OPERACIÓN ENIGMA ‘Tenet’.
Esta espigada australiana parece tener, junto a John David Washington, Robert Pattinson y Kenneth Branagh, las claves del film más esperado de la temporada, Hablamos con ella en exclusiva para intentar averiguar algunos de los misterios que encierra el úl
No, lo siento. No puedo explicarte nada de mi personaje. Ni su nombre. Nada. Solo que sale en la película y que se ve obligada a formar equipo con alguien para enfrentarse a algo. Esta es la respuesta, sin ninguna risa ni entonación que permita pensar que nos está tomando el pelo, a la primera pregunta con la que FOTOGRAMAS arranca la charla con Elizabeth Debicki (París, Francia, 1990), el vértice que cierra junto a John David Washington y Robert Pattinson el triángulo protagonista de Tenet, el esperado nuevo trabajo de Christopher Nolan. Una película que, de no mediar otro cambio de fechas derivada de otra crisis mundial, llegará al fin a nuestras pantallas el 26 de agosto. La de Debicki es una contestación inusual que, sin embargo, encaja perfectamente con el misterio y enigma que han rodeado desde el principio un film del que sabemos que se ambienta en el mundo del espionaje y en el que juega un papel clave el tiempo. Pero no los viajes, sino la inversión de este. Y poco más. Si acaso, también sabemos que esta altísima –mide 1,91 m– francesa de nacimiento, pero australiana desde los cinco años, pasó por un casting bastante tradicional. Eso sí nos lo cuenta, como que empezó quedando con Chris para tomar un té. Estuvimos hablando mucho tiempo, de nosotros, del cine que nos gusta, de Australia…, pero no dijo nada sobre ninguna película. Una o dos semanas después me llamaron para una prueba, que hice sin haber leído el guion, y al poco supe que el papel era mío. Todo muy sencillo y bastante rápido. Nada dramático ni excesivo. Lo dramático y excesivo era cómo viví yo interiormente ese proceso mientras intentaba convencerme de que tampoco era para tanto, asegura. Fue entonces cuando me dejaron leer el guion: en las oficinas del estudio, cerrada en una habitación. Aunque me dejaron salir dos o tres veces para tomar un té y poder digerirlo todo, la trama, pero especialmente la situación. Porque eso sí era surrealista. Tener ante ti lo nuevo de Nolan y poder descubrir de qué va antes que casi todo el mundo. Era como si me hubieran dado la clave para entrar en su mente y formar parte de sus maquinaciones.
RENDIDA ANTE NOLAN
Con 30 años recién cumplidos –los celebró el 24 de agosto–, Debicki puede presumir de un currículo en el que el film de Nolan es la guinda. Su puesta de largo internacional fue con El gran Gatsby (B. Luhrmann, 2013), a la que siguieron la estilosa villana de Operación U.N.C.L.E. (G. Ritchie, 2015), la Lady Macduff de Macbeth (J. Kurzel, 2015), su incursión en el universo Marvel con Guardianes de la Galaxia Vol. 2 (J. Gunn, 2017) o planear un golpe junto a Viola Davis en Viudas
(S. McQueen, 2018). Eso en el cine, porque en TV coprotagonizó con Hugh Laurie y Tom Hiddleston la serie El infiltrado
y mucho antes, cuando empezaba, compartió escenario junto a Cate Blanchett e Isabelle Huppert en un montaje de Las criadas de Jean Genet. El primer día de ensayos con ellas,
recuerda, me sorprendió hablar y escuchar cualquier sonido, coherente o no, que surgiera de mis labios. Una sorpresa equiparable a la que experimentó cuando se vio en uno de los tan comentados sets de Christopher Nolan, al que se muestra rendida: Sabes que serán grandiosos, pero nunca esperas que lo sean tanto. En cambio, consigue crear un ambiente de intimidad y proximidad con los actores. Y lo hace sin renunciar a esa fastuosidad…, pero bien entendida. Porque creo que, como director, Chris filma la realidad de esas colosales escenas de acción. Sus historias son arriesgadas y ambiciosas. Son un género o, mejor, un mundo propio por sí mismas. Además, es un maestro en el arte de dejar pequeñas pistas que dan cuenta de toda la trama y combinarlo con la acción y emoción más espectaculares que puedas imaginarte en una pantalla, remata.
Tras El origen del planeta de los simios (2011), Rupert Wyatt vuelve al género de ciencia ficción con una marcada nota realista, incluso política. A partir de la premisa de una invasión alienígena, Nación cautiva da un salto temporal, tras una impresionante secuencia inicial, para llevarnos a un Chicago que
‘NACIÓN CAUTIVA’
vive el décimo aniversario del control de la Tierra por parte de una depredadora raza extraterrestre. Un núcleo de resistentes (entre ellos Ashton Sanders, visto en Moonlight, y el personaje que interpreta Vera Farmiga) se enfrentan a una sociedad que en su mayor parte colabora con los invasores, entre ellos un taciturno policía ( John Goodman) obsesionado con atrapar al líder de la Resistencia. El film destaca por el (aterrador) diseño de los alienígenas y la transformación (digital) de Chicago.
Captive State
CIENCIA FICCIÓN.
acuerdo de casi nada. Mi personaje es un policía, un cargo intermedio, que cree firmemente en preservar el orden establecido. Sea cual sea.
Y de la ley, porque sin el uno o el otro nuestra sociedad está perdida. Para Rupert, dice del director del film, la historia de Nación cautiva tiene ecos de la Resistencia francesa contra la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Y lo que está claro es que el film nos pregunta hasta dónde estamos dispuestos a sacrificar nuestra libertad para sentirnos seguros. Pues no está mal, le comentamos, para no recordar nada. ¿Y qué nos puede decir de sus compañeros de reparto? De ellos todo, eleva la voz entusiasmado. Kevin
Dunn es como un hermano para mí. Compartir comidas y cenas con él sí que es inolvidable. O tener dos escenas maravillosas con Vera Farmiga, una actriz extraordinaria…, ¡pero que no sabía quién era Nat King Cole!
MIS HERMANOS LOS COEN
En Nación cautiva, Goodman vuelve a estar a las órdenes de Rupert Wyatt tras El jugador (2014). Comentamos con el actor que rara vez repite con el mismo director. No es porque no haya querido, vuelve a reír. Ojalá Scorsese me hubiera llamado después de Al límite (1999), o Spielberg tras
Always (Para siempre) (1989). Claro que esto no sucede con cierta pareja de hermanos, Joel y Ethan Coen, para quienes John Goodman es algo así como un actor fetiche. Desde que apareció en Arizona Baby (1987) hasta
A propósito de Llewyn Davis (2013), lo hemos visto en Barton Fink (1991),
O Brother! (2000), con un cameo vocal bajo pseudónimo (Karl Mundt) en El gran salto (1994) y, por descontado, tocando la gloria y el culto encarnando al Walter Sobchak de El gran Lebowski
(1998). Adoro a los Coen. No hay nadie más fácil para trabajar que ellos. Son
“SOY UN ACTOR SIN MÉTODO. NO SÉ SI ESO ES BUENO O MALO. VEO ESTA PROFESIÓN COMO UN TRABAJO, NO COMO UNA ILUMINACIÓN”.