Fotogramas

Macarena García,

Mientras busca su lugar en el mundo en ‘El arte de volver’, “inesperada, preciosa y chiquitita” ópera prima de Pedro Collantes que defiende “con mucho corazón” (y poco presupuest­o), Macarena García se prepara para abrir las puertas del ‘Paraíso’ en televi

- por El arte de volver.

A sus 32 años, Macarena García no anhela el papel de su vida porque opina que ya lo tuvo y coincidió con su debut en el cine en 2012. Aquella exitosa Blancaniev­es de Pablo Berger y la Noemí de Pedro Collantes (su protagonis­ta en El arte de volver) están unidas por el cordón umbilical, puesto que fue una llamada de Berger quien la situó en el camino de baldosas amarillas de esta

peli pequeñita que estrena con la ilusión intacta. En un impasse de su clase de cerámica, su

momento zen del día, hablamos con la actriz madrileña de cómo se trabaja con el corazón, de devoción por su hermano Javier Ambrossi y de una carrera consciente que va armando sin estrépito.

El director de su primera (y premiada) película, Pablo Berger, reapareció ocho años después de Blancaniev­es

para ponerle en bandeja el papel protagonis­ta de

El arte de volver. ¿Las casualidad­es existen?

No sé si existen o si es el destino. Yo estaba rodando la serie Paraíso (para Movistar+) y tenía que trabajar casi todos los días de la semana. Una noche estaba cenando en casa y me mandó un mensaje Pablo diciéndome que tenía una cosa muy bonita que contarme.Yo que tanto lo amo, porque es una de las personas más especiales que se han cruzado en mi camino, lo llamé inmediatam­ente. Me contó que conocía a un chico que iba a hacer su primera película y que buscaba a la protagonis­ta. Me dijo que era el momento de que ambos nos conociéram­os, que él tenía una sensibilid­ad muy especial y que yo merecía un papel como este. Cuando recibí el guion me emocionó, era perfecto, pero la serie ocupaba el cien por cien de mi tiempo y no podía compromete­rme. Entonces, se obró el milagro. Como por arte de magia me dieron dos semanas de vacaciones después de seis meses trabajando a diario, que coincidían exactament­e con los 12 días previstos para el rodaje.

Una señal del destino, entonces.

Dudé muchísimo porque el personaje requería un esfuerzo descomunal y solo tenía 10 días para desarrolla­rlo. Aun así me volví loca y decidí tirar. Y menos mal que lo hice, porque con tan poco margen ha sido uno de los trabajos en los que más he profundiza­do y más he puesto de mí. Hay cosas que me habría gustado ensayar más, pero también es verdad que las circunstan­cias generaron en mí un estado de alerta que no me dejaba estar en otro lugar que no fuera la cabeza de Noemí en esos 12 días de rodaje.

¿Qué había en la cabeza de Noemí que pudiera ‘aprovechar’ de la suya propia?

Yo no me he ido a vivir fuera ni he desapareci­do de mi mundo, no he huido aunque confieso que lo habría necesitado y deseado en algunos momentos críticos. Lo más que he hecho ha sido irme tres semanas a Londres, pero siempre vuelvo a casa. Como en la de Noemí, sí ha habido en mi vida momentos en los que me he sentido perdida y en crisis profunda, me he desconecta­do sin querer, he pasado susto y he sentido la necesidad de reencontra­rme y tomar las riendas sin esperar a que las soluciones llegaran solas. Yo también busco mi lugar en el mundo.

En esa búsqueda, ¿cómo afronta las situacione­s en las que las piezas del puzle no encajan?

No soy de las que se rinden o se resignan. Llevo muchos años haciendo terapia e intento llegar hasta el fondo de los conflictos y los sufrimient­os para atajarlos, no me gusta dejarlos ahí, que se hagan bola y generen más dolor.

¿Algún conflicto profesiona­l que atajar?

He participad­o en proyectos que hoy en día no me gustan, pero mientras los hacía los disfrutaba. Tengo un don para extraer la parte positiva de todo. Incluso esos que no me gustan me han servido para aprender y crecer, por supuesto.

Debutar en cine con un Goya y la Concha de Plata en San Sebastián por Blancaniev­es podría haber interferid­o en ese crecimient­o de alguna manera. ¿Cómo se reconduce una carrera que empieza tan arriba?

Recuerdo que Maribel Verdú me repetía que lo que me estaba pasando con mi primera película no era lo normal, tantos premios y alegrías nada más empezar. Después ya he ido dándome cuenta de que efectivame­nte no es así y que no es fácil recibir proyectos como este. Para mí fue bueno empezar fuerte porque me sentí reforzada en mis

“Un rodaje con mi hermano es una fiesta siempre, proyecta una energía preciosa. Él sabe cómo hacerme sentir valiosa”.

insegurida­des, me sirvió como impulso y me colocó en un lugar precioso. Fue un momento vital que recordaré toda la vida porque pensé: Pase lo que pase a partir de ahora, nada importará porque he hecho Blancaniev­es.

Usted que sabe de terapias… háblenos de esas insegurida­des que confiesa.

Cada vez que me enfrento a un proyecto nuevo paso terror, y lo peor es el momento del ensayo. Aunque me lo estoy trabajando, es un momento en el que en vez de ser capaz de preparar el personaje poco a poco, ir dándole forma con ayuda del equipo, me afano por demostrar que está todo bajo control porque tengo pánico a que me despidan en cuanto me escuchen leerlo. Tengo que superarlo y pensar que si me han cogido será porque confían en mí y relajarme.

Pues quién diría que estamos ante una actriz tan insegura cuando vemos, por ejemplo, su espectacul­ar primer plano en pantalla. ¿Su belleza ha podido restarle credibilid­ad en algún momento?

Agradezco el piropo, ¡pero yo me veo tan normal! Cuando estrenamos El arte de volver en Venecia, en un teatro abarrotado, vi la película por primera vez y no me gustaba nada en pantalla. Me flagelo mucho aunque voy aprendiend­o a perdonarme. Mi físico nunca me ha jugado malas pasadas a la hora de ser creíble; mi voz y la edad que aparento puede que sí.

¿De qué es capaz Macarena García delante de cámara?

De entregarme al cien por cien, de dar mi alma, romper barreras y atreverme a hacer locuras.

Teniendo al cantante Leiva como pareja, y con varios musicales en los inicios de su carrera, ¿no ha pensado en un disco como una de esas locuras?

No descarto nada en mi vida (bueno, algunos papeles, bastantes, sí he rechazado por mil y un motivos), pero no siento que tenga dotes como cantante, no sé componer ni toco ningún instrument­o. Afino, pero mi voz… ¡no lo veo!

Trabajar con su hermano, Javier Ambrossi (en el musical y su adaptación cinematogr­áfica La llamada, entre otros proyectos), podría tacharse también de locura.

Trabajar con mi hermano es un placer, cuento con él para todo, tenemos una relación muy íntima. Es espectacul­ar cómo trabajan Javier Calvo y él, la energía tan bonita que proyectan. Un rodaje con ellos es una fiesta siempre, ir a pasárselo bien, a que sucedan cosas increíbles. Ojalá todos los actores tuvieran la suerte de pasar por sus manos. Mi hermano sabe cómo hacerme sentir valiosa… Trabajar con él no solo no ha sido negativo, sino que nos ha unido a muchos más niveles.

¿Cuándo llegará el papel de su vida?

No sé cuál es el papel de una vida, quizá yo ya lo haya hecho: Blancaniev­es. Esta Noemí de Collantes ha sido increíble también.

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Macarena García y Nacho Sánchez.
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