My Mexican Bretzel
★★★★★ My Mexican Bretzel (España, 2019, 73 min.). Dir.: Nuria Giménez Lorang. DOCUDRAMA.
Sin atisbo de afectación, siguiendo la estela lúdica de ilusionistas de lo real como Orson Welles o Raúl Ruiz, la cineasta barcelonesa Nuria Giménez Lorang convierte su ópera prima en un prodigioso laboratorio de formas fílmicas. Y no es que estemos ante una obra cerebral o distante. Pocas películas del reciente cine español demandan del espectador un vínculo emocional tan directo. De hecho, resulta imposible no empatizar con la reconocible antiheroína del film, una mujer que, a mediados del siglo pasado, se descubre aprisionada en un matrimonio de cartón piedra, en un flagrante régimen de opresión social.
Sin embargo, más allá de su fulgor emotivo, My Mexican Bretzel esconde
un deslumbrante trabajo de alquimia cinematográfica, que surge de la mágica aleación de materiales impuros: unos viejos y coloristas vídeos domésticos, los diarios de una mujer llamada Vivian Barrett y una cuidada banda de sonido, que amplifica el significado de las imágenes a través de un silencio cargado de ruidos.
¿Cómo debemos leer una imagen? Esa parece ser la pregunta que late en el corazón de My Mexican Bretzel. Seguramente, no deberíamos leerla al pie de la letra, como nos indica la frase de un gurú indio que abre la película: La mentira es solo otra forma de contar la verdad. Tampoco sería aconsejable desconfiar del todo, especialmente cuando intuimos que la historia de Barrett, quienquiera que fuese,
está cargada de la misma verdad que impregnó los melodramas de Douglas Sirk, los relatos sombríos de John Cheever o la odisea matrimonial de Te querré siempre (R. Rossellini, 1954).
En un pasaje sublime de My Mexican Bretzel, cuando Barrett describe la magnitud de su catástrofe interior, Giménez Lorang emplea un sonido de hielo resquebrajándose para ilustrar las viejas imágenes de una sesión de patinaje sobre hielo, unos fotogramas que, súbitamente, ralentizan su paso por la moviola y se rasgan ante nuestros ojos. Así habla el cine cuando se le invita a revelarnos sus secretos más preciados.