Dea Kulumbegashvili,
‘Beginning’. La ópera prima de la directora georgiana Dea Kulumbegashvili se ha convertido en una de las mayores revelaciones de la temporada. Una historia sobre la represión femenina en el estricto entorno de los Testigos de Jehová.
DE QUÉ VA:
Yana es la esposa del líder de una comunidad religiosa que no es bien aceptada en el pueblo en el que viven. Tras uno de los ataques a su Iglesia, la joven madre comenzará a sentir que algo cambia dentro de ella.
Nacida en 1986, georgiana que creció en las remotas montañas del Cáucaso y formada en la neoyorquina Universidad de Columbia, Dea Kulumbegashvili, nos habla de su primer largometrahe.
¿Qué temas quería abordar en la película?
Quería cuestionar las estructuras patriarcales sobre las que se sustentan muchas religiones y el lugar que ocupa la mujer dentro de ellas. En cualquier otra película la mujer del predicador sería un personaje secundario, pero en este caso ella se convierte en el centro de la historia.
¿Podríamos decir que hay un discurso feminista en ella?
Parece que haya presión a la hora de mostrar ejemplos positivos sobre la liberación de la mujer a través de modelos activos que tomen las riendas de la situación. Pero yo no quería hacer un retrato universal, sino particular. Y sí, aunque las decisiones de la protagonista sean controvertidas, para mí es una película feminista, porque trata de las pequeñas batallas que libramos en las luchas cotidianas y de qué manera se va marcando el terreno.
¿Tenía una voluntad expresa de remover las conciencias?
Quería sacar al espectador de su zona de confort en cuanto a lo que piensan que son las películas hechas por mujeres y lo que creen que deberían ser.
En ese sentido, la carga de violencia que hay en la película la convierte en una experiencia en ocasiones incómoda.
Siempre he intentado en mis trabajos previos preguntarme quiénes somos, cómo vivimos. Y existe una violencia estructural muy integrada en nuestra vida. En esta película he intentado plantearme hasta dónde llega, cuál es más dañina, si la física, la verbal o la que sacude por dentro.
Desde la primera escena, un plano fijo de una ceremonia religiosa que termina invadida por cócteles molotov, hay decisiones de puesta en escena muy precisas. Tomas largas, fuera de campo. El aspecto visual, lo que vemos y lo que no, así como la planificación, resultan esenciales.
Yo escribo mis propios guiones visualizando de qué manera serán a nivel formal. El concepto de tiempo resultaba crucial en esta ocasión, el no-movimiento. De alguna manera, es una invitación a mirar de forma más profunda lo que ocurre en el plano e ir más allá de las apariencias.
Quizás por esa razón se la ha emparentado con Andréi Tarkovski.
Es un elogio, pero en el fondo creo que lo que están diciendo con esa comparación es que es una película difícil de colocar. ¿Quizás porque soy una mujer y siempre cuesta más encontrar un lugar para nosotras?
El cineasta Carlos Reygadas aparece como productor ejecutivo. ¿Cómo ha sido esa colaboración?
Fue un gran apoyo porque tenemos una visión muy parecida del cine. Sin embargo, cuando vio el primer corte de la película, se enfadó mucho con el final, no estaba de acuerdo. Entonces me di cuenta de que había conseguido lo que quería, generar reacciones viscerales.
ESTRENO: 11 DICIEMBRE (Francia, Georgia, 2020, 130 min.).
Dasatskisi DRAMA.