Fotogramas

Candela Peña e Icíar Bollaín, por La boda de Rosa.

- Por Sonia Guijarro.

‘La boda de Rosa’ recupera aquellas deliciosas historias de personajes de la primera etapa como directora de Icíar Bollaín, y ella a una de sus actrices fetiche, Candela Peña, con la que debutó en su ópera prima ‘Hola, ¿estás sola?’ y repitió en la premiada ‘Te doy mis ojos’. FOTOGRAMAS ha hablado con las protagonis­tas de este reencuentr­o cargado de emoción y devoción.

“CUANDO ICÍAR ME LLAMÓ NO PODÍA PARAR DE LLORAR. EL PAPEL DE ROSA LLEGÓ EN ESE MOMENTO DE MI VIDA EN EL QUE YO TAMBIÉN TENÍA QUE HACERME RESPONSABL­E

DE LA MÍA”. Candela Peña, actriz.

Hay muchas Rosas entre nosotros y todos somos un poco Rosa. Aprender a saber lo que uno quiere y no renunciar a ello es una asignatura difícil de aprobar y a veces no se consigue en toda la vida. Icíar Bollaín (Madrid, 1967) resume así el espíritu de su último film como directora y guionista, la cinta que arrancará, el mismo día de su estreno en salas, el 21 de agosto, el Festival de Málaga. Tanto para ella como para su protagonis­ta, Candela Peña (Gavá, Barcelona, 1973), ha supuesto un revulsivo emocional, una especie de regresión de connotacio­nes solo positivas que ha retroalime­ntado a ambas. Para llegar a semejante conclusión, FOTOGRAMAS ha hablado con cada una de ellas, y ha averiguado que La boda de Rosa tiene mucho de oficio pero más aún de devoción y de emoción off the record.

‘Lo suyo’ comenzó hace un cuarto de siglo, cuando la actriz Icíar Bollaín decidía probar suerte en la dirección con una road movie sobre la amistad escrita por ella misma y ejecutada con sencillez y apabullant­e honestidad. Hola, ¿estás sola? fue el comienzo de una exitosa carrera que volvieron a disfrutar directora y actriz en su segundo film juntas, Te doy mis ojos (2003). De los siete Premios Goya que consiguió este largo sobre la violencia de género coescrito por Alicia Luna, uno fue a parar a Candela (tiene tres, los otros dos por Princesas y Una pistola en cada mano). Ahora, 17 años después de aquel segundo film juntas, y cuando Bollaín recupera su cine de antaño, de historias de personajes, es cuando Candela ha regresado a su universo con más fuerza que nunca.

CUANDO EL PERSONAJE ELIGE A SU ACTOR

Habíamos hablado por teléfono unos meses antes del rodaje con motivo de un homenaje a Te doy mis ojos en Toledo, para celebrar los 15 años del estreno, y estuvimos allí Luis Tosar, Laia Marull, Alicia Luna… Candela no pudo venir, así que le mandé un vídeo de todo el equipo diciéndole lo mucho que la echábamos de menos. Cuando íbamos a iniciar el casting para La boda de Rosa quise llamarla yo, porque me hacía mucha ilusión contárselo personalme­nte y no que se lo dijera su representa­nte o la directora de casting, explica Icíar.

Candela fue su primera opción desde el principio: Me resultaba imposible no pensar en ella mientras elaboraba el guion, y eso a pesar de que siempre intento escribir sin ideas preconcebi­das. Por una parte, si piensas en un actor concreto y luego no puede o no quiere hacerlo, te queda la ingente tarea de modificar la idea, algo laborioso y difícil. Por otro lado, todo el proceso de casting es uno más del trabajo de hacer una película, y resulta increíblem­ente enriqueced­or. Aunque es verdad que la última palabra es mía, siempre tengo la sensación de que es el personaje el que elige a su actor. Yo llamo a intérprete­s que me encantan, que considero que pueden desarrolla­r un gran personaje y hacemos juntos dos o tres escenas. Después, cuando las veo grabadas, como pasó en La boda de Rosa, confirmo que Nathalie Poza es la horma del zapato de la hermana de Rosa, Sergi López del hermano, Paula Usero (a la que descubrió en El olivo en 2016) de la hija y Candela la horma del zapato de Rosa. Con Ramón Barea, el padre de la protagonis­ta, ya había trabajado en Entretiemp­o (1992), mi primer corto, y ha sido un regalo porque no habíamos vuelto a coincidir. Es un gran puzle en el que todas las piezas deben encajar porque no estás eligiendo a un solo personaje sino a toda una familia. No se trataba de que me convencier­a Candela, ella me convence siempre. Tiene un poder de comunicaci­ón increíble.

“LEYENDO EL GUION SENTÍ QUE LA ICÍAR DE LOS COMIENZOS, ESE POLVORÍN DE ENTUSIASMO QUE CONTABA HISTORIAS INCREÍBLES, HABÍA VUELTO”. Candela Peña, actriz.

LA HISTORIA DE UN COMPROMISO

Aquella llamada de trabajo después de tantos años pilló a Candela Peña en Lanzarote, en una tienda de alquiler de coches. Según nos cuenta la actriz, cogí el móvil y en la pantalla pude leer Icíar Bollaín. Descolgué con muchísima ilusión, la misma con la que ella me contó que había vuelto a escribir un guion con Alicia Luna. Me dijo que, mientras lo hacían, Alicia insistía en que le ponía mi rostro a Rosa, pero que ella (Icíar) luchaba por no hacerlo porque en el proceso de escritura no le gustaba sentirse condiciona­da. Aun así, me pidió que me leyera el guion y le dijera qué pensaba. No entendí bien aquella llamada. Cuando colgué, la duda habitaba en mí, no sabía exactament­e si me había ofrecido el papel protagonis­ta o no. Lo que sí sabía es que iba a correr para leerlo.

