rodaje!

Mientras las circunstan­cias desbloquea­n el estreno de su cuarto largo como director, ‘Un mundo normal’, celebramos con Achero Mañas el 20º aniversari­o de ‘El Bola’.

- ACHERO MAÑAS

La primera curiosidad respecto a esta película de 2000, mi debut en el largo y el primero también para Juan José Ballesta, Manuel Morón, Ana Wagener, Alberto Jiménez… es que nunca quisimos que se titulara El Bola. Temíamos que la gente se hiciera una idea errónea de que trataba de un niño gordo. La segunda, que para esta película [ganadora de cuatro premios Goya] llegué a escribir hasta 12 finales. Desde el principio, me pedía que el protagonis­ta se suicidara al ver que el maltrato al que le sometía su padre y la vida que le había tocado vivir no tenían solución. Sin embargo, me convencier­on para que no lo matara y, después de nueve finales trágicos, llegó el indulto en los tres siguientes. Pero aun así, fue en un paseo por una playa de Cádiz cuando llegó la inspiració­n definitiva: terminaría con un primer plano de El Bola enumerando las vejaciones a las que le sometía su progenitor. La manera en la que descubrí a Juan José Ballesta fue tan rotunda como su carisma. Tenía a 500 chavales de varios colegios, porque yo no quería figurines de publicidad, quería un casting auténtico. Juanjo llegó el primero. En cuanto le hice pruebas de todo tipo (tenía que insultarme, gritarme, llorar), salí del estudio y le dije al productor José Antonio Félez: Lo tengo, tengo a El Bola. ¡Casi me mata! Además de robar el plano todo el rato, era un niño superintel­igente. Tanto que el psicólogo que me ayudaba durante el rodaje le hizo un test y resultó tener un cociente intelectua­l muy superior a la media. Habíamos notado que era diferente, tenía que estar siempre supermotiv­ado o se aburría, nos llamó la atención su comportami­ento. Formamos un equipo estupendo, aunque al pobre Manuel Morón lo insultaban por la calle y llegaba al set hecho polvo. La culpa fue suya porque construyó al personaje tan bien que la gente lo odiaba. En cuanto al padre del mejor amigo de El Bola, Alberto Jiménez, fue lo más difícil con diferencia. Me empeñé en conseguir a alguien de cuarenta y tantos, que no fuera conocido, pero las encargadas del casting abandonaro­n porque según ellas si con 40 no era conocido es porque no era buen actor. El destino (y Amado Cruz) me trajeron a Alberto Jiménez. El productor no lo quería porque estaba en el Teatro de La Abadía y temía que no estuviera al 100 por cien. Cuando le pedí que dejara la obra, me dijo: Nada me apetece más que hacer esta película, que va a triunfar, pero me he comprometi­do con el teatro y jamás rompo mi palabra. Su integridad y su ética lo han convertido en uno de mis mejores amigos.

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Juan José Ballesta ‘El Bola’ con su inseparabl­e amigo Pablo (Galán).
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