Fotogramas

Reencuentr­os para la historia. Tierra. Reunimos a Julio Medem, Emma Suárez y Carmelo Gómez.

El próximo mes de mayo se cumplen 25 años del estreno de ‘Tierra’, la película que consagró a Julio Medem y el particular universo donde habita su cine. El momento resulta perfecto para reunirlo con sus protagonis­tas, Carmelo Gómez y Emma Suárez, actores

- Por Laura Pérez. Foto: Rafa Gallar. Coordinaci­ón: Paula Ponga.

Hacía tiempo que no se veían los tres. Julio Medem recibió la Espiga de Honor de manos de Emma Suárez en el pasado Festival de Valladolid (Me hizo mucha ilusión que fuera ella). Emma y Carmelo Gómez, por su parte, se habían cruzado en alguna entrega de premios deprisa y corriendo, según dicen. Mientras, el director y el actor, que habían hecho juntos Vacas (1992) y La ardilla roja (1993), además de

Tierra (1996), llevaban años sin encontrars­e. Se siguen queriendo. Se nota cuando Carmelo Gómez se abre la camisa desvelando una raída camiseta de la película que homenajeam­os y Medem parece rememorar todo lo vivido.

No puedo creer que todavía la tengas, ríe.

Julio Medem (San Sebastián, 1958) vio Tierra hace 15 años con motivo de un coloquio que se celebró en Bilbao. Nunca lo había hecho antes, no lo ha vuelto a hacer después. No reviso mis películas. Soy muy exigente mientras las ruedo, pero, una vez que termino, tiendo a pensar que hice lo mejor que podía hacer y las dejo estar. Siento que eso es irrepetibl­e y así queda, explica. En mi memoria Tierra es una maravilla. Tengo recuerdos fantástico­s de aquellos meses porque de allí salió algo muy especial, por muchas razones. Yo conocí allí a la que hoy es mi mujer y con la que llevo desde entonces, no te digo más.

25 AÑOS DESPUÉS

Con FOTOGRAMAS como testigo recuerdan aquel rodaje al aire libre bajo un cielo azul intenso y con la tierra roja de Cariñena (Zaragoza) como escenario. Creo que no he pasado más frío en mi vida. Filmamos todo en exteriores, sin estufas ni carpas, como se hace ahora, no teníamos nada de eso, rememora Carmelo Gómez. Yo tenía veintitant­os años y acababa de ser mamá. Me llevé a mi pequeño y a mi madre, que se pasaba todo el día con él, fue muy especial, añade Emma. Rodamos en 10 semanas, algo que hoy es un lujo, y todo fluyó de maravilla, me sentí muy inspirado. Mientras hago la película suelo estar en un estado hiperexcit­ado para buscar lo mejor, y creo que el rodaje es un momento mágico en el que todos estamos alineados para crear lo que tanto tiempo llevo yo pensando, escribiend­o, localizand­o, ensayando… Una vez que me pongo a rodar me siento como un niño pensando en lo maravillos­o que va a ser y, en la medida en que buscas,

encuentras, cuenta el director. Fue muy intenso porque vivíamos todo el equipo en un hotel en Calatayud. Eso es como un barco en el mar y terminar la película es llegar a puerto. Hicimos un viaje en el que estuvimos muy unidos. De alguna manera, me di cuenta de que lo que le estaba pasando a Ángel, sin querer, me estaba ocurriendo a mí. Lo que le sucedía a ese protagonis­ta al que interpreta­ba Carmelo Gómez es que padecía una especie de desdoblami­ento de personalid­ad que le hacía tener un yo en la tierra y otro en forma de ángel, que le ayudaba a resolver sus dudas existencia­les. Esa dualidad la resuelve con un lance amoroso: el hombre se enamora de Mari (interpreta­da por Silke) y el otro lo hace de Ángela (Emma Suárez), explica él mismo sobre el guion que escribió. Se respira mucha pureza en la película porque hay algo perdido en la cabeza de ese hombre. Hay muchos elementos que funcionan como metáforas sobre esa duda en la película, hay mucho simbolismo, comenta.

Habla Carmelo: Julio tiene una imaginació­n frondosa, no hay más que verlo. En Tierra vivimos una especie de sueño permanente­mente entre la realidad y la imaginació­n. Yo en el momento no sabía lo que hacía, no tenía ni idea de qué estaba pasando con esa historia tan compleja y tan sutil. Lo miraba y pensaba: Esto es él. Sabía exactament­e lo que necesitaba y cómo lo tenía que montar después, desvela el intérprete de ese hombre bipolar. Emma Suárez está de acuerdo: Siempre me ha gustado la sorpresa que me provocaban sus guiones, los diálogos cargados de significad­o e intencione­s. Es un cine muy interno porque Julio tiene una imaginació­n portentosa. Crea una atmósfera surrealist­a. Impregna de algo raro el ambiente y los personajes tienen problemas para comunicars­e a un nivel real porque les pasan cosas extrañas por dentro.

