Charlamos con M. Night Shyamalan, que estrena la nueva temporada de ‘Servant’, serie de la que es productor.
Un punto de partida perturbador, un tono que combina toques de terror, comedia negra y drama desatado. M. Night Shyamalan parece haber encontrado al fin su lugar en TV. Él mismo nos lo cuenta.
La gran pregunta. Durante mucho tiempo, M. Night Shyamalan (Puducherry, India, 1970) creía que su estética no encajaba en TV. Y tampoco es que su primera experiencia en el medio hiciera mucho para que el director de El sexto sentido (1999) cambiara de parecer: Wayward Pines, una serie que mezclaba un aparente escenario idílico cargado de secretos a lo Twin Peaks con elementos sobrenaturales y sorpresas marca de la casa, duró solo dos temporadas. Tras un arranque prometedor y un nudo en el que el anzuelo del misterio se resolvía antes de lo acostumbrado, su final dejó más interrogantes que respuestas. Más que por la trama, por el futuro en TV de un Shyamalan, que parecía haber prestado solo su nombre al proyecto. Por eso, cuando se supo que el cineasta iba producir y supervisar Servant, una serie creada por el británico Tony Basgallop (Hotel Babylon) y protagonizada por Toby Kebbell, Lauren Ambrose, Rupert Grint y Nell Tiger Free, la pregunta era evidente: ¿sería este el giro de guion que necesitaba la carrera en la pequeña pantalla de Shyamalan? Con la segunda temporada ya disponible en Apple TV+ y una tercera en camino, parece ser que sí. El fondo del pozo. Todos mis proyectos empiezan con una idea de la que no sé ver el final, confiesa Shyamalan a FOTOGRAMAS. Como lanzar una piedra a un pozo y esperar el ruido de cuando llega al fondo…, pero que este no llegue nunca. Cuando algo me hace sentir así, sé que tengo una buena historia entre manos. Y eso es lo que me pasó con Servant cuando Tony me hizo llegar el guion del piloto. Me fascinó la premisa, una mujer que ha perdido a su hijo, pero que finge que sigue vivo sustituyéndolo por un muñeco. Me pareció muy emotivo y tan trágico que tenía que saber cómo seguía esta historia. Tenía que oír cómo la piedra llegaba al fondo del pozo, declara el cineasta, que afirma que el formato de media hora y la división de la trama en episodios, más que una limitación es un reto. Mi lado más obsesivo lleva genial lo de tener que concentrar toda la atención en bloques de 30 minutos en los que tienes el control absoluto. El único inconveniente es que a veces se te amontona tanto material que puedes perder de vista dónde estás y qué necesitas. Por eso intentamos rodar lo imprescindible, pero de la mejor manera posible. Y pese a eso, acabas con cinco horas y media de historia, algo más de dos películas, rodadas en el tiempo
en el que tardarías en filmar un largo. Claro está que ni dirijo ni escribo todos los episodios, eso sería imposible. Pero sí que superviso y trabajo estrechamente con los guionistas y los realizadores. Crueldad intolerable. Un control que asume en dos áreas: la definición del tono y la selección de directores. Invitar a gente que admiro a que vengan a rodar conmigo es una de las mejores cosas de la serie. Veo una película que me gusta, llamo a su responsable y le pregunto si le apetece venir a Philadelphia y dirigir un episodio. Así llegaron Julia Ducournau (Crudo), Lisa Brühlmann (Blue My Mind) o Isabella Eklöf (guionista de Border). Siete de los 10 episodios están dirigidos por mujeres. Y menos mi hija Ishana, que también dirige y nació en Estados Unidos, todos los realizadores somos foráneos. Eso tiene su efecto en la forma de narrar y a la vez damos voz a puntos de vista que cuesta que tengan espacio en el cine más comercial, concede el cineasta, que atribuye el singular tono de la serie, un cóctel perverso de terror, drama y comedia negra, a cómo somos Tony y yo. A medida que la historia ha ido creciendo y se ha incorporado gente –como Nina Braddock, guionista de The Sinner–, hemos potenciado el toque de farsa cruel tanto en los personajes como en la trama. Una historia que, y aquí viene el giro
“TODOS MIS PROYECTOS EMPIEZAN CON UNA IDEA DE LA QUE NO SÉ VER EL FINAL. COMO LANZAR UNA PIEDRA A UN POZO Y ESPERAR EL RUIDO DE CUANDO LLEGA AL FONDO…, PERO QUE ESTE NO LLEGUE NUNCA”.
final, arrancó sin saber cómo terminaría: Solo necesité saberlo tras el episodio 10 de la primera temporada. Así podíamos planificar dónde y cómo insertar los grandes momentos, en lugar de que fuera al revés y que estos nos obligaran a ir en direcciones que no nos interesaban. Ahora sí sabe qué ruido hace la piedra cuando llega al final del pozo.