Glamour (Spain)

“Las chicas

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eptiembre de 2013. Una jo - vencísima Hannah Weiland revolucion­a la semana de la moda londinense con su debut de bolsos y abrigos fluffy. En el front row, su íntima amiga, la modelo y editora ocasional de la edición inglesa de Vogue, Laura Bailey, que se atrevía a ponerse uno de los abrigos fake de la diseñadora por primera vez. Esponjoso, brillante y en tonos ocres y amarillos, el abrigo de Bailey era lo más parecido a un peluche que uno pueda imaginar. Así nacía Shrimps para convertirs­e, poco tiempo después, en el secreto mejor guardado de las insiders británicas.

Weiland, que decidió bautizar su marca con el apodo con el que la llamaban de pequeña, reconoce el papel decisivo que jug ó Laura en el éxito de su firma . “Su trabajo es muy reconocido en la industria de la moda británica –Laura comenzó su relación con la moda en los años 80, a través de sus obsesiones por la música y el cine–, todo el mundo la quiere y la respeta , su apoyo para Shrimps f ue f undamental”, explica . “Recuerdo que después de que ella decidiera po - nerse mi primer abrig o durante la London Fashion Week, la CEO y f undadora del portal de lujo Neta-porter, Natalie Massenet, se dirig ió a ella para preg untarle de qué marca era . Al día sig uiente recibí una l lamada suya para comprar uno, no me lo podía creer.” ¿ Fue entonces Laura la primera clienta de Shrimps ? “¡Por supuesto!”, exclama la modelo. “Fui una de las primeras personas a las que Hannah mostró sus diseños y enseg uida me di cuenta de su talento : admiro sus referencia­s y cómo es capaz de relacionar un sinfín de cosas diferentes de forma intelig ente. Mis primeras piezas f ueron el abrig o Wilma en rosa y marrón, de su colección debut ( la de invierno de 2013), y el Joseph en rosa , de la colección de invierno de 2014”.

Hannah tenía entonces 23 años y era becaria en el atelier de Bella Freud. El éxito de Shrimps era ya imparable. Tocada por la varita mágica de la todopodero­sa Natalie Massenet y por la de su primera y única embajadora, su amiga Laura, todo el mundo anhelaba una pieza de piel falsa en su armario. Pero los abrigos de Shrimps no pretenden convertirs­e en una campaña de PETA: “Nunca he llevado piel real, pero no juzgo a quienes lo hacen. Cuando fui consciente de la maravillos­a textura y suavidad de la piel sintética, decidí diseñar un abrigo con ella. De ahí nació una marca”.

Suaves, mullidos y radiantes, sus creaciones componen un universo con lenguaje propio del que no resulta fácil escapar. Cada detalle es sumamente importante y está pensado al milímetro, como el nombre de sus piezas, todas ellas bautizadas con nombres de perritos. “Adoro los perros”, afirma, “tengo un caniche miniatura que se llama Lionel Mcgruff que viene al estudio de Shrimps conmigo todos los días. ¡Su pelito rizado combina perfectame­nte con algunos de nuestros abrigos!”, asegura.

Una extensa paleta, compuesta por juegos inesperado­s de color es, probableme­nte, uno de los puntos fuertes de la firma británica. “Cada cierto tiempo suelo obsesionar­me con alguna combinació­n de colores, la de esta temporada es la que forman el rosa y el negro, me encanta.” “¿Mi pieza favorita? Es muy difícil escoger sólo una, pero siento predilecci­ón por el vestido rojo con polka dots, el Gerald dress.”

Un viejo edificio de Carnaby Street, cuna del Swinging London de los años 60, se ha convertido en el centro de operacione­s de Shrimps, un lugar mágico en el que conviven collages de hámsteres y conejitos blancos, perritos pintados con los colores del arcoíris y pinturas de Grayson Perry, Susie Bubble y Natalie Massenet. Así es el universo Shrimps.

“Conocí a Hannah CUANDO ERA, TAN SÓLO UNA NIÑA”

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