Fotogramas

Lluís Danés, por La vampira de Barcelona.

Premio del público en el Festival de Sitges, Lluís Danés parte del escándalo que produjo en la Barcelona de 1912 la detención de una supuesta asesina de niños para reflexiona­r sobre temas que hoy siguen vigentes.

- DE QUÉ VA: Por J. P.

Un reportero investiga el caso de la supuesta asesina Enriqueta Martí, quien le hace una soprendent­e confesión en la cárcel.

Crónica negra. Rodada en una nave abandonada, con muchas ganas, pero poco presupuest­o, Lluís Danés reivindica en su primer largometra­je de ficción, La vampira de Barcelona, a una de las figuras más polémicas de la crónica negra de principios del siglo XX. ¿Por qué el protagonis­ta del film es un periodista y no la propia Enriqueta Martí? He preferido que fuera así porque me permitía contar cómo, casi sin pruebas, se puede convertir a una mujer en un ser malvado. Cuando el poder se une con la prensa y la policía se produce un aquelarre que desemboca en una caza de brujas. Me interesaba que ella estuviera de telón de fondo de la historia que queríamos contar, que es la manipulaci­ón de la verdad por auténticos monstruos para crear demonios ficticios. La película habla de las fake news. Aprovecho también para contar un tiempo y un país.

¿De dónde vino ese apodo de ‘Vampira de Barcelona’ que le colgaron a Enriqueta? Surgió de su intento de suicidio en la cárcel mordiéndos­e las venas de las muñecas, que la prensa transformó en que se bebía su propia sangre. La llaman también ‘la mala mujer’, pero yo la denominarí­a ‘la pobre mujer’, sin ánimo tampoco de santificar­la. El guion, que es de Lluís Arcarazo y María Jaén, en su primera versión, que se remonta a 2009, se centraba en su mito de gran asesina de niños. En los 11 años que han transcurri­do hemos investigad­o, se han publicado libros y ha quedado claro que su mayor delito fue ser pobre, mujer, exprostitu­ta y vivir en el Raval. ¿Cómo era a principios del siglo XX esa céntrica zona de Barcelona?

En 1912, cuando ocurrieron los hechos, era el barrio más poblado de Europa, con una acumulació­n brutal de niños, porque las prostituta­s que lo habitaban parían cada año. La ciudad estaba dividida, sin casi término medio, entre los pobres más miserables y los ricos del modernismo. En ese entorno, con la llegada de drogas como la morfina y la cocaína, se hizo habitual la prostituci­ón infantil.

¿El personaje del reportero existió?

Sí, y fue quien hizo la famosa foto que hay de ella y quien publicó el artículo, que se menciona en la película, en el que se explicaba que no se podía demostrar todo lo que se le atribuía a Enriqueta; salvo que secuestró a la niña Teresita Guitart y que Angelita, que pasaba por ser su hija, no lo era.

¿Cómo han documentad­o el guion?

Sobre todo con la prensa de entonces. Ella fue la gran noticia del momento hasta que se hundió el Titanic. Murió en prisión, de cáncer de útero, en 1913, antes de llegar a ser juzgada.

El peso del film recae en Roger Casamajor. Trabajé con él en la TV movie Laia y quería repetir. Es un actor muy potente, muy exigente y que entra mucho en el papel, que es lo que pide este personaje presente todo el tiempo.

¿Y el resto del reparto?

Nora Navas, además de ser una actriz genial, guarda parecido físico con Enriqueta. He tenido la suerte de contar con un plantel de grandes intérprete­s, como Sergi López, Mario Gas, Bruna Cusí, Núria Prims, Francesc Orella o Pablo Derqui.

En la pantalla se mezcla una escenograf­ía teatral con la animación, retroproye­cciones o el teatro de sombras.

Esto se debe a la influencia de los directores que admiro, maestros como Fellini y su Casanova o Carlos Saura, con Goya en Burdeos. Es mi modo de decir que se puede hacer otro cine aunque tengamos poco dinero.

¿A qué responde el uso alternativ­o que hace del blanco y negro con el color?

Hay tres texturas. El blanco y negro me lo pedía el estilo de la película. Los elementos en rojo, como el vestido con el que canta Amèlia, indican peligro. El color aparece en el prostíbulo, para denunciar que eso no es algo del pasado sino que la pederastia se sigue dando en el presente y se dará en el futuro, por desgracia.

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El periodista Sebastià Comas (Roger Casamajor) busca respuestas en las calles del Raval.

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