PARA REDESCUBRIR AL BENITO ZAMBRANO ACTIVISTA Y COMPROMETIDO.
Una vez aquí, se puede vivir, trabajar, planear un futuro (el protagonista tiene un hijo en camino). Pero en cualquier momento pueden ser expulsados.
La película peca de explicativa y abusa del subrayado, pero levanta el vuelo en la secuencia del salto a la valla, rodada de manera violenta y enérgica. Inteligentemente está colocada al final, cuando ya sabemos lo que han vivido los protagonistas y qué les ha pasado hasta llegar aquí. De eso va.
Lo mejor: la escena nocturna del salto a la valla de Melilla.
Lo peor: el personaje que interpreta
Ali Useni.
ESTRENO: 19 ABRIL
Se ha escrito tanto sobre cómo la tragedia de Edipo pasa prácticamente toda fuera de plano en esta adaptación libérrima de Angela Schanelec. En efecto, la que ganara el Oso de Plata al Guion en la Berlinale (y la Dirección y el Montaje en Seminci) apenas esboza los meandros del mito original, priorizando el gesto dramático –emoción pura– a unos giros de sobra conocidos. Eso sí, no deja rastro del atavismo de Pasolini: su paisaje europeo es tranquilo, afable, relativo… Abierto incluso a un final feliz.
Y yo digo, la precisión con la que Schanelec aviva la suavidad en los rostros de Aliocha Schneider y Agathe Bonitzer (la pareja más helenística, aunque ninguno es griego) y cómo corta, de forma que no hay en este haiku ni un tiempo muerto; esa es mano de orfebre, que no de académica. Música amansa convenciones enquistadas, estéticas y narrativas. Vuelve la tragedia en caricia y el reto en placer, eso sí, solo ante una mirada atenta y laxa a la vez. Sobre este frágil equilibrio quizás abandonemos nuestra fijación yerma por lo que no está en plano y, de paso, vivamos el cine un poco mejor.
ESTRENO: 19 ABRIL