Glamour (Spain)

ALTO IMPACTO

NATALIE PORTMAN En la pantalla es poderosa, sexy, camaleónic­a. En las distancias cortas es dulce, perceptiva, muy slow. La actriz superlativ­a se confiesa una treintañer­a normal. Vibrante, moderna y llena de matices, como el icónico Rouge de Dior.

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NPor Carol López. Fotos: Alique. Maquillaje: Peter Philips

atalie aparece como un espejismo. La actriz ( Jerusalén, Israel, 1981) nos recibe en un legendario hotel de París y ya antes de estrecharl­e la mano vemos su figura menuda multiplica­da y reflejada en los espejos del recibidor de la suite. Viste camisa celeste de corte masculino, pantalones vaqueros rectos y zapatos negros de tacón. Y, en los labios, el nuevo Dior Rouge, del que es imagen. Todo en la atmósfera resulta muy zen: la luz que inunda la habitación a través de los ventanales, el aroma del long jing, el té verde chino de Palais des Thés que Natalie apura a sorbitos. Su belleza es transparen­te, pura, sin lugar para la exuberanci­a. Igual que sus hobbies: la actriz se confiesa ávida lectora y reconoce que le basta escuchar una canción de Stevie Wonder, James Blake o Jeff Buckley para arreglar un mal día. Ganadora de un Oscar, dos Globos de Oro y un BAFTA, Portman ha tocado todos los palos del cine, es actriz, productora y hace un año estrenaba A Tale of Love and Darkness, su primera película como directora. Está casada con el coreógrafo Benjamin Millepied, con quien tiene un hijo, Aleph (5), gracias al cual ahora también es experta en todo tipo de tareas mundanas, como jugar en los columpios del parque. Nada se le resiste a este bello, delicado y prodigioso Cisne Negro. GLAMOUR: Comenzaste a actuar con 12 años. ¿Qué recuerdos tienes de tus inicios? NATALIE: Mi primera película fue Léon: el profesiona­l. Recuerdo que todo el equipo se volcó en que el rodaje fuera como un juego para mí. No tenía la sensación de estar trabajando, lo pasaba muy bien. Ahora, como adulta, intento extraer de aquella época la lección de que está muy bien disfrutar del trabajo como si fuera un juego. GLAMOUR: ¿Es difícil mantener los pies en la tierra cuando el éxito llega tan joven? NATALIE: En eso mis padres lo hicieron muy bien, me protegiero­n de todas las tonterías. Yo nunca pensaba en mí como una persona de éxito, sino como una chica muy afortunada por poder disfrutar de ese trabajo en el cine, que era todo entretenim­iento. GLAMOUR: Vives en París desde hace tres años. Lo del chic parisino, ¿es un tópico o una realidad? NATALIE: Es totalmente real. Todo el mundo en París, tanto hombres como mujeres, tiene un gusto innato. Es gracioso, pero incluso los niños tienen cierto sentido de la elegancia.

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