Eusebio Poncela, por Merlí Sapere Aude (TV).
Protagonista de la película (“que no fue a ver ni Dios”) de culto por antonomasia del cine español, ‘Arrebato’, de Iván Zulueta, el intérprete es el regalo de la segunda temporada de ‘Merlí. Sapere aude’. FOTOGRAMAS ha hablado con él.
Tienes que adorar las contradicciones; yo las amo. Yo soy una contradicción. Son muy entretenidas. Charlar con Eusebio Poncela es eso, entretenimiento puro, pero también un juego entre entrevistado y entrevistador donde se solapan lo contradictorio y lo auténtico del personaje, del excelente intérprete y de la persona que naciera en 1945 en Madrid. Soy de Vallecas, vallecano. Un barrio muy bravo donde vemos por el ojete directamente. A veces soy muy ingenuo, pero no tanto como para permitir que venga Anne Baxter a darme por el culo. Eusebio al desnudo. Abróchense los cinturones porque va a haber tormenta.
DOS VECES YO
Entrevistar a Eusebio Poncela es esa fiesta nocturna en casa de la Margo Channing (Bette Davis) de la Eva al desnudo de Mankiewicz. Multitud de invitados, pullas, verdades y un anfitrión que parece desdoblarse y sentirse cómodo en ello. Unas veces, las que más, manda al edadismo a tomar por donde amargan los pepinos desafiando al mismo tiempo (No es que odie la nostalgia, es que no soy nada nostálgico) con un ¿ Tú has visto este cuerpo mío? Tengo 75 años y mírame lo buenorro que estoy, coño. Una cosa es que tenga esta edad y otra que sea la momia de Tutankamón; y otras, como cuando recuerda el rodaje de una película, mira hacia arriba y sonríe mientras dice que es verdad, ¿en qué año era?
1973, creo… Soy muy viejo… Es entonces cuando comprendes por qué en la autobiográfica Dolor y gloria Pedro Almodóvar desdobló la supuesta figura real de Poncela, el de los tiempos de La ley del deseo y Matador, en dos personajes encarnados por Asier Etxeandia y Leonardo Sbaraglia. Soy bipolar, o eso pensaba, comparte el actor. La encerrona esta de la pandemia me ha descubierto, aparte de muchas manías que había olvidado que tenía, que no es que sea bipolar, querido, sino que tengo una compañía de repertorio en mi interior. De 5 a 7 están con la comedia. ¿Y la tragedia? No, para la tragedia me tienen que pagar. Soy muy melodramático, joder; si no, no sería yo. Me levanto cada día cantando. Soy esa clase de tipo enloquecido porque… hay que joderse, sí: me levanto cantando.
HISTORIAS DE LA TELEVISIÓN
Eusebio Poncela es historia de nuestra televisión. No solo la gran cantidad de dramáticos en los que participó en TVE en sus inicios, sino dos verdaderos hits en los años 80, también para el entonces canal único, como Los gozos y las sombras y Pepe Carvalho. Un medio para el que lleva trabajando ininterrumpidamente desde hace años, aunque dejemos que sea él quien lo cuente: En eso, y el teatro, he estado. Sí, sobre todo en el puterío de las series. Ampliamente podéis llamarme puta serial. Isabel, Águila Roja, El accidente… Me salieron hasta clubs de fans gracias a ellas. Y bueno, aquí estoy ahora con esta producción de Movistar. Las series, aunque soy más de miniseries, de no alargar el chicle, tienen hoy el dinero, y el dinero mueve a los creadores y a la industria. Seré un actor subterráneo con vocación de serlo toda la vida, y un montañero austero también, pero no soy gilipollas: necesito el dinero, sobre todo para viajar… cuando se pueda de nuevo. Merlí. Sapere aude, que es esta producción de Movistar de la que te hablaba, bueno, la que nos tiene aquí hablando, me ha parecido un proyecto estupendo, me lo he pasado bien, he estado a full con él, me he sentido protegido por todos, desde el creador, Héctor Lozano, al director, Menna Fité, pero ya les he dicho que ni se les ocurra llamarme para otra temporada porque ni pedo, ni harto de vino voy a hacerla.
