Glamour (Spain)

Pascal e Muss ard DEL

VIDA A OTR LA Es el alma y el rostro visible de la división más experiment­al de Hermès. Pascale Mussard, una de las herederas de la enseña de lujo, explica por qué Petit h encarna los sueños infantiles de los adultos. Hablamos con ella a su paso por Madri

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años, Mussard afronta su trabajo en Petit h con la misma ilusión que un niño. Y es que, en realidad, su labor tiene mucho de juegos infantiles: reinventar, imaginar, experiment­ar con nuevos e inusitados materiales, reformar y transforma­r una y otra vez. “Ahora me doy cuenta de que en mi casa, en la que vivía cuando era una niña, se respiraba el aroma Petit h cuando todavía no existía. Estaba repleta de objetos increíbles, muchos eran pequeñas cosas humildes, pero perfectame­nte hechas con muchísimo cuidado”, cuenta.

El valor de lo íntimo. La histo - ria de Hermès está intrínseca­mente vinculada a lo íntimo, a lo acogedor y lo elegante, pero sobre todo a la artesanía, al lujo y a la tradición. Todo en la maison parece estar pensado para que la firma se mantenga fuerte y fiel a sus valores, desde los preciosist­as carrés de seda hasta las cajas, en naranja Hermès, que esconden celosament­e pequeños y grandes tesoros. “Al principio eran blancas y doradas”, explica Pascale, “pero mi abuelo descubrió que en el taller del señor que las fabricaba había un montón de papel naranja que se utilizaba para proteger alg unas cosas y, después, se desechaba. Al ver eso, mi abuelo pensó que era un tono familiar para Hermès porque era similar a la textura del cuero, así que decidió que, a partir de entonces, las cajas serían naranjas y llevarían impreso el exlibris, un sello que él solía estampar sobre todas esas cosas que considerab­a importante­s. Así aprendí que tenía que tener mucho cuidado cuando manipulaba cualquier objeto con el exlibris estampado”.

El legado de Petit h. “Petit h es una manera de transmitir todo lo que he aprendido y cómo me educaron. De pequeña siempre me repetían que tenía que cuidar de todo: a las personas mayores, a mis hermanos... pero también a los objetos. Y Petit h es la forma que tengo de contar todo lo que he vivido, lo que he visto y lo que he oído, una especie de homenaje a una familia, la mía, en la que la belleza y la excelencia siempre han sido importante­s, pero también conseguir las cosas por uno mismo”, asegura. Por eso Petit h no es un capricho, sino un laboratori­o de ideas, un lugar de creación. “Un espacio en el que se fabrican regalos para hacer soñar.”

Del atelier de Mussard salen objetos de belleza tan dispares como una fuente de porcelana montada sobre un monopatín, columpios, botellas ligerament­e imperfecta­s y relojes fabricados con descartes de piel –“un trozo de cuero es para mí como un diamante”–, asegura. “Petite h es la perfección de lo imperfecto, pero siempre respetando los pilares de la filosofía de la compañía : la excelencia y la calidad.”

Con su mirada serena y sus maneras tranquilas, Pascale encarna a la perfección ese je ne sais quoi tan francés. Pero ella prefiere mantenerse en ese discreto seg undo plano que se le presupone a una enseña de la talla de Hermès. “Mi trabajo no tiene nada que ver con el márketing o la comunicaci­ón”, afirma, “mi papel se sitúa mucho más en la sombra, de hecho, hasta hace poco nadie confiaba en mi trabajo.” La tataraniet­a del fundador de una de las casas de lujo más prestigios­as se atreve incluso a vislumbrar el futuro y predecir la importanci­a del regreso a los orígenes. “Quizá lleg ue un momento, dentro de no mucho, en que los recursos se agoten y no tengamos ag ua, ni seda, ni cuero... y nos veamos obligados a regresar a las materias primitivas como la piedra o el papel, es por eso que no podemos perder el trabajo artesanal.” ¿Será ése su secreto ?

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