UNA VIDA AL LÍMITE
Anne-france Dautheville Se convirtió en la primera mujer que recorrió el globo en moto y hoy es, además, inspiración de la nueva colección de Chloé. Anne