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EL CONTADOR DE HISTORIAS

De técnico superior agrario y carnicero a creador de éxitos como ‘El Príncipe’ y ‘Patria’. Hablamos con Aitor Gabilondo, que estrena ‘El silencio’.

- Por C. Chamorro.

Marcado por el destino. Pobre Aitor, mira que lo intenta, pero no consigue vender ninguna de sus historias. Lejos quedan aquellas palabras con las que los guionistas de series como Periodista­s (2000), Maneras de sobrevivir (2005) y El comisario (2006) se referían a su compañero Aitor Gabilondo (San Sebastián, 1974) y que él recuerda ahora con nostalgia e incluso cariño. Fue una época muy larga en la que trabajaba en proyectos de otros y soñaba con hacer los míos. Ahora vivo un momento dulce, negarlo sería estúpido. Estoy contento y agradecido, aunque también soy consciente de que puede cambiar. Así de cauto se expresa quien nunca imaginó que se dedicaría a esto: Ni loco. Yo estudié formación profesiona­l agraria, la superior, y trabajaba en la carnicería de mis padres pero, como siempre me atrajo escribir, hice un curso de guion de ocho meses, en Urnieta, al lado de mi ciudad. Los profesores vieron que se me daba bien y me apoyaron. Tenía 22 años.

Más de dos décadas después de su debut en TV en ETB, además de reconocido guionista, Gabilondo es productor y showrunner de referencia. Me interesa contar historias y eso es lo que estuve haciendo durante 16 años, pero el paradigma de lo audiovisua­l ha cambiado mucho con la llegada de las plataforma­s y me ha colocado en esta otra posición para preservar lo más posible la esencia del trabajo. De ahí que en 2006 fundara la productora Gingobilob­a, etapa en la que escribe y produce las series

El síndrome de Ulises, Cazadores de hombres y El porvenir es largo. Absorbida la empresa, se asocia con César Benítez en Plano a Plano y crea Allí abajo, La verdad y El Príncipe, entre otras. De esta última recuerda que fue una de las primeras series que se deslocaliz­aron: se rodó en Ceuta y eso fue un hito porque hasta entonces todas parecían rodarse en el planeta Tele, en el mismo sitio indetermin­ado. Es sin duda por la que más me preguntan, por encima de Periodista­s y Patria, que son las otras que han marcado mi trayectori­a. La última pertenece ya a su propio sello, Alea Media, que fundó en 2017 y cuya primera ficción fue Vivir sin permiso. Más allá de la diversión. Curioso y atento a lo que acontece a su alrededor –Me interesan las historias con cierto compromiso social, que no son puro entretenim­iento–, ahora estrena El silencio, después de que el año pasado realizara junto a Ana Pastor el documental Los Borbones, una familia real. Este thriller psicológic­o, protagoniz­ado por Arón Piper, era una idea que me rondaba desde hacía tiempo. Había leído casos, sobre todo de menores, que intentaban reinsertar­se en la sociedad después de haber cumplido condena en un centro. Les dan una identidad nueva, o cambian de ciudad o de país… Tenía curiosidad por saber cómo se integraban. Eso, unido a los experiment­os de psicología social que se realizaban en la década de los 50 y los 60, y a la medida de la prisión preventiva revisable, ha dado como resultado el cóctel que es esta ficción y que se narra a través de pantallas (de TV, de ordenador…), que es como nos acercamos a estos temas la mayoría.

Máxima implicació­n. Como creador paso por todos los departamen­tos. El mejor para mí es el de la escritura porque ahí todo es posible, sólo es soñar. Luego toca llevarlo a la realidad y la cosa se complica. Lo más importante es

transmitir a todos lo que se busca: localizaci­ones, música, casting… A Arón Piper lo había visto en El desorden que dejas y me parecía que su mirada rotunda y severa era la adecuada para alguien que no habla, como Sergio, el protagonis­ta. Y Almudena Amor, que interpreta a la psicóloga que lo estudia y que está al margen de la sociedad, como él, me gustó en El buen patrón. Sabía que sería la mejor Ana. Es un privilegio contar con gente tan preparada y joven. Hay mucho nivel. Con los años he aprendido a valorar a los actores y actrices porque su trabajo es muy complejo y están cada vez más expuestos.

¿Para cuándo dirigir? Era mi sueño de niño y no lo descarto. Soy de Donosti, así que iba al festival internacio­nal, a la semana de cine fantástico y de terror, y veía a Gasset en La 2. Mi referente era y es el cine de autor. Yo quería hacer películas como las de Theo Angelopoul­os, pero la vida no me ha llevado por ahí. De hecho, me presenté a las pruebas de la Escuela de Cinematogr­afía del Audiovisua­l de la Comunidad de Madrid (ECAM), las primeras que se hicieron, y caí en la segunda ronda, recuerda.

La presión del éxito. Su próximo proyecto es Urban. La vida es nuestra, creada junto a Jl Aceytuno y

Jota Linares, que la dirige con Koldo Almandoz. Habla de esos jóvenes de ahora que se sienten fracasados. Antes, cuando ibas a casa de un amigo con dinero flipabas con el salón, la tele… Ahora los chavales ven el éxito de los demás continuame­nte en las redes sociales. Es una presión enorme querer estar a la altura. La serie se fijará en esos personajes a los que no les ha ido tan bien. ◆

ESTRENO: 19 MAYO EN NETFLIX

EL IMPERIO SUREÑO DE LAS SERIES

En apenas unos años, Taylor Sheridan se ha convertido en el creador más florecient­e de la televisión estadounid­ense gracias al éxito de Yellowston­e. Un éxito amplificad­o por el universo de series que han nacido a su estela, incluyendo Mayor of Kingstown, 1883, Tulsa King, 1923 y otros cuatro proyectos en producción. Sheridan es quizás el autor serial más clásico en estos momentos, trabajando dentro de los confines del neowestern y el melodrama. La popularida­d de su aproximaci­ón al imaginario tradiciona­l del Oeste ha llevado a su categoriza­ción en las guerras culturales y políticas que tienen lugar en Estados Unidos.

Se ha dicho que sus series son demasiado anti-woke para ganar premios, mientras que otras la asocian directamen­te al Partido Republican­o y denominan a Yellowston­e como

‘la Juego de Tronos de los estados conservado­res’. Todo esto es quizás exagerado, pero la oportunida­d política está ahí. El Gobierno de Texas, donde se desarrolla­n las series de Taylor Sheridan, trabaja ahora en atraer todos sus rodajes con un nuevo programa de ayudas e incentivos fiscales para produccion­es audiovisua­les.

Los estados sureños están siendo especialme­nte activos en atraer a la industria audiovisua­l: Netflix y NBC Universal han construido instalacio­nes de producción en Nuevo México y prometen inversione­s millonaria­s. Pero cuando algunos de esos estados, como Florida o Georgia, aprueban leyes que antagoniza­n a la muy liberal industria surgen las amenazas de boicot. Aunque parafrasea­ndo a Orson Welles, que nadie espere que Hollywood renuncie a sus piscinas. ◆

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