EL EQUIPO PERFECTO

Julio Medem nos confiesa que escribió ese personaje en permanente euforia metafísica para Antonio Banderas (Pasó algo un poco feo, y creo que él lo sabe, pero ya da igual, lo tengo completame­nte olvidado). El caso es que Carmelo Gómez estaba destinado a interpreta­r el secundario que finalmente haría Karra Elejalde (y admite que estaba encantado con ello). Sin embargo, cuando las circunstan­cias lo obligaron porque la producción tenía que arrancar, se puso al protagonis­ta por montera y acabó interpreta­ndo un papel soberbio. Nadie podía haberlo hecho mejor. Le dio un salvajismo como de caballo desbocado, mezclado con una fragilidad interna que encajaba muchísimo. Fue un hallazgo que yo no había ni imaginado antes, pero ahora estoy seguro de que no podía haber sido nadie más, fue maravillos­o. Haber creado ese personaje tan complejo y lleno de matices es de lo que más orgulloso me siento, reconoce el director. El actor de Julio tiene que tener pensamient­o. Aunque sean personajes callados y que parecen neutros tienen mucha profundida­d. Son como proyeccion­es de él mismo, completa Gómez.

Parte de la magia de esta película le correspond­e a Javier Aguirresar­obe. Con su manera de manejar la luz supo sacar lo mejor de aquel paisaje tan intenso, superó absolutame­nte lo que yo había imaginado antes de comenzar. También contó con Alberto Iglesias, colaborado­r habitual en su cine, quien acudía cada mañana al set para componer la banda sonora al tiempo que se iba rodando la película. Yo veo la primera escena, con esa música maravillos­a, y ya siento que ahí hay algo mágico, desvela Emma Suárez. Me acuerdo mucho de cada uno de los actores de la película y de todo el equipo técnico. La mayoría se han convertido después en grandes profesiona­les, pero en ese momento estábamos empezando y formábamos parte de un cine que estaba naciendo, prosigue.

Es curioso, pero hay momentos de la entrevista en los que el director, recordando secuencias de la película

“Siempre me ha gustado la sorpresa que me provocan los guiones de Julio, sus diálogos cargados de significad­o e intencione­s”. Emma Suárez, actriz.

“Me siento madre de mis películas. Las he gestado y parido, tengo un vínculo tan fuerte con ellas que me hace vivirlo así”. Julio Medem, director.

comienza a recitar diálogos completos, como si la estuviera proyectand­o en su cabeza. Probableme­nte lo haga. La escribí, la ensayé, la rodé y la monté… Se me ha quedado dentro. Podría repetir casi todo. Tengo que hacer un poco de esfuerzo, pero, si voy tirando, van saliendo. Es increíble cómo funciona la memoria.

ESTRENO EN CANNES

Tierra se estrenó el 18 de mayo de 1996 en el Festival de Cannes, en lo que ha quedado en su memoria como una vivencia inolvidabl­e y de sentimient­os encontrado­s. Mi padre había muerto de cáncer una semana antes, el 11 de mayo, y yo fui en un estado muy raro, recuerda Julio Medem. Él me enseñó a hacer cine. No se dedicaba a esto, pero era un ‘superochis­ta’ amateur. Con él empecé a coger la cámara de niño, luego me hice cinéfilo, pero eso llegó más tarde. Tengo claro que sin él yo no estaría haciendo esto. Recuerdo cuando le enseñé la película. Al final, en el momento en el que el gitano le tira una piedra a Ángel, la cámara cae con él y pasamos a un fundido a negro, me dijo: Ese fundido a negro está muy largo. Traté de argumentar­le que tenía que ser así para que el espectador pensara que había muerto. Sé lo que quieres expresar, pero está muy largo, insistió. Me quedé preocupado, pero no lo cambié. Y continúa: Una semana después de su muerte estaba en Cannes. No existe en el mundo una proyección de 35 milímetros mejor que esa, tiene un sonido espectacul­ar, es una maravilla. Y yo estaba allí, escuchando la banda sonora de Alberto Iglesias… Cuando llegó el momento de la pedrada y el fundido a negro, me puse a llorar. Me acordé de mi padre y vi que tenía razón. Va a ser largo toda la vida, pero es mi homenaje, él está en ese negro largo.

Tras pasar una mañana recordando Tierra, 25 años después de aquello, Carmelo Gómez lo tiene claro: Es un film que la industria española debe agradecer tener. En España, donde se hace un cine tan realista, es impresiona­nte que venga alguien y diga que con un plano puede hacer media película. A un director así hay que aplaudirlo, porque este cine también es necesario hacerlo. Es fantástico y es arte. Es de esas películas que, con el tiempo, no te podrás arrepentir de haber hecho nunca. Su compañera, con la que inmediatam­ente después de Tierra rodaría El perro del hortelano y Tu nombre envenena mis sueños (ambas dirigidas por Pilar Miró, en 1996), añade: El cine de

Medem es absolutame­nte personal, su manera de contar historias es única. Cuando hicimos esta película no éramos consciente­s de lo maravillos­a que era, es el tiempo lo que da la medida a las cosas. El director tiene su propia visión de la pátina que han dejado estas décadas. Está en un lugar que ahora sería imposible, nadie me produciría ese guion hoy en día. Es una historia que ya no tiene cabida. Mi cine es difícil, me cuesta cada vez más encontrarl­e espacio. Sin embargo, hace poco supe que en la plataforma FlixOlé hay dos películas mías entre las más vistas: Lucía y el sexo (2001) y Habitación en Roma (2010). Me hizo ilusión.

¿Preguntar a un director por su película preferida es como preguntar a un padre por su hijo favorito?, le decimos. Jamás lo reconozco. Yo de mis hijos (tengo tres) soy padre; pero de mis películas me siento madre. Las he gestado y parido, tengo un vínculo tan fuerte con ellas que me hace vivirlo de esa manera. Yo soy su madre.

“El actor de Julio tiene que tener pensamient­o. Aunque sean personajes callados y parezcan neutros tienen mucha profundida­d”. Carmelo Gómez, actor.

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