EL INFIERNO SON LOS OTROS
Agustí Villaronga vuelve a su Mallorca natal para rodar El vientre del mar, 20 años después de haber filmado El mar en la isla. El film girará en torno al trágico naufragio de una fragata francesa frente a las costas de Senegal en 1816, que dejó a 147 personas a la deriva, sin agua ni alimentos, durante 13 días infernales. Un horror que provocó un gran escándalo en Francia e inmortalizó el pintor romántico Théodore Géricault en su pintura La balsa de la Medusa. Cuando leí
Océano mar, de Alessandro Baricco, un escritor cuyo universo me gusta mucho, me impresionó un capítulo de la novela que hablaba de este suceso,
explica el director de Tras el cristal, El niño de la luna y Pa negre. Intenté adaptarlo varias veces al teatro, la última el año pasado, con Eduard Fernández y Darío Grandinetti, pero nunca llegó a cuajar. El confinamiento me pilló en Mallorca, a punto de estrenar el montaje escénico
Clitemnestra, la casa de los nombres, de Colm Tóibín, que se suspendió. En los meses que pasé encerrado se me ocurrió esta idea de hacerlo en cine, de una manera muy sencilla, con dos actores, para no quedarme estancado, como un acto de rebeldía y de decir: ¡hay que seguir!
Un suceso, tres enfoques. La película se estructurará en tres líneas temporales que se irán intercalando. Comenzará como un relato de época, en un tribunal militar del siglo XIX, que juzga lo ocurrido. Al poco la acción pasa a la balsa y se narra de modo abstracto lo sucedido en ella, pero con estética y referencias actuales. Hay, por último, una parte que transcurre años después, ahondando en los pensamientos de dos de las víctimas, un oficial médico (Roger Casamajor) y un soldado raso, el timonel (Óscar Kapoya), en la que el espectador será testigo de la diferencia entre lo que ocurrió y cómo lo recuerdan quienes sufrieron esa tragedia.
Lectura muy actual. Hay una película sobre el naufragio (Le radeau de la Méduse, Iradj Azimi, 1990) y se prepara otra (The Medusa, Peter Webber), pero no me preocupa porque a mí no me interesa el hecho sino el proceso de degeneración que provoca en las personas y cómo lo narra Baricco, advierte Villaronga. A bordo hubo canibalismo, suicidios, asesinatos, de todo. Tiene una lectura actual con las pateras en el Mediterráneo o los refugiados en las fronteras, pero serviría para cualquier otra época en la que se ponga a la gente al límite, por ejemplo, por una guerra o un desastre natural.Unos afrontan ese dolor de modo muy egoísta y otros, por el contrario, con gran altruismo. Ruedan en blanco y negro y color, en una fábrica vitícola abandonada de Felanitx, donde se ha construido incluso la balsa. Producen Testamento, La Periférica, Link-Up Barcelona y Turkana Films.
“NO ME INTERESA EL HECHO DEL NAUFRAGIO SINO EL PROCESO DE DEGENERACIÓN QUE PROVOCA UNA SITUACIÓN LÍMITE ASÍ EN LAS PERSONAS QUE LA SUFREN”.
LAS DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA
El texto de Alessando Baricco es muy bueno porque ofrece dos puntos de
vista muy distintos, el de un oficial, más acomodaticio, y el de un soldado,
resalta Villaronga. El primero lo hace Roger Casamajor, su actor
más rebelde,
fetiche, con quien repite por quinta vez tras la TV movie
El mar, Después de
e
la lluvia, Pa Negre Incerta glòria. Su personaje es muy difícil y va a caer
Le da la réplica
antipático al público, pero él lo está salvando muy bien.
Óscar Kapoya, con experiencia teatral en que debuta
The Hole Moby Dick,
ante la cámara.
Un regalo para el cine con esa mirada intensa que tiene.
La mallorquina Muminu Diayo encarna a la única mujer en la balsa.
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