Nuestros lectores hablan
NUNCA EN HORAS SIN CLASE
√ No sé cuándo el cine se volvió tan infantil incluso en las ocasiones que pretendía no serlo, como si se dirigiera a una audiencia de parvulitos. Afortunadamente, Alexander Payne no ha cambiado con estos penosos tiempos tan liofilizados, y no lo ha hecho desde la comedia humanista y ácida, la de la extraordinaria Los que se quedan.
Delia Costa (vía e-mail).
√ Alexander Payne se ha ido ganando, poco a poco, película a película, el que podamos referirnos a él como el único heredero actual de Billy Wilder.
Los que se quedan toma la forma de una comedia de enfrentamiento generacional ambientada en fechas navideñas para desnudar las miserias de cuarentones insatisfechos y jóvenes camino de serlo, todo expuesto de manera brillante.
Paula Gandía (vía Facebook). √ Los que se quedan se hermana con otros títulos mayores de Alexander Payne como Election, A propósito de Schmidt y Los descendientes. Es una agridulce y capaz de volverse tan vitriólica como humanista comedia de las que el cine de Hollywood abdicó hace ya demasiado tiempo. Una maravilla.
Humberto Taboada (vía e-mail).
CONTESTA MR. BELVEDERE
Veo, y claro que sí, querida consulvidente, la herencia de Billy Wilder en Payne, y mucho más en Los que se quedan, que sería el Confidencias de Visconti pasado por el filtro del autor de Uno, dos, tres. Y veo asimismo la huella en esta comedia amarga con un inmenso Paul Giamatti de un cine, el de los años 60 y 70, el de Hal Ashby o Frank Perry, hoy olvidado.
Aki Kaurismäki sigue siendo el último baluarte de un tipo de cine que de una inmensa popularidad hará unas décadas ha pasado a ser algo puntual en festivales y mirado con extrañeza o por encima del hombro por ciertos espectadores y cierta crítica bastarda. En Fallen Leaves prueba que sigue siendo un cineasta de historias pequeñas, de vidas pequeñas y de instantes pequeños. De sonrisas, de lágrimas, y por encima de todo de la defensa de la dignidad de los menos favorecidos.
# # Anna María Permanyer (vía Facebook).
En Los colores del incendio a Clovis Cornillac le funciona más y mejor la estructura clásica y académica (decorados y vestuario) de un drama de ambiciones, romance, histórico, político, social y de personajes arquetípicos de folletín (y la novela que adapta, de Pierre Lemaitre, lo es), que el querer disfrazarla de alegato feminista en las postrimerías francesas del fin de los alegres años 20.