Cate Blanchett y Elise McCredie por Desplazados (TV).
¿Puede una serie con fuerte mensaje político sobre cuatro desconocidos cuyas vidas coinciden en el peor momento y lugar ser un éxito? Eso es lo que creen y nos cuentan Cate Blanchett y Elise McCredie, sus creadoras.
Cuatro historias personales, un problema mundial. Sofie (Yvonne Strahovski), una asistente de vuelo que huye de una secta y pierde su propia identidad; Ameer (Fayssal Bazzi), un refugiado afgano que, junto a su familia, ha dejado su país; Cam (Jai Courtney), atrapado en un trabajo que no quiere para salir adelante, y Clare (Asher Keddie), una burócrata envuelta en un escándalo nacional. Estas son las cuatro historias sobre las que se articula Desplazados. Y el ficticio Centro de Detención de Braxton, una instalación escondida en el desierto australiano, el escenario que las une. Unos elementos con los que Cate Blanchett, y los directores y guionistas Elise McCredie y Tony Ayre, creadores de una serie que tuvo su puesta de largo en el pasado Festival de Berlín, ponen el dedo en la llaga en lo que la primera ve como un problema global que no se solucionará nunca si no se actúa de una forma también global. Los discursos particularistas lo que hacen es evitar que nos enfrentemos a un conflicto que nos afecta a todos. El sistema que Australia y tantas otras naciones siguen a la hora de tratar a los refugiados está roto. Y cuando te riges por un sistema roto, acabas creando gente rota. Los reclusos, pero también los ciudadanos que hacen como si nada.
Exportador de vergüenzas. Hay en el origen de Desplazados otro escenario clave: la cocina de Blanchett, el lugar en el que hace siete años la actriz –aquí también creadora y productora–, junto con la directora y guionista Elise McCredie –compañera de estudios y amiga desde entonces–, dieron con la semilla de la serie mientras debatían sobre las políticas migratorias de Australia. Somos unos extraordinarios exportadores en el terreno cultural, deportivo o científico, asegura Blanchett en el encuentro virtual que junto a McCredie mantuvo con FOTOGRAMAS. También exportamos grandes cantidades de uranio y, sin que nadie se haga eco, hemos contribuido con unas políticas migratorias que han sido adoptadas de una manera u otra por Europa y Estados Unidos. Toda la retórica alrededor del Brexit, del cierre de fronteras y de no dejar atracar las barcos o la construcción del muro en la frontera entre Estados Unidos y México provienen de Australia. Afirmación que McCredie contextualiza: La serie se ambienta en los primeros años 2000 porque Australia ejecuta estas draconianas políticas de detención desde hace ¡20 años! ¿Política desde la ficción? Ni Blanchett ni McCredie intentan esconder el potente mensaje de una serie que, pese a todo, la primera no ve como una serie política per se. Nos descubre las historias humanas que hay detrás de esas políti
Estrellas y secuelas. Supongo que si hubiera decidido interpretar al personaje de Sofie la serie podría haberse producido antes, cuenta Blanchett cuando apuntamos por la importancia de su participación –interpretando a la esposa de Dominic West, el líder de la secta donde Sofie, el rol de Strahovski, empieza a tener problemas– para que la serie arrancara. Pero también creo que se habría vendido de otra forma, el marketing habría sido muy distinto, y para nosotros era clave que Desplazados no se viera como la serie de una estrella o de Cate Blanchett, sino por lo que es. Y, francamente, creo que el reparto es extraordinario. El trabajo de Yvonne es de los que definen una carrera, asegura sobre la actriz de El cuento de la criada.
Lo que también parece claro es que no habrá más entregas: Lo que nos gustaría, dice McCredie, es que sirva de punta de lanza para que otras cadenas de todo el mundo dieran luz verde a series similares sobre temas de los que cuesta hablar. Esta sería la mejor segunda temporada posible.