Nación cautiva
★★★ ★★ Captive State
RInt.:
Dir.:
CIENCIA FICCIÓN.
upert Wyatt, el director que sentó las bases sobre las que se cimentaría la nueva y brillante trilogía de El planeta de los simios y también autor de la muy estimable El jugador, da un ligero paso atrás con esta aparente película de ciencia ficción. Paso atrás porque, aunque hay que aplaudir su atrevimiento a la hora de abordar un género ampliamente trillado como es el de las invasiones extraterrestres con una perspectiva diferente (¿qué pasa cuando los aliens triunfan y se quedan?), una cosa son las intenciones, y otra el resultado final.
Y lo de aparente película de ciencia ficción, porque bajo ese disfraz a lo
Emmerich se esconde algo parecido a un thriller conspiranoide de los 70 con ecos de la mayestática El ejército de las sombras de Melville, donde los alienígenas se la traen al pairo y prefiere centrarse en el evidente subtexto político y en sugerir antes que mostrar, desechando el efectismo de corto alcance. Habría sido de agradecer que esas buenas ideas que subyacen se hubieran desarrollado mejor, pero a pesar de no salir airosa del honorable envite, siempre hay que ponerse a favor de los que huyen de lo adocenado frente a los que se repiten más que el ajo.
Lo mejor: que nade a contracorriente.
Lo peor: un trabajo de montaje pero que muy mejorable. ★★★ ★★
Un divan à Tunis
Int.:
ECOMEDIA.
Dir.:
Dir.:
n su debut como directora, Manele Labidi tira de su propia experiencia para hablarnos sobre el siempre difícil regreso a casa, la convivencia entre pasado y presente en una sociedad en la que tradición y modernidad chocan, y la necesidad de encontrar, sea donde sea, tu propia comunidad para levantar tu refugio. Y lo hace llevándonos al Túnez de justo después de la Revolución del Jazmín, pero en lugar de apostar por el drama o el film denuncia, Labidi transmite su mensaje en forma de comedia amable: una trama simpática contada desde un punto de vista femenino que es a la vez forastero y autóctono y en el que late el trasfondo social, una situación que se asume con resignación pese a marcar el devenir de todos los personajes.
Como el de la psicoanalista que regresa a su país para ejercer tras estudiar en Francia, Selma –una sutil Golshifteh Farahani, sus reacciones son un descubrimiento cómico–, centro de una narración que salta de los tópicos de sal gorda a un realismo mágico con un refrescante toque árabe. Un contraste como el de la sociedad que describe, así como los deseos y miedos que, pese a conocidos, nos cuesta asumir.
Lo mejor: las ‘busterkeatonianas’ caras de Farahani.
Lo peor: algunos de sus secundarios parecen salidos de una sitcom.
ESTRENO: 11 SEPTIEMBRE