“MIS TRES PAREJAS DE TINDER”
La periodista Marita Alonso, especialista en la dating app por afición personal, acepta el reto de hacer tres citas diferentes en nuestro afán por conseguir match sin perder el tiempo.
La relación más larga de mi vida tiene nombre, pero no apellido: Tinder. Tras tres años de compromiso con mi teléfono móvil, me atormenta la idea de que una app para encontrar pareja se haya convertido en un billete de ida –sin vuelta– hacia una espiral de citas catastróficas. Consciente de mi pavor a eri- girme como la Taylor Swift de las nuevas tecnologías, la revista GLAMOUR me propone, en un loable intento de sacarme de esta soltería irremediable, citarme con chicos totalmente opuestos. ¿Conseguiré un Tinder Bueno o será mi smartphone una trampa en la que lo único smart presente sea mi dispositivo móvil?
Hago match con una suerte de Thor que resulta ser uno de los 22 hombres más atractivos de la app. Hay un listado internacional que así lo atestig ua. La conversación de mi vikingo tiene un calado intelectual equiparable al del mensaje de una galleta china de la fortuna y lleva su hiperbólico ego como accesorio, pero su rotundo físico es más apetecible que las rebajas de Net-a-porter. Tras un par de citas, se comporta como un novio instantáneo, un mal habitual que las solteras habrán experimentado. Consiste en planear idílicas escapadas y pasear de la mano al son de una música extradiegética (únicamente presente en nuestra cabeza) que enfatiza el romanticismo de las veladas.
Durante un desayuno cargado de fibra y proteínas (su apolínea silueta no es fruto de bollería industrial), me coge de la mano y me
postrada sobre la alfombra que yace a la entrada de mi casa. ¿Psicótico? ¿Romántico? Nunca lo sabremos, porque el erudito desaparece acto seguido. Tras un par de mensajes en los que le agradezco el detalle, mi Neruda me comunica que el hastío existencial le empuja a irse a alta mar una temporada (resulta ser también marinero). Han sido las calabazas más ficcionadas de mi vida, pero al menos mi nuevo desengaño puso, literalmente, mar de por medio. El ghosting intelectual resulta más doloroso que el anterior, pero ambos me obligan a plantearme –momento Carrie Bradshaw en 3, 2, 1...– una cuestión: ¿cómo se retiene a un hombre encontrado en Tinder cuando cada participante cuenta con un harén propio y creciente? ¿Hay entre match y match lugar para el amor, o es el lema del Pokémon Go, Cázalos a todos, el que reina en esta app?
Tras un paréntesis para la reflexión, abogo por una cita “ruleta rusa”. En la era del online dating, lo más cercano a una cita a cieg as es quedar con uno de esos perfiles cuyas fotos son un claro Tinder Sorpresa : la primera imagen es un detonador de la l ibido. Las sig uientes, un eterno interrogante maquil lado por filtros y poses estudiadas. Armada de valentía , quedo con un cineasta de físico incierto. Con gafas de sol ( precaución : son el Touche Éclat de los accesorios. Hay que exig ir