EL FIGURANTE QUE SIEMPRE ESTUVO AHÍ
Coincidiendo con los estrenos de ‘Los pequeños amores’ y ‘Pájaros’, films donde realiza sendos cameos, el periodista cinematográfico Pere Vall reflexiona sobre su dedicación profesional a los rodajes y también sobre su afición a aparecer en pantalla… ¡hasta 150 veces!
Con esta Firma Invitada, FOTOGRAMAS me invita a celebrar mis 150 cameos en largometrajes, cortos, series y videoclips. De lo que ha significado para mí, personal y profesionalmente, que me dejasen asomar la barba en proyectos audiovisuales. Porque, en este más de un centenar de apariciones, he hecho de todo. O casi: de hombre rico, hombre pobre, tipo sentado en un bar, periodista, camarero, investigador, borracho, hindú, delincuente, cocinero, proxeneta, político, manifestante…
Siempre se trata de un solo día y de unas pocas horas… menos en El monje, de Dominik Moll, para la que me pasé varios días junto a Vincent Cassel. Cada rodaje es diferente. Y de cada uno, ¡anécdotas mil! De entre todos estos cameos, hay un lugar preferente para los que he realizado junto a mi estimado colega y gran referente Fausto Fernández: como en Modelo 77, de Alberto Rodríguez; la serie de Carlo Padial Doctor Portuondo, o Anacleto, agente secreto, de Javier Ruiz Caldera, por citar algunos. Jamás olvidaremos la filmación de la cinta de Rodríguez, rodeados de un grupo de figurantes que habían sido prisioneros reales en la propia cárcel Modelo.
He bailado ( La hija de un ladrón, de Belén Funes) y he cantado (la serie de TV3 Jo mai mai). Los más atrevidos hasta me han dado líneas de diálogo, como José López Pérez (Las 3 vidas de Pedro Burruezo: 2ª parte) o Isabel Coixet (Proyecto Tiempo), entre otros. Y también he improvisado: en Los europeos, de Víctor García León, me puse a recoger colillas como Antonio Vico y Pablito Calvo en Mi tío Jacinto (Ladislao Vajda, 1956). Sí, sí, en ocasiones se me tiene que buscar en la escena con lupa (Sentimental, Asombrosa Elisa). O estoy desenfocado, como cuando me cruzo con Mario Casas en No matarás, de David Victori.
En Una pistola en cada mano, Cesc Gay decidió que yo sería ese periodista al que los compañeros sorprendían con un pastel de cumpleaños. Un par de iconoclastas creadores, Salomón Shang ( El asesino a sueldo, La leyenda del
en esa ceremonia. Donen apareció, grácil como el danzarín que fue y, con la estatuilla en la mano, comenzó a cantar y bailar Cheek to Cheek. Después, se quitó importancia compartiendo el secreto para ser un buen director: rodearse de guionistas como Larry Gelbart, Peter Stone, Huyck y Katz, Frederic Raphael. Si es un musical, que las canciones las escriban George e Ira Gershwin, entre otros muchos. Luego solo tienes que elegir a Cary Grant, Audrey Hepburn, Fred Astaire, Gene Kelly, Sophia Loren, Richard Burton, Rex Harrison, Gregory Peck, Elizabeth Taylor, Burt Reynolds, Gene Hackman o Frank Sinatra. Y cuando comience el rodaje solo tienes que aparecer y no molestar.
Yo quería escribir de flores en el cine y de una cuenta de Instagram que las une (@flowersincinema) y, al final, he terminado hablando de un señor que nació en 1924 en Carolina del Sur. Una flor cambia, a mejor, una habitación. Una película de Donen cambia, a mejor, el ánimo. Aunque hable de tristezas, como hace en Dos en la carretera, que no conviene ver en medio de un desamor. Él la comenzó con este diálogo: No parecen muy felices, ¿por qué iban a parecerlo? Acaban de casarse, y nos hizo creer que lo siguiente iba a ser fácil solo porque apareciera la Hepburn vestida de Courrèges y Paco Rabanne. Qué bien nos engañaba Donen. Si hasta consiguió que Fred Astaire bailara sobre las paredes y el suelo en Bodas reales, la primera película que dirigió solo. Cómo manejaba el artificio. Su cine era siempre musical, aunque no hubiera música, siempre parecía tener ritmo, aunque nadie bailara. Y en él hay flores. ◆
“DE LOS DOS STANLEYS, KUBRICK Y DONEN, ESTE FUE SIEMPRE MI FAVORITO. DENTRO DE SU CINE SE ESTÁ MUY BIEN. LO HIZO TODO Y TODO CON TALENTO”.