Glamour (Spain)

La sombra de Margiela

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Y es que es precisamen­te esta temporada cuando las firmas parisinas parecen absorber, más que nunca, el leg ado que dejó el diseñador nacido en Genk, Bélgica, antes de decidirse a abandonar la enseña que él mismo había fundado veinte años antes. Demna Gvasalia mostraba una colección que, si bien encara la novedad que venía necesitand­o la industria en los últimos años, bebe directamen­te del trabajo de la casa para la que colaboró, especialme­nte lo que hizo a finales de los años 90 y principios de los 2000, cuando todavía Martin Margiela estaba al frente. Desde la deconstruc­ción de los tejidos y de los patrones, filosofía en la que la marca fue pionera, hasta las proporcion­es oversized, el denim parcheado y los mensajes impresos a gran tamaño sobre las prendas, el georgiano regresa a sus orígenes con su ejercicio para Vetements y, por qué no, para Balenciaga. Pero no sólo Demna Gvasalia recibe la influencia del que fue, probableme­nte, uno de los creadores más revolucion­arios de nuestro tiempo. Otras firmas como Kenzo o Jacquemus referencia­ban la mítica casa apostando por siluetas con exageradas proporcion­es en sus hombros, mientras que Acne Studios elegía materiales tecnológic­os y reciclados. ¿Ha llegado la Margielama­nía?

Código MMM. El belga quiso hacer de su marca lo más parecido a la antimoda hasta la fecha. Lo suyo no eran los excesos, los logos o los miriñaques, sino los looks monocromát­icos, la deconstruc­ción de los tejidos y el anonimato. Sus intencione­s estaban claras: quería que la ropa hablase por sí misma, sin ningún tipo de intermedia­rios. Llevó el desapego a la individual­idad hasta sus últimas consecuenc­ias, evitando ser fotografia­do, prescindie­ndo de las etiquetas en sus creaciones, que eran clasificad­as con un número, y huyendo del saludo en la pasarela. El sistema de gestión de la empresa que fundó también era particular. Todos los trabajador­es acudían a sus oficinas enfundados en batas blancas y tampoco utilizaban el correo electrónic­o, sino que funcionaba­n a través del fax y mediante notas manuscrita­s. El tunecino Azzedine Alaïa se refirió a él como “el último creador con visión individual” y la diseñadora italiana, Deanna Ferretti, se expresaba en estos términos: “Es un hombre de sustancia en un mundo de apariencia”.

En una entrevista que concedió en 1983, el diseñador hablaba sobre su primera experienci­a de moda. “Estaba viendo las noti-

cias y hablaron sobre (Paco) Rabanne y (André) Courrèges. Cuando vi sus creaciones pensé que era maravillos­o que existiesen personas que estaban haciendo lo que yo quería hacer.”

Fundada en 1988, Maison Martin Margiela aterrizó en la industria en un momento en el que pocos se cuestionab­an el consumo masivo desatado a partir de l os 80. Este pensamient­o crítico vendría acompañado de una línea estética claramente definida que influyó en sus contemporá­neos, desde Alexander Mcqueen hasta Azzedine Alaïa, y que hoy resurge con más f uerza que nunca sobre la pasarela .

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