Michel Franco, por Nuevo orden.
‘Nuevo orden’. Gran Premio del Jurado en Venecia, el guionista, director y productor mexicano Michel Franco (‘Chronic’, ‘Las hijas de Abril’) nos zarandea con esta brutal distopía sobre lucha de clases, violencia social y miedo al otro. Hablamos con él sobre el proceso creativo de su película más ambiciosa.
DE QUÉ VA: La boda aristocrática entre Marian y Alan en Ciudad de México se ve interrumpida por una revuelta popular contra la desigualdad, que desemboca en un golpe de Estado.
En casa. Allá por 2014, el premiado realizador Michel Franco (Ciudad de México, 1979) planeaba hacer una película en Europa, preocupado por el regreso de la ultraderecha, la xenofobia y las desigualdades sociales. Intercambiando e-mails con su colega y amigo Gabriel Ripstein ( 600 millas, 2015), se dio cuenta de que lo urgente y necesario era hacerlo ‘en casa’, en terreno conocido, y a partir de una sucesión de escándalos de corrupción en su país. El guion de Nuevo orden estuvo listo tres años después, poco antes del movimiento de los chalecos amarillos en Francia y las revueltas sociales en Chile: Empecé a tener muchas pruebas de que era el momento de hacer este film, para mostrar cómo sería el día en que todo explota, y lo que pasaría después.
Una boda en la alta sociedad, una violenta revuelta de las clases más desfavorecidas y una situación que se descontrola hasta tal punto que se desdibuja la frontera entre buenos y malos, y que estremece por la categoría de ‘normalidad’ a la que eleva la crueldad humana… ¿Hay sitio para la esperanza?
La esperanza está en la reflexión del espectador cuando ve el peor escenario posible, ese al que no queremos llegar, y reconoce que la manera en la que estamos viviendo es insostenible. Hay que dejar de justificar que las cosas son así y que así deben quedarse. Si yo hubiera resuelto el conflicto de la desigualdad de clases de una manera menos oscura, el espectador no se llevaría a casa la tarea que yo quiero que se lleve, un poso profundo. Lo que planteo en Nuevo orden se ha vivido en muchos países, tropezamos siempre con la misma piedra y yo tenía que llevarlo al límite para que el espectador reaccione.Vivimos en una olla a presión y es urgente un diálogo positivo.
Lo han acusado de ponerse del lado de los blancos adinerados y dibujar a los manifestantes de las clases bajas como salvajes sin piedad. ¿Algo que alegar?
Polemizaron con el tráiler sin ver la película. En Nuevo orden no hay ni buenos ni malos, ni unos contra otros, no es tan simple. Muestra una realidad caótica, bastante fiel a lo que ya se está viviendo.
El punto común es la insatisfacción. México está polarizado políticamente y la polémica tuvo ahí caldo de cultivo. Sabía que iba a pasar; de hecho me habría parecido raro lo contrario. No tengo redes sociales, pero sé que fue centro de discusión durante semanas. Como director, ¿qué más puedo pedir? Creo que se debe hablar de las cosas como son, sin rodeos. La violencia y la corrupción no se pueden convertir en algo ‘normal’. En México hay 60 millones de pobres y no veo voluntad real de la clase dominante por cambiarlo. Tampoco se puede culpar a la gente por querer llevar una vida digna. El cine es un gran vehículo para cambiar el estado de las cosas; no digo que pueda cambiarlas, pero alimenta la discusión, que es lo que hace falta.
Tres mil extras, mucha acción, efectos especiales… ¿Es su cinta más ambiciosa?
El presupuesto no fue tan grande como podría parecer, menos que una película promedio europea. Nunca había trabajado con tantos extras, y me ocupé personalmente. Recuerdo que el ayudante de dirección me decía: No te desgastes,
pero yo sabía que el éxito tenía mucho que ver con ello. Yo siempre filmo con libertad, soy escritor, director y productor y no dejo que me digan lo que tengo que hacer. Escucho opiniones, claro que sí, pero al final es una obra personal. Y Nuevo orden supuso un reto porque yo sabía que no iba a conseguir más dinero, pero tenía que lograr esa gran escala para que el conflicto fuera creíble.
¿Y lo consiguió?
Lo que más me costó fue escribir un guion que reflejara muchos puntos de vista, y encontrar el ritmo de la cámara siguiendo a todos los personajes sin que pareciese artificioso. A nivel de producción, lo peor fue cerrar las arterias principales de la ciudad, para que los efectos visuales funcionaran. Tuvimos problemas, a pesar de los permisos en regla, porque los elementos militares en las calles inquietaban a las autoridades, así que los añadimos en posproducción. Dice que Nuevo orden está inspirado en la realidad. ¿Más referentes?
Cuando la hice pensaba mucho en
La batalla de Argel, de Pontecorvo.
Y aunque no fue una referencia directa también estaba ahí Hijos de los hombres, de Alfonso Cuarón, o
La naranja mecánica, de Kubrick, película de mi adolescencia que me marcó, como lo hicieron Los olvidados, de Buñuel, o El cielo sobre Berlín,
de Wim Wenders.
Con esa inspiración ha logrado que muchos de sus largometrajes hayan sido premiados en festivales, como Nuevo orden en Venecia. ¿Qué han hecho sus films para merecerlo?
El cine es un diálogo de ida y vuelta, y siempre pienso en el espectador, en la reacción que tendrá. He sido jurado en muchos festivales y las películas que se quedan son las que provocan impresiones fuertes, como las mías.
En ese diálogo del que habla, ¿algún feedback por el momento?
Lo más halagador es cuando directores a los que admiro me felicitan por mi trabajo. Lo han hecho Abel Ferrara, que la ha visto dos veces y me ha pedido link para volver a verla, y lo mismo me ha pasado con Julian Schnabel.
“LA MANERA EN LA QUE VIVIMOS ES INSOSTENIBLE. HABITAMOS EN UNA OLLA A PRESIÓN Y URGE UN DIÁLOGO POSITIVO. EL CINE ES UN EXCELENTE VEHÍCULO PARA ELLO”.
ESTRENO: 5 FEBRERO
Nuevo orden (Francia, México, 2020, 88 min.). DRAMA.