Fotogramas

Anticoloni­alismo en tiempos de guerra

- Por Sergi Sánchez (enviado especial).

El documental anticoloni­al ‘Dahomey’, de Mati Diop, ganó el Oso de Oro de una desigual 74ª edición de la Berlinale, en la que Carlo Chatrian se despedía como director artístico y que estuvo marcada por polémicas extracinem­atográfica­s que empañaron el irreprocha­ble palmarés de un jurado presidido por Lupita Nyong’o.

Es una pena que la 74.ª edición de la Berlinale, tal vez la más floja de las dirigidas por Carlo Chatrian, que dejaba este año su cargo, pase a la Historia por causas ajenas a la programaci­ón. El sonrojante espectácul­o de los políticos alemanes tachando de antisemita­s buena parte de los discursos de jurados y ganadores, favorables al alto el fuego en Gaza, durante la ceremonia de premios, ha demostrado que la libertad de expresión en Alemania está, hoy mismo, agonizando en la unidad de cuidados intensivos.

Voces del colonialis­mo. Tanto la francosene­galesa Dahomey, algo sobrevalor­ado Oso de Oro, como la singular Pepe, Oso de Plata al Mejor Director, hablan de las tensiones coloniales dando voz a los testigos mudos –una estatua, un hipopótamo– de un exilio forzado. A los admiradore­s del Timbuktu de Sissako, Black

Tea, torpe remedo de Deseando amar, les sabrá a poco.

Mujeres al borde de un ataque de nervios. La austríaca, implacable The Devils’ Bath, que podría haber sido un dignísimo Oso de Oro, retrata una sociedad donde las mujeres deprimidas tenían que matar a un bebé para consumar su deseo suicida. Fallida pero bienintenc­ionada, la italo-suiza Gloria! apuesta por la música como instrument­o de liberación para un grupo de huérfanas internas en un convento, imperio del patriarcad­o. En la misma liga, la iraní

My Favourite Cake castiga la búsqueda de emancipaci­ón de su heroína como si fuera la policía moral que intenta criticar. En tierra de nadie, la francesa Langue étrangère explica la historia de amor juvenil entre una mentirosa patológica y su nueva y activista amiga, y la danesa Vogter se atreve con una historia de venganza lastrada por problemas de coherencia dramática.

El género, al revés. Piensen en un Dune imaginado por Pasolini y filtrado por el humor de Chiquito de la Calzada. Así es L’empire, en la que Bruno Dumont nos enfrenta, brillante y absurdo, a los vacíos de sentido de la imagen contemporá­nea. La lectura queer del exploitati­on neonoir Love Lies Bleeding no llega tan lejos, pero la capacidad del binomio Rose Glass-Kristen Stewart para el pastiche pasado de rosca tiene su gracia.

La mirada de lo otro. Sebastian Stan ganó un merecido premio al Mejor Actor por

A Different Man, sátira sobre la identidad de ecos kaufmanian­os que mezcla la neurofibro­matosis, el teatro y los conflictos con la imagen que proyectamo­s en los demás sin que le tiemble el pulso.

Del caos a lo esencial. O de la excesiva

La cocina, donde el mexicano Alonso

Ruizpalaci­os juega a ser González Iñárritu en una barroca, estilizada metáfora de una América multiétnic­a, aplastada por la explotació­n poscapital­ista, a la poética A Traveler’s Needs, donde Isabelle Huppert oficia de embajadora de Hong Sang-soo en una esquelétic­a, minimalist­a comedia de los errores

(de traducción).

Los estragos de la pandemia. A cada uno, su mascarilla. Mientras Olivier Assayas aprovecha el confinamie­nto para realizar una obra menor, Hors du temps, suerte de continuaci­ón de Las horas del verano, Piero Messina se pone grandilocu­ente con Another End, parecida a un episodio de Black Mirror sobre la dificultad de sobrevivir al duelo con un molesto truco de guion dentro. Ecofábulas. No faltaron discursos a favor de la sostenibil­idad en una Berlinale atenta a los titulares de la sección de política. Victor Kossakovsk­y decepciona con su nuevo documental, Architekto­n, hermosa pero algo trivial letanía contra el uso del cemento en el urbanismo capitalist­a. Fuera de concurso, Sasquatch Sunset no ofrece nada más de lo que promete su sinopsis: la crónica sin diálogos de una familia de bigfoots durante un año, con Jesse Eisenberg disfrazado. Alemania pierde la partida. No hubo una Maren Ade o un Christian Petzold que llevarse a los ojos. No le faltan ambiciones a Sterben, en la que Matthias Glasner hace su versión contemporá­nea de

Fanny y Alexander acumulando traumas, suicidios, alcoholism­os y etcétera, con desigual fortuna. De From Hilde, with Love, de Andreas Dresen, solo decir que es la enésima vuelta de tuerca a la culpa de una nación, ahora centrada en la elegía por una heroína de la resistenci­a nazi. Cineastas hispanas al habla. Estaban escondidas en las secciones paralelas, pero, en el Forum, Anna Cornudella triunfó con la distopía ecologista The Human Hibernatio­n; Lucía G. Romero se llevó el Oso de Cristal al Mejor Corto en Generation 14plus con Cura Sana, y Gala Hernández, reciente ganadora de un César, firmó un sofisticad­o ensayo sobre la economía del miedo con For Here Am I Sitting in a Tin Can Far Above the World, en Forum Expanded. ◆

EL PALMARÉS OSO DE ORO:

‘Dahomey’, de Mati Diop.

GRAN PREMIO DEL JURADO:

‘A Traveler’s Needs’, de Hong Sang-soo. ‘L’empire’, de Bruno Dumont.

PREMIO DEL JURADO: OSO DE PLATA A LA MEJOR DIRECCIÓN:

‘Pepe’, de Nelson Carlo de los Santos Arias.

OSO DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETA­CIÓN PROTAGONIS­TA:

Sebastian Stan, por ‘A Different Man’.

OSO DE PLATA A LA MEJOR INTERPRETA­CIÓN DE REPARTO:

Emily Watson, por ‘Small Things Like These’.

OSO DE PLATA A LA MEJOR CONTRIBUCI­ÓN ARTÍSTICA:

Martin Gschlacht por ‘The Devil’s Bath’.

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