EDUARD FERNÁNDEZ
El protagonista moldeó su cuerpo para un personaje muy físico, el padre Vergara, alejado de sus roles anteriores.
Rapado, hipermusculado, tatuado. Vergara está desengañado de la Religión. Nada es como en sus tiempos de seminarista en Roma. Y conocer los motivos de su escepticismo conforma la estructura del relato. Un personajazo de lucimiento, exprimido al máximo por el actor, que bromea con que Vergara está entre Dios y el profesor Bacterio en alusión a la barba postiza (a cargo de Lola Gómez) que le aplicaban pelo a pelo durante dos horas y media diarias. Mucho antes de la barba, se esculpió en el gimnasio: Me quité 15 kilos en tres meses y me puse en forma con un culturista fantástico, Didac Rodríguez, que cuando lloraba en los entrenamientos, él me decía: ' Un poco más'. Entrenaba un par de horas al día: pesas, correr y dieta. Me mataron, pero estoy muy contento de la composición. Cuando te miras en el espejo y dices: ' Soy otro', es un puntazo, ayuda mucho y disfrutas a tope. Me encanta esta oportunidad que me ha dado Álex. Para el actor, 30 monedas contiene de todo: Cómic, realidad, magia, thriller, terror, aventura, misterio, casticismo. Con los años, Álex ha ido depurando el exceso y en esta serie ha hecho algo muy evolucionado dentro de su carrera. Su locura aquí está muy depurada. Cuando vas acompañado de un grande, aprendes más, todo es más divertido, y Álex es un grande. En Perfectos desconocidos
ya nos entendimos muy bien, vimos que funcionábamos juntos, confiamos el uno en el otro, y nos hemos amoldado muy bien. Es alguien a quien quiero y admiro mucho. Es muy creador. Sabe mucho de cine, de cámara, de planos, y eso te lo hace todo mucho más fácil como actor. Lo tiene todo clarísimo y a la vez acepta muy bien lo que propone el actor. Es trabajar creando juntos.
Y volvemos a Vergara:
Ha estado en la cárcel, ha boxeado, está muy vivido, sabe a qué y contra quién juega. Alguien que lucha contra las fuerzas del Mal tiene ese careto de haber pasado muy cerca de él, no sabemos si se ha dejado absorber o no, está siempre entre dos aguas. Se verá…