De la misma manera que la directora comentaba ese momento mágico en el que el personaje elige al actor, Candela sintió la llamada de Rosa: La historia hablaba del compromiso que adquirimos (o no) con nosotros mismos,

de lo importante y necesario que es hacerse responsabl­e de la propia vida sin acudir a lo fácil, que es echar balones fuera, y sentí que, aunque Icíar no me hubiera elegido todavía para hacer latir a la protagonis­ta, Rosa me había escogido a mí. Llegaba para contarme cosas en ese momento de mi vida en que yo tenía que hacerme responsabl­e de la mía, y valorar la importanci­a de tu gente, que, aunque no te acompañe siempre en tu viaje vital, está ahí. Me gustó la familia de Rosa, tal vez algo invasiva, pero entrañable y presente. Y ya lo más: ¡me hacía abuela con 45! La idea me chiflaba. Y como le había prometido a Icíar que le devolvería la llamada con sus impresione­s, en cuanto terminó de leer el guion cumplió su palabra: Le expliqué que la historia me había encantado y que tenía la sensación de que aquella Icíar a la que había conocido 25 años atrás había regresado, metafórica­mente, con sus historias de siempre, las que yo recordaba al principio, cuando ella era un polvorín de entusiasmo. La realizador­a le da la razón. Sus últimas películas no las había firmado ella, tocaban otros temas ‘de encargo’ y de otra manera. Me alegré mucho de que le gustara a Candela. Era mi apuesta. La he seguido todos los años en los que no hemos coincidido y me gusta muchísimo todo lo que hace. Es muy especial, muy potente y única. En La boda de Rosa, después de tantos años, he descubiert­o que tiene más madurez como mujer y muchos recursos como actriz, pero al mismo tiempo mantiene intactas la frescura y la pasión, y toda la entrega que tenía cuando rodamos Hola, ¿estás sola?

VIVIR UN SUEÑO

Y llegó el casting, en el que Candela recuerda que a algunas actrices le hicieron pruebas incluso para dos personajes. A ella solo para Rosa: La verdad es que fui a saco en la audición, con la propuesta de la Rosa que yo sentía y que después desarrollé en la película. Estaba nerviosa, pero segura de lo que estaba haciendo y de cómo quería hacerla latir. Una semana después de haber puesto toda la carne en el asador, y mientras hacía la compra en un supermerca­do de Madrid, volvió a sonar el teléfono de Candela, y en su pantalla se iluminó de nuevo el nombre de Icíar Bollaín: Estaba a la altura de las alcaparras, los pepinillos agridulces y las cebolletas cuando descolgué y, antes de que ella dijera nada, empecé a llorar. No tengo ni idea de por qué lo hice, nadie me había dicho todavía si el papel era mío o no. Y en ese momento noté que Icíar también estaba emocionada. Con la voz entrecorta­da me dijo: Nunca había dado un papel llorando, pero eres Rosa. En realidad ya lo eras antes, pero tenía que verlo en conjunto, con toda la familia. A partir de ahí comencé a vivir un sueño, el de trabajar con actores a los que admiro tanto. Ramón Barea, mi padre, experienci­a, sabiduría, escucha, calma… Nathalie, el mejor ejemplo de lo que debería ser una actriz, una mujer que ama su oficio, lo respeta y lo cuida con máxima pulcritud. Ella para mí es pura inspiració­n, mirarla es gozar. Sergi es una de mis debilidade­s, mi vividor preferido. Es como un tambor que resuena en mí y al que yo sigo por donde vaya. Y Paula Usero, un ser de luz. ¡Qué puedo decir de ella cuando te toca hacer de madre de una mujer que te da mil vueltas!

Solo un pero: el rodaje, en palabras de Candela, fue el más soso de mi vida. Agosto en Valencia y todo cerrado… Icíar, por su parte, explica que arrastraba una neumonía sin saberlo y que le dejaba la energía justita para rodar, y luego me desplomaba en la habitación del hotel. Imponderab­les que no impidieron que Rosa calara hondo: Desde el principio quisimos que tuviera un tono alegre, aunque sin perder de vista que está hablando de algo muy serio con lo que muchos nos sentimos identifica­dos, esa necesidad de detenerse para pensar si lo que estamos haciendo con nuestra vida es lo que realmente queremos o solo lo que los demás esperan. Si estamos siendo fieles con nosotros mismos, si tenemos valor para decir no. Por educación, las mujeres tenemos un déficit importante de autoestima, y más aún cuando llegamos a una edad. Mi protagonis­ta, como muchas de nosotras, tiene la sensación de que si no coge las riendas de su vida ahora no las podrá coger nunca. En La boda de Rosa hay algo muy bonito. Cuando ella se coloca en su sitio, y se sale de su rol de cuidadora, obliga a todo su entorno a colocarse también. Y es entonces cuando descubren que Rosa está mal, pero ellos están peor.

ESTRENO: 21 AGOSTO

“ERA IMPOSIBLE NO PENSAR EN CANDELA MIENTRAS ESCRIBÍA EL GUION. TODO LO QUE HACE ES ESPECIAL Y ÚNICO. MANTIENE INTACTAS LA FRESCURA Y LA PASIÓN DE NUESTRO PRIMER FILM”. Icíar Bollaín, directora.

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El rodaje transcurri­ó en diferentes escenarios naturales de la Comunidad Valenciana.
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Icíar Bollaín con Candela Peña durante el rodaje de ‘La boda de Rosa’.

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