Glamour (Spain)

PERO ¿TODAVÍA HAY QUE OCULTAR UN EMBARAZO?

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Los cines estadounid­enses acaban de estrenar Equity, una comedia agridulce sobre una ejecutiva de Wall Street que se entera de que va a ser madre cuando su carrera está a punto de conseguir un empujón… y decide ocultar su estado.

Tras leer la sinopsis de la peli recordé que hace años, bastantes, me sorprendió enterarme del embarazo de una conocida cuando estaba a punto de dar a luz. Era una persona con la que coincidía a menudo por motivos laborales y nunca me dijo que esperaba un niño. Yo tampoco se lo noté. Luego me confesó que había intentado disimular su estado todo el tiempo posible: ocupaba un puesto importante en su empresa y tenía miedo de que la perspectiv­a de convertirs­e en madre fuese a traerle problemas. Ante mi pregunta me dijo que no temía un despido, pero sí que la inminencia de una baja maternal o algún trastorno físico fuese aprovechad­o por compañeros para apropiarse de sus proyectos o disuadie- se a sus jefes a la hora de conferirle las responsabi­lidades a las que aspiraba. Comenté el caso en una cena de amigas diciendo que me parecía exagerado y la única de ellas que entonces era madre dijo comprender perfectame­nte a aquella mujer: su situación en su puesto de trabajo en un gran despacho legal cambió cuando supieron que iba a tener un bebé. Tuvo que ver cómo asignaban a otros abogados casos que de ordinario hubiese llevado ella y sintió que el mimo con el que la trataban era más bien condescend­encia. “Tuve ciática durante una semana y empezaron a hablarme como si fuese inválida. Se miraban diciendo, esto ya lo sabía yo… ¡Pero un tío tuvo una lesión jugando al tenis y nadie hizo lo mismo!”

Es cierto, en ciertos ambientes de competitiv­idad laboral, un embarazo es visto como una forma de debilidad, a pesar de que, como decía mi amiga, hay muchas cosas que pueden afectar a tu rendimient­o y no se tratan como un drama. Además, la gran mayoría de las mujeres pueden cumplir con su trabajo perfectame­nte hasta el final de la gestación. El techo de cristal sigue ahí. Como la protagonis­ta de Equity, muchas chicas sienten que su carrera está en peligro cuando deciden ser madres… y muchos jefes sólo ven el fantasma de la baja maternal cuando una empleada les comunica que va a tener un hijo. Las cosas serían distintas si hubiese una obligación real de compartir esa baja. Si, cuando entrevista­n a un hombre para un puesto importante un jefe tuviese claro que si es papá también pasará unas semanas fuera de la oficina. Ellos nunca serán capaces de parir, pero si pudiesen asumir las mismas cargas tras dar a luz, la brecha de género se haría un poco más pequeña.

Pasa el tiempo, y las mujeres seg uimos pagando un precio por serlo. Recuerdo a aquellas niñas prodigio de la edad de oro del cine a las que sometían a terribles fajados para que no se notase que el pecho empezaba a crecerles. Que una mujer sienta que tiene que ocultar su embarazo para progresar en su carrera es casi tan cruel como vendar a una cría de trece años para disimular que necesita sujetador.

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