Drama. Crítica
★★★★ ★ Lúa vermella
Int.:
un cine gallego más allá de Oliver Laxe. Un cine tan localista como universal, habitado por voces tan particulares como complementarias: las de Eloy Enciso, Diana Toucedo, Alberto Gracia, Ángel Santos o Xacio Baño, quienes, casi de tapadillo y siempre a contrapié, han ido formado una vanguardia, como tantas veces, más valorada allende nuestras fronteras. Dentro de esta cinematografía singular, merece un lugar destacado
Lois Patiño, como ya quedó demostrado en la estimable Costa da
Morte. Lúa vermella (o Luna roja), su segundo largo, premio a la Mejor Película en la sección Zonazine del último Festival de Málaga, confirma la promesa y va más allá, apostando por la atmósfera y el enigma.
Un sobrecogedor cuento de marinos y meigas, con un toque de William Hodgson o Jack Cady, basado en el testimonio susurrante de sus gentes, que reincide en una de las características clave de la mirada de sus coetáneos: el paisaje como testigo mudo de la leyenda y el misterio. Una de las propuestas españolas más sugestivas e insólitas del año, de una pureza casi sobrenatural.
ESTRENO: 30 OCTUBRE
Dir.:
DRAMA.
Lo mejor: la belleza de su febril lógica de pesadilla.
Lo peor: que se le cuelgue el sambenito de película festivalera. ★★★★ ★
Dear Werner (Walking on Cinema)
Dir.:
Int.:
DOCUMENTAL.
1974: Werner Herzog, en un arrebato cuasi místico, camina de Múnich a París con la certeza de que así sanará a la enferma Lotte Eisner. Año 1995: Grant Morrison, guionista y mago del caos, pide a sus fans una masturbación sincronizada para evitar el cierre del poco vendido cómic The Invisibles. Año 2017: el púgil Alfredo Duro viaja a pie hasta Cardiff convencido de que ello permitirá al Real Madrid ganar la Champions.
Peca de prosaico quien crea que los dos últimos casos nada tienen que ver con Dear Werner (Walking on Cinema), el conmovedor, cegadoramente candoroso ejercicio de autoficción ensayística-ceremonial de Pablo Maqueda. Y es que, ambos sirven para evocar una de las principales nociones que supura este absorbente periplo de un cineasta, ideólogo y chamán a través de sí mismo y su memoria mitómana: el sempiterno nexo entre onanismo y arte. Eisner se recuperó, The Invisibles sobrevivió y los merengues ganaron la final. Déjenme creer, pues, que el Cine revivirá gracias a este hermoso ritual consumado con los pies, la mirada y el alma.
Lo mejor: comprobar cómo cinefilia, rodaje y vida se funden con desarmante honestidad. Lo peor: que, como gesta individual, no sea sino el producto de un gran problema general.
ESTRENO: 20 NOVIEMBRE