“Tengo una compañía de repertorio en mi interior. De 5 a 7 están con la comedia. ¿La tragedia? No, para la tragedia me tienen que pagar”.
DE DANTE A DINO
¿Podría haber algún punto de conexión entre el inolvidable Dante de Martín (Hache) de Adolfo Aristarain y el Dino que Eusebio Poncela interpreta en la serie? No lo sé, reflexiona. Como no sea de Dante el Infierno de Dante y de Dino el Satanassa, su local, esa cueva maravillosa llena de gente excéntrica, de mariconeo y que era de ahora, de hace cinco minutos, no un eco nostálgico de los 80. Dino… Me pensé un poquito hacerlo porque me parecía algo esquemático, pero al final acepté por dos razones: por María Pujalte, que es profesional, discreta y agradable (las dos últimas cosas ni las huelo yo). Descubrí que estábamos hechos el uno para el otro y directamente la amé. Y la segunda razón es porque podía cantar el Yo no soy esa de Mari Trini. ¡Y hacerlo mejor que ella! Admiro a Mari Trini, un ‘bollerón’ como pocos, tan frágil, cantando canciones como esta en una España de mierda como aquella… Pero a mí me ha quedado mejor.
UN ACTOR ÚNICO
Con una película confirmada para el próximo agosto y proyectos teatrales a la vista, Eusebio Poncela no quiere ni puede parar. Soy muy entregado, mucho. No concibo nada que no sea dedicarme a este oficio. Jamás falté a un rodaje o una función a pesar de que al segundo día de trabajo me diera cuenta de que todo iba a ser un desastre. Recuerdo por ejemplo Werther (1986)… Pilar Miró quería a William Hurt para el papel. William Hurt, ese loro papúa de Nueva Guinea que estuvo bien cinco minutos y luego se fue a tomar por culo. Pilar se tuvo que conformar conmigo porque le recordaba a Hurt, pero todo fue un horror, un rodaje tremebundo. ¿Dirigir yo? No, no tengo esa vanidad. También es que soy muy crítico, pero sé de cine, mucho, y veo muchísimo cine, lo que pasa es que soy muy hijo de puta conmigo mismo y prefiero que me dirijan y darles yo por el culo. No tengo amigos actores, nunca los he tenido. He estado con putas, yonquis y gastrónomos, pero no con actores. No por nada, pero verme reflejado en ellos con las mismas manías, temas de conversación… No, eso no.
PONER EL ALMA
Hablamos con Poncela de los directores con los que trabajó y, salvo Adolfo Aristarain y los dos Almodóvar, no repitió (Me suda la polla repetir o no con alguien, zanja el asunto), pero hay uno a quien quiere reivindicar: Lluís Josep Comerón. Rodé con él Larga noche de julio (1974), en Barcelona. Era un ser increíble, un artesano en la mejor acepción del término. No era una Mari Pili o una Mari Pedro. Amaba el cine y hacía cine. Amo el cine, no solo verlo, sino hacerlo. Sí, el proceso de rodar una película puede parecer insoportable, un coñazo, pero de repente te llega un subidón feroz y sublime y pones tu alma en esa película, en ese papel. No es la cara, es el alma, y yo he puesto el alma en todo lo que he hecho. Estaré en activo hasta que me muera, cagándome en todo, porque le he puesto alma. ¿Te parece un buen colofón para cerrar esta entrevista? Sí, el mejor.
Como Eusebio Poncela.
“No concibo nada que no sea dedicarme a este oficio. Jamás falté a un rodaje o una función a pesar de que al segundo día me diera cuenta de que todo iba a ser un desastre”.
“He puesto el alma en todo lo que he hecho. Estaré en activo hasta que me muera, cagándome en todo, porque le he puesto el alma”.