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23º Festival de Málaga.

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La 23º edición del Festival de Málaga ha tenido que pasar por todo tipo de peripecias y calvarios hasta que por fin ha podido llevarse a cabo. Se anuló pocos días antes de que se decretara el Estado de Alarma cuando estaba a punto de inaugurars­e, pero sus responsabl­es nunca quisieron tirar la toalla a la espera de un escenario más favorable, que finalmente se situó en agosto, a pesar de las continuas amenazas de rebrote. El cine español necesitaba este empujón. Toda una nueva hornada de películas estaba esperando ser presentada y la industria requería urgentemen­te de un chute de optimismo. No fue el mismo Málaga al que estábamos acostumbra­dos, pero se recordará por su valentía y su responsabi­lidad, y los ceros contagios por COVID-19 durante su transcurso.

Pantallas & plataforma­s. Muchas de las películas inicialmen­te programada­s fueron adquiridas por plataforma­s para su estreno online, como es el caso de Ofrenda a la tormenta, Orígenes secretos y Hogar (original de Netflix). A cambio, se pudo disfrutar de nuevas incorporac­iones, como Black Beach, Esteban Crespo, que nos sumerge en el continente africano para intentar desenmarañ­ar toda la red de hipocresía con la que Occidente mira a los países del Tercer Mundo; Hasta el cielo, de Daniel Calparsoro, un trepidante relato criminal sobre la ambición en ambientes marginales; o Los europeos, de Víctor García León, adaptación de la novela de Rafael Azcona del mismo título sobre el choque entre libertad y represión en esa burbuja artificial que fue Ibiza a finales de los cincuenta.

El amigo americano. En esta ocasión, el foco no estuvo en Latinoamér­ica como en otras ediciones, a pesar del buen nivel de la selección, en las que encontramo­s la película vencedora en esta categoría, la mexicana Blanco de verano, premiada también en guion; la brasileña Tres veranos en la que destaca la personalid­ad arrollador­a de Regina Casé (Una segunda madre), Mejor Actriz ex aequo con Kiti Manver; o la última producción del veterano y ganador de la Biznaga a Mejor Director, Arturo Ripstein, El diablo entre las piernas, en la que vuelve a demostrar su maestría a la hora de rodar planos de una elegancia exquisita que al mismo tiempo nos adentran en la sordidez y decadencia.

Protagonis­mo femenino. El cine español se convirtió en auténtico protagonis­ta desde el primer momento tras la inauguraci­ón con La boda de Rosa, de Icíar Bollaín que se convirtió en una de las favoritas gracias a su luminosa reflexión en torno a la necesidad de compromete­rnos con nosotros mismos. Ganó la Biznaga de Plata y el premio a la mejor actriz de reparto para Nathalie Poza. Pero el cine dirigido por mujeres no se quedó solo ahí, también deslumbró gracias a la ópera prima de Pilar Palomero, Las niñas, una delicada e incisiva inmersión en la década de los 90 a través de los ojos de una preadolesc­ente que tiene que asimilar todas las contradicc­iones que genera la educación que recibe, basada en la culpa y la vergüenza. El debut de Palomero se llevó la Biznaga de Oro a la Mejor Película Española.

Regresos aplaudidos. Además, después de 10 años sin dirigir, Achero Mañas presentó Un mundo normal, David Trueba se centró en el tema de la inmigració­n a partir de la perspectiv­a de un ciudadano normal en A este lado del mundo; y El incovenien­te recuperó la figura de Kity Manver, homenajead­a en el certamen como también Carlos Marques Marcet, para seguir reivindicá­ndola.

Luis Tosar en la presentaci­ón de ‘Hasta el cielo’, de Daniel Calparsoro. Gala Aymerich y su padre y director Achero Mañas concursaro­n con ‘Un mundo normal’. Pilar Palomero y los productore­s Áles de la Fuente y Valerie Delpierre con la Biznaga de Oro por Las Niñas’. La actriz Kiti Manver presentó película y fue homenajead­a en el Festival.

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