Fotogramas

“NO TENGO MIEDO. PREFIERO LANZARME Y ERRAR QUE QUEDARME EN CASA ESPERANDO”

Siempre, desde que abandonó el barrio en el que ‘la Juani’ soñó con la fama , la intérprete ha mantenido el motor en marcha. Este mes estrena de Ventura Durall, y le siguen de cerca ‘Explota, explota’ y ‘Orígenes secretos’, además de su primer corto como

- Por Sonia Guijarro.

Su tía Gloria la arengaba a escondidas mientras su madre luchaba para que Verónica se labrara un futuro más estable que el cinematogr­áfico. Y entre mentiras piadosas, castings secretos, matrículas entre lágrimas en Turismo y una voluntad de hierro apareció en su vida el visionario Bigas Luna. Él le brindó las pasiones de periferia de ‘la Juani’ ( Yo soy la Juani, 2006), su debut en el cine, y, con ellas, la oportunida­d de arrancar saltándose todos los límites de velocidad en una carrera inevitable: A ‘la Juani’ le debo todo, fue lo mejor que me ha pasado en la vida. Yo estaba saliendo del cascarón, tenía muchísimas insegurida­des y Bigas me dejó una profunda huella, estaba siempre sediento de conocimien­to, jamás prejuzgaba. No tenía que haberse ido tan pronto.

Y desde aquella primera incursión en cine llega su película número 21, La ofrenda, de Ventura Durall. ¿Cómo la ha sentido usted?

Hemos hecho equipazo. Quedamos con el director para hablar de la peli frente a una copa de vino (y luego otra, y otra más…) y nos dieron las 10 de la mañana. Tuve la sensación de que iba a ser especial, y así fue. Ventura tiene una sensibilid­ad brutal, mucha intensidad, habla de temas profundos, de perdonar y perdonarno­s. A pesar de todo me sentí ligera, nada pesaba, todo fluía. Hubo magia desde el segundo día, nos dio manga ancha para vivir las situacione­s como quisiéramo­s y la cámara nos seguía. Fue increíble.

¿Es ese el tipo de dirección que le gusta?

Me motiva sentirme libre, igual que trabajar en otros idiomas [habla inglés, italiano y algo de francés], ‘me pone’, pero el cine es trabajo en equipo, construir juntos. Yo tengo mis límites como todos, y necesito un director que me guíe, que me ayude a medir mis fuerzas y a dar con el tono correcto, a buscar el equilibrio.

Rita, su personaje, dice: el perdón hay que pedirlo mirando a los ojos. ¿Usted es de las que lo hace?

Siempre. Miro a los ojos a la hora de responsabi­lizarme de mis errores, que es lo que más cuesta. Prefiero dar la cara y decir lo que me gusta y lo que no, de frente. Uno no puede esperar que otros lo perdonen si no se perdona antes a sí mismo.

Ventura Durall habla en La ofrenda de ventanas que dan al infierno. ¿Hacia dónde dan las suyas?

Ahora mismo dan al campo, a la alegría y al agradecimi­ento. No hay en mi vida ventanas que den a ningún lugar oscuro, por suerte.

¿Se puede decir entonces que su carrera va por donde usted quiere que vaya? ¿Alguna concesión al miedo?

No puedo controlarl­o del todo. A veces sufres porque ese papel que deseas no llega, y luego ves que no pasa nada porque viene otro. He rechazado trabajos sabiendo que eran guays por agotamient­o, por preservar mi salud. Una pena. Ser actriz es un compendio de los ‘síes’ y los ‘noes’, y no siempre aciertas. Ahora estoy en un momento dulce, y no tengo miedo. Prefiero lanzarme y errar que quedarme en casa esperando el papel ideal.

Pero usted lleva una media de dos películas por año desde aquella Juani. Al menos cantidad no falta.

La carrera de actriz es incierta y provisiona­l, hay que organizars­e bien con el dinero, algo que nunca ha sido mi fuerte. No me quejo, pero a veces he pensado: como no salga algo, no sé de qué voy a vivir.

¿A qué aspira?

A afinar cada vez más a la hora de contar historias. Lo próximo será mi primer corto como directora,

Venga a nosotros tu reino.

Y estrenar Explota, explota de Nacho Álvarez, y Orígenes secretos, de David Galán Galindo…

Ambas están ya a punto. En la primera me lo he pasado genial, trabajando el acento murciano, cantando y bailando. La segunda es un thriller muy inteligent­e que va más allá de lo que aparenta. Espero estrenar también a finales de año la serie de Amazon 3 Caminos (Norberto López Amado e Iñaki Mercero).

Y me esperan dos rodajes: con María Ripoll [con la que ya trabajó en 2016 en No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas] una adaptación teatral, y con Paco

Caballero Donde caben dos.

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Alex Brendemühl y Verónica Echegui.
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