Glamour (Spain)

DE TEJIDOS PRESERVAR QUIERE

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y el control de uso de PVC por parte de pesos pesados de la industria, como el grupo de lujo Kering –dirigido por François-henri Pinault e integrado por firmas como Stella Mccartney, Gucci, Balenciaga, Saint Laurent o Alexander Mcqueen, entre otras–, Cipriani se muestra un tanto escéptico. “No podemos hablar en absoluto de una revolución ética. El camino hacia la sostenibil­idad es largo y complicado, está lleno de avances, pero también de retrocesos”, explica. “Sin embargo, las revolucion­es son actos capaces de cambiar el rumbo de los acontecimi­entos en un corto período de tiempo. Lo que sí está claro es que cada vez existen más personas que no están dispuestas a aceptar prácticas de negocio irrespetuo­sas, y esto hace que el futuro se torne esperanzad­or”, razona el italiano.

Livia Firth, esposa del actor Colin Firth y fundadora de Eco Age, ha conseguido llevar su Green Carpet Challenge –el brazo más visible de su compañía–, a Cannes, continuand­o su línea de éxito ascendente mediante colaboraci­ones con marcas como Chopard y siguiendo con las que trabajaba como Stella Mccartney o Erdem. “La gente está cada vez más conciencia­da con la comida sana y trata de evitar productos nocivos como pesticidas y demás aditivos en los alimentos, ¿por qué no preocuparn­os de la misma manera por la ropa que nos ponemos?”, se preguntaba hace unos meses The Queen of the Green Carpet, como a veces la llaman.

Las que han sido pioneras. “Las marcas de lujo están regresando al momento en que fueron fundadas, recuperand­o esos valores necesarios que son ya una prioridad en las agendas de los altos directivos de estas firmas.” La que se expresa en estos términos es Diana Verde Nieto, ceo y cofundador­a de Positive Luxury, una empresa que sir ve de consultorí­a para aquellas empresas que quieren realizar su actividad económica respetando los principios de la sostenibil­idad. Positive luxury ha concedido su Butterfly Mark, la mariposa con la que premia a las empresas respetuosa­s con el medioambie­nte y con los derechos laborales de los trabajador­es, a marcas de lujo como Céline, J. Crew, Givenchy, DKNY, Kenzo, Alexander Mcqueen, Loewe o Louis Vuitton, entre otras muchas. Diana montó su primera empresa en 2002, cuando todavía eran pocos los que se preocupaba­n de conceptos como la ética o la sostenibil­idad. Ocho años más tarde nacería Positive Luxury. “Nací en Argentina en mitad de la dictadura. Mi pasión ha sido siempre los derechos humanos, así que nunca pensé en dedicarme a nada que se alejase de esa área.” Ante un tema tan poliédrico, no han tardado en levantarse voces que se preguntan cómo conjugar la sostenibil­idad con las enormes exigencias de producción de gigantes de la moda como Zara o H&M. Otros llegan más lejos asegurando que solamente las pequeñas marcas son las realmente consciente­s y coherentes, con un volumen de producción significat­ivamente menor y establecid­as fuera del calendario oficial de temporadas. Sin embargo hace ya algunos meses que Inditex se comprometí­a a trabajar en materia de sostenibil­idad a corto y medio plazo, y H&M ha puesto en marcha una política de reciclaje con un éxito considerab­le. ¿Estamos ante un movimiento imparable ? El modelo de Stella Mccartney, el perfecto mix entre moda y respeto, nos dice que sí, es posible ser cool y estar a la moda consumiend­o de forma responsabl­e. La británica abandera un cambio que se muestra como un desafío inaplazabl­e. He aquí el reto.

EN EUROPA EL USO

TECNOLÓGIC­OS ES EL 30% DEL TOTAL LA VIDA ES UN DEBER MORAL SIN DISCUSIÓN EL CONSUMIDOR

SABER CÓMO SE FABRICA SU ROPA

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