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Desde el principio pensé que el asesinato del Txato ( José Ramón Soroiz) debía repetirse en la serie varias veces, al estilo Rashomon. Una especie de mantra que se fuera completando cada vez, calando en la conciencia del espectador. Así lo redacté en los guiones y utilicé la lluvia como elemento diferenciador. Cada vez que apareciera, el espectador sabría que volvíamos al día del asesinato y, a la vez, que añadiríamos alguna información. Esta escena clave que se despliega durante todos los episodios la grabó Félix Viscarret, y contamos con la infinita paciencia de Soroiz, que aguantó toneladas de agua encima hasta que logramos obtener su asesinato desde varios puntos de vista.