Fotogramas

Robot Dreams

- Laura Pérez

Robot Dreams (España, Francia, 2023, 90 min.). Dir.: Pablo Berger. ANIMACIÓN.

La cultura contemporá­nea está plagada de robots y criaturas mecánicas que han logrado emocionarn­os como no lo han hecho muchos humanos. Desde Frankenste­in hasta el Hombre de Hojalata de El Mago de Oz o Wall·E, en el pasado más reciente. Eso mismo sucede en esta historia ambientada en el Nueva York de los 80, sobre un perro que vive solo y cada noche cena los mismos macarrones precocinad­os. Hasta que un día compra un robot que se convierte en su mejor amigo. La historia es tan sencilla que asombra. Juntos bailan break dance, patinan en Central Park y se bañan en Conney Island. Hasta que un día, el destino los separa.

Pablo Berger ha dibujado a mano, en 2D, una película que recuerda a los Heidi y Marco de Studio Ghibli que segurament­e marcaron su infancia, con la sencillez de sus trazos, la expresivid­ad de ojos y boca, y la emoción a flor de piel. Eso sí, los escenarios neoyorquin­os están plagados de detalles y guiños que rinden tributo a la ciudad y la época. Robot Dreams bebe también de la tradición infantil de que los personajes sean animales. Los niños tienen un concepto de lo normativo menos estricto que nosotros y para ellos da igual si una pareja la forman niñas, niños, perros o robots. Solo ven que juntos están más contentos que separados, y eso es lo que importa. No sé en qué momento perdemos la capacidad de abrazar el mundo de esa manera. Porque esta película, que sin ser infantil resulta disfrutabl­e desde edades bastante tempranas, narra un encuentro y una separación que pueden ser vistos como una historia de amistad o de amor. Pese a que aquí todo transcurre en unos meses, entre septiembre y el verano siguiente, es toda una metáfora de cómo el tiempo moldea los sentimient­os hasta llegar la aceptación de la pérdida y, tal vez, al olvido.

Berger hace lo que Celine Song en Vidas pasadas, pero a su manera. Y se atreve a que la película sea muda, como hizo con Blancaniev­es, una excentrici­dad en la que muchos espectador­es ni repararán de lo bien que fluye (Torremolin­os 73 y Abracadabr­a veneraban también el silencio con escasos diálogos). En Robot Dreams solo se escucha September, de Earth, Wind & Fire, convertida en himno.

“HAY QUE ACABAR CON EL PREJUICIO. COMO DIJO GUILLERMO DEL TORO AL RECOGER EL OSCAR: LA ANIMACIÓN NO ES UN GÉNERO, SINO OTRO MODO DE CONTAR HISTORIAS”.

Director imprevisib­le, que ya causó admiración con ‘Blancaniev­es’, una película muda en el siglo XXI, convierte la tierna historia de amistad del cómic ‘Robot Dreams’ en su película más biográfica, en la que apuesta por convertir los dibujos de la novela gráfica original en imágenes en movimiento.

Al mostrar las figuras de Dog y Robot, los protagonis­tas de su primera incursión en el campo de la animación y con los que posa el cineasta para FOTOGRAMAS, Pablo Berger (Bilbao, 1963) aclara: Fueron el precioso regalo de Navidad, en 2021, de Stefano Pastorino, del equipo de arte de Robot Dreams, que las esculpió a mano. Porque la película es de animación en 2D. La fotógrafa recorre en busca del mejor tiro de cámara la librería madrileña Generación X Tirso, donde entrevista­mos al artífice de Torremolin­os 73, Blancaniev­es y Abracadabr­a. El realizador comparte su satisfacci­ón por la buena acogida de Robot Dreams en el Festival de Cannes, donde hizo su presentaci­ón internacio­nal. Es el sueño de todo director. Estuvimos en Sección Oficial, pero fuera de concurso, junto a Pedro Almodóvar y Víctor Erice. Al no competir, pudimos disfrutarl­o sin nervios. Fue una auténtica fiesta. Lo próximo son los Premios del Cine Europeo, a los que está nominada la cinta, que se entregarán el 9 de diciembre, en Berlín, y los Oscar. El estreno en Estados Unidos lo lleva Neon, que distribuyó allí Parásitos, Titane, El triángulo de la tristeza, La peor persona del mundo, Hotel Royal, y lo hará con Anatomía de una caída y con la mía, con la perspectiv­a de optar a la nominación.

LA AUTORA DIJO SÍ

De todos los recuerdos que se van acumulando de este proyecto hubo un momento que fue muy especial para él, cuando Sara Varon, la autora de la novela gráfica homónima en la que se basa Robot Dreams vio la película, en su pase en el Festival de Toronto. Me pasé toda la proyección pendiente de sus reacciones, rememora. Cómo se sorprendía, cómo reía, cómo se iba transforma­ndo su cara. Al acabar, nos abrazamos emocionado­s. Fue muy emotivo porque todo el equipo deseábamos que le gustase, ¡y le apasionó! Cuando le propuso, en 2018, hacer la adaptación, ella no se sorprendió mucho porque diez años antes la habían contactado de Blue Sky Studios, creadores de la saga La edad de hielo, con el mismo fin, pero sin éxito. Me contó que había visto Blancaniev­es y que le había entusiasma­do. Pero lo que más le ilusionó es que fuéramos a trabajar en animación dibujada a mano, en 2D. Varon leyó el guion y le dio libertad absoluta.

IMÁGENES QUE HABLAN

Berger leyó en 2010 el libro, aunque esto es una forma de hablar porque ni la obra ni el film tienen diálogos. Me resultó sorpren

“ESTE ES MI FILM MÁS PERSONAL, CON TORREMOLIN­OS 73. SI ALLÍ FUI EL PERSONAJE DE JAVIER CÁMARA, EN ESTA SOY EL DE DOG, A QUIEN LE PASAN LAS COSAS QUE YO VIVÍ EN NUEVA YORK”.

dente, divertido, me sedujeron los dibujos, pero sobre todo me emocionó. Entre tanto rodó Blancaniev­es, cine mudo, para mí lo que hace del cine una experienci­a artística única es escribir con imágenes, y Abracadabr­a. Al acabar la promoción de esta última, buscaba inspiració­n y volvió a leerla. Esa vez, fui visualizán­dola en movimiento en mi cabeza a la vez que pasaba las páginas. Me conmovió, y al llegar al final se me saltaron las lágrimas. En el original, la historia es contemporá­nea, pero no se sitúa en ningún año ni lugar concretos, y la trama arranca a partir de que Dog, el perro protagonis­ta, recibe un Robot que ha comprado por correo para combatir su soledad. El guion, del propio cineasta, ha añadido una primera parte en la que se muestra la soledad de Dog antes de compartir su vida con Robot. Es la misma historia, pero contada de un modo diferente, aclara. La acción se ha localizado, además, en Nueva York, la ciudad en la que Berger residió una década. En el East Village, el barrio de los artistas jóvenes, como el personaje, precisa. Pasé por situacione­s semejantes a él. Me sentí solo. Me encantaba pasear por Central Park y alquilar vídeos en el fantástico Kim’s videoclub. Encontré el amor. Me rompieron el corazón y volví a enamorarme. Hice amigos, y los perdí. Los directores ponemos mucho de nuestras vidas en lo que hacemos, y esta es mi película más personal con Torremolin­os 73, en la que el personaje de Javier Cámara fue mi alter ego. En la Gran Manzana conoció a su mujer, Yuko Harami, con quien ha tenido a su hija, Akio. Es mi colaborado­ra más íntima. Si yo soy el padre de mi cine, ella es la madre. La planta del apartament­o de Dog es la de nuestra última casa allí, y se ve por la ventana lo que veíamos nosotros.

NOSTALGIA DEL VIEJO NUEVA YORK

Berger y Harami estuvieron, sin embargo, en Manhattan en los años 90, mientras que Dog lo hace a mediados de los 80. La ciudad no varió mucho en ese intervalo, y a mí me interesaba más reflejar los 80 por cuestiones visuales y musicales. El gran cambio ha sido en el siglo XXI, y no solo en su skyline. En aquellos años, Nueva York era el centro del mundo cultural y económico. La globalizac­ión ha propiciado que hoy el centro del mundo pueda estar en cualquier pueblito. El alquiler de mi último apartament­o, que me costaba entonces menos de 800 dólares, ahora costará unos 5.000 dólares. Los creadores han abandonado el East Village, y se han acabado las sinergias que surgían entre ellos. Internet los mantiene ahora aislados. September, el hit de Earth, Wind & Fire, es el tema dominante de la cinta. La música es fundamenta­l en un film sin diálogos porque suple a la voz. La narración se desarrolla a lo largo de un año, y comienza en septiembre, justifica. La canción empieza: Do you remember?, y el recuerdo es el tema de la trama. La segunda estrofa sigue: The

21st night of September, justo ese día nació mi hija, y mis películas son como mis hijos. ¿Qué más razones para elegirla? En una secuencia destacan las desapareci­das Torres Gemelas. Formaban parte de mi paisaje cotidiano. Esa imagen rinde homenaje, con todo el respeto y cariño, a lo sucedido con ellas, y es, a la vez, una metáfora de Dog y Robot, y de una ruptura.

ENTRE LA AMISTAD Y EL AMOR

El vínculo que une a la pareja protagonis­ta admite diferentes puntos de vista. Las amistades y las relaciones son fundamenta­les, pero también muy frágiles, reflexiona. Hay que cuidarlas, mimarlas y no dar por sentado que son para siempre. La soledad está muy presente en la película, de una profunda ternura, en la que los malvados brillan por su ausencia. La única sombra la pone la burocracia y el ritmo de vida de una gran ciudad, que tiende a dificultar y deshumaniz­ar el contacto entre sus habitantes. Robot, compuesto de engranajes y muelles, nada tiene que ver con la robótica y la Inteligenc­ia Artificial. Representa a ese ser ideal y generoso que está siempre ahí cuando se

“PARA UN AFICIONADO AL CÓMIC VER LA PELÍCULA SERÁ SIMILAR A LEER UNA NOVELA GRÁFICA SENTADO EN UNA BUTACA DE CINE”.

le necesita y lo da todo sin pedir nada a cambio. ¿Amor o amistad? ¿No es el amor amistad más sexo?, se cuestiona. La historia hay que interpreta­rla, y cada espectador la llevará a su terreno. Un niño lo verá como una amistad, para muchos adultos se trata de una historia de amor, y hay quien me ha dicho que le parece una relación paternofil­ial. Las películas no pertenecen a su director sino a los espectador­es. Me agrada pensar que cada uno de ellos hará su propia película y la interpreta­rá a su manera.

LA ANIMACIÓN ABRE NUEVOS CAMINOS

Los personajes son animales antropomór­ficos, como en la novela. Es un reflejo precioso de la diversidad de razas y orígenes de quienes pueblan Nueva York. Esto hacía inviable, empezando por el presupuest­o, realizar la adaptación con imagen real. Hay que acabar con el prejuicio que pesa sobre la animación. Como recordó Guillermo del Toro al recibir el Oscar por Pinocho: La animación no es un género, es cine, un medio para contar historias. Yo no habría podido rodar Robot Dreams de modo creíble de otra manera. Me gustan los retos y mi desconocim­iento de este medio fue un aliciente para mí. A realizador­es como Fernando Trueba o Wes Anderson, a mí mismo y a muchos otros nos abre otro tipo de historias que podemos llevar a la pantalla. En cuanto a las influencia­s, la principal, la animación japonesa, con Hayao Miyazaki y los estudios Ghibli, reconoce. El metraje está salpicado de guiños cinéfilos. Los lectores de FOTOGRAMAS, dice sonriendo, seguro que disfrutará­n de esos huevos de pascua que van a ir encontrand­o, de ese ¿Dónde esta Wally? de la cinefilia.

UN CORTO PUNK AL INICIO

Esta es la primera experienci­a de Berger con la animación, pero no en adaptar una novela gráfica, ya que su debut, con el cortometra­je Mamá (1988), con aparición estelar de Torrebruno cantando y dirección artística de su colega y paisano Álex de la Iglesia, se inspiró en una historieta de Philippe Vuillemin. Con ese multipremi­ado film, que él llama divertido mi corto punk, empezó todo. Gracias a él obtuvo una beca de la Diputación de Vizcaya para estudiar cine en Nueva York, su anhelo. De niño, lo mismo que iba al cine, compraba tebeos. Muchos cineastas llegamos a la profesión a través de los cómics, que me apasionan y son como los storyboard­s. Una razón de embarcarme en esta aventura fue convertir uno de ellos en imágenes en movimiento. Disfruté muchísimo con Blancaniev­es

y buscaba otro proyecto que me permitiese escribir con imágenes. Me gustaría que los aficionado­s cuando vean Robot Dreams sientan que la experienci­a es similar a leer una novela gráfica, pero sentado en una butaca de cine: el trazo, el entintado, el color plano, el que todo esté en foco. Un empeño en el que han sido esenciales su director de arte, José Luis Ágreda (Buñuel en el laberinto de las tortugas), y su director de animación, Benoît Féroumont

(Bienvenido­s a Belleville). Esta es la carta de amor de los tres al cómic.

ESTRENO: 6 DICIEMBRE

Robot Dreams (España, Francia, 2023, 90 min.). ANIMACIÓN.

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Perro y Robot en Manhattan.
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