Julien Temple, por Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan.
‘Crock of Gold: Bebiendo con Shane MacGowan’. El gran Julien Temple se acerca a la figura del controvertido líder de The Pogues para componer un vibrante documental en el que encontramos música, alcohol, rabia, lirismo, espíritu contestatario y autodestru
Coincidiendo con el 60º cumpleaños de Shane MacGowan, nos sumergimos en su kamikaze trayectoria como icono de la música popular irlandesa y adalid de los excesos.
El gran (cronista) musical. Julien Temple (Londres, 1953) sigue entregado a la tarea de encajar las piezas de su particular puzle musical y vivencial sobre la historia de la escena punk inglesa de los 80. Tras diseccionar a los Sex Pistols o a Joe Strummer, ahora le toca el turno a Shane MacGowan, con cuya banda The Pogues, se convirtió en un estandarte de la esencia de su país, Irlanda, a través de un puñado de himnos en los que aunaba rebeldía y riqueza poética. Creo que en el fondo todos mis films sobre música forman parte de un mismo proyecto que, en realidad, es la historia de mi vida, contaba Temple durante la presentación de Crock of
Gold: Bebiendo con Shane
MacGowan, en el Festival de San Sebastián, donde ganó el Premio Especial del Jurado. Tienen un sentido íntimo porque yo he formado parte de esa época. Así que ni siquiera las considero documentales, detesto ese término. Lo que hago es encajar el contexto, la música y los personajes e intentar establecer una conexión con ellos.
Testigo de un tiempo. El director mezcla formatos, animaciones psicodélicas, grabaciones de la época y entrevistas para crear, como él mismo define, una fábula, la que el propio MacGowan se creó como personaje. Pero lo cierto es que también se convierte en un documento que consigue trazar un panorama social, político e incluso literario de la historia de Irlanda en la que se mezcla la pobreza, la inmigración, James Joyce, el IRA y el whisky. La música es una manera fantástica de entender el pasado. No quería ser académico, pero la idea de viaje en el tiempo siempre estuvo presente para que el espectador se situara en esa época y entendiera el contexto.
El mal trago de MacGowan. La cámara de Temple ya se quedó absorta en el rostro de MacGowan en los primeros bolos de los Sex Pistols. Era un punk de calle más, pero con un extraño carisma: Shane puede ser la persona más desagradable del mundo, pero también muy dulce.
Esa dicotomía le define, quería plasmar todas sus contradicciones. Reconoce que, cuando le ofrecieron el proyecto, estuvo a punto de rechazarlo por el mal carácter legendario de MacGowan, agudizado hoy por las drogas y su parálisis actual que lo obliga a vivir en una silla de ruedas. Un amigo común, Johnny Depp, ejerció de intermediario. Sin él no habría sido posible. Shane nos habría mandado a la mierda desde el primer instante. Aun así, lo hizo varias veces.
ESTRENO: 16 ABRIL
Crock of Gold: A Few Rounds With Shane MacGowan (R. U., EE. UU., 2020, 124 min.). DOCUMENTAL.