DE CUANDO FUIMOS ‘DJ RECANATO’
Paco Plaza conoce a Jota (todos los amigos de Juan Antonio Bayona lo llaman así) desde hace casi 30 años. En todo este tiempo, los dos cineastas han compartido confidencias, consejos, éxitos y… alguna que otra fiesta.
Conocí a Jota en el Festival de Cortos de Cotxeres de Sants, en Barcelona, a principios de los 90. Cómo ha pasado el tiempo. Eso fue antes de que hiciera Mis vacaciones, su primer cortometraje, y ya en ese momento tuve la impresión de que me encontraba ante alguien con una mirada especial, con una capacidad extraordinaria de conectar emocionalmente con los espectadores. Y creo que eso es lo que lo caracteriza como director. Desde sus primeros cortos a su última película, La sociedad de la nieve, pasando por los videoclips de Camela, siempre ha tenido esa voluntad de seducir a la audiencia.
Una de las cosas que más me gustan en el mundo es ir al cine con Jota y luego diseccionar juntos las películas. Me dan mucha envidia los chavales que lo han tenido de profesor, porque tiene una capacidad brillante de análisis y de comprensión de los mecanismos narrativos. Pero lo que mejor se le da es ver lo que hay detrás de las historias. Dicen que hay gente en la vida que son vampiros energéticos, que te quitan las ganas de hacer cosas, pero con Jota es todo lo contrario. Me alimenta, me estimula mucho ver esa hambre constante por mejorar. Es como un pitbull que, hasta que no ha exprimido todo lo que puede sacar de cada proyecto, no lo suelta. Por eso es tan meticuloso y tan autoexigente con su trabajo, funciona así. Por nuestra amistad he tenido oportunidad de seguir sus películas desde las primeras versiones del guion y he podido ver cómo ha ido afinándolas con cada montaje, en un afán perfeccionista que deriva en la búsqueda de la excelencia. No lo concibe de otra forma. Nunca se da por vencido.
El año 2007 fue el que cambió nuestras vidas con el estreno de [·REC] y El orfanato, pero también marcó mucho nuestra relación porque tuvimos oportunidad de compartir el éxito de ambas películas, junto con Jaume Balagueró, en festivales de todo el mundo y de vivir una experiencia prácticamente insólita. No es habitual que dos películas españolas tengan ese nivel de éxito internacional, pero es que además coincidía el que éramos amigos. Experimentamos juntos el Festival de Sitges, el estreno de
El orfanato en París… El fenómeno fue tal que incluso llegamos a pinchar en una fiesta como DJ’s, los dos juntos, bajo el nombre de ‘DJ Recanato’. También, en una ocasión, estábamos en la Seminci y nos fuimos a un karaoke de Valladolid a cantar Dos hombres y un destino, y un grupo de chicas que estaban de despedida de soltera nos reconocieron (o les gustó nuestra interpretación) y nos invitaron a la boda.
Más tarde llegó su despegue internacional, y esa imagen que se ha labrado de autor europeo en una industria tan gigantesca. Se ha ganado un aura de prestigio merecido, especialmente a raíz de Lo imposible y Un monstruo viene a verme, que lo separan del típico director convencional mainstream. Y yo no puedo más que sentir un orgullo de madre, como la Pantoja, aunque sería muy presuntuoso decir que me siento parte de ello porque no es verdad, pero sí que me alegro muchísimo porque es una persona a la que quiero y admiro, y que sigue siendo el mismo chaval de barrio de cuando nos conocimos y nos hicimos amigos. No deja de ser significativo que su productora se llame ‘La Trini’, en homenaje a su barrio de toda la vida, La Trinitat Vella. Jota siempre ha sido un tío con los pies en el suelo, bien plantados, aunque ahora se esté codeando por méritos propios con los más grandes. Y el mejor ejemplo es el esfuerzo titánico que ha hecho por sacar adelante una película tan grande como La sociedad de la nieve en nuestro idioma y con actores desconocidos. ◆
“NO DEJA DE SER SIGNIFICATIVO QUE SU PRODUCTORA SE LLAME ‘LA TRINI’, EN HOMENAJE A SU BARRIO DE TODA LA VIDA. JOTA SIEMPRE HA SIDO UN TÍO CON LOS PIES EN EL SUELO”.