Woody Allen A PROPÓSITO DE TODO
Tras sacudir el escenario editorial con la publicación de sus memorias, el cineasta neoyorquino inaugura la 68ª edición del Festival de San Sebastián con su 49º largo como director que rodó el verano pasado en Donostia. Allen, después de toda una vida ded
Asegúrate de gritarle las preguntas. Tiene problemas de oído y a veces le cuesta escuchar bien. El consejo que da a FOTOGRAMAS la agente inglesa de Woody Allen (Nueva York, 1935) tiene una doble lectura. La primera: a sus 84 años, el cineasta neoyorquino ha llegado a ese momento vital en el que la neurosis e hipocondría que han acompañado siempre a sus personajes seguramente se ajustan a su propia realidad más de lo que él desearía. Para la segunda, tiramos de alegorías: esta sobrevenida sordera puede que contribuya a amortiguar el estruendoso ruido mediático que lo ha acompañado estos últimos años. A la hora de la verdad, Allen escucha nuestras preguntas a la perfección, si bien es cierto que su voz –que aún esperamos escuchar con el timbre de Miguel Ángel Valdivieso o Joan Pera– no tiene el fuelle acostumbrado. Pero no deja de ser normal que a uno que seguir su propio criterio y no dejarse llevar por lo que piensen los demás.
ALLEN’S FESTIVAL
Aunque puede que detrás de la voz de Allen más que cansancio, haya resignación. Porque eso es lo que aflora tras preguntarle si –todavía inmersos en la paranoia pandémica y recordándole su aprensividad– acudirá en persona a presentar Rifkin’s Festival, su 49.º film como director que, el 18 de septiembre, inaugurará el 68.º San Sebastián. Ahora mismo está complicado, asegura. Tenemos muchas ganas, porque nos encanta y siempre nos lo hemos pasado muy bien allí. Pero el panorama sanitario en Estados Unidos es tan malo que hasta el último minuto no sé si podremos desplazarnos. El virus lo ha arruinado todo. De ser así se frustraría una nueva visita a un certamen que ya abrió en 2004 con Melinda y Melinda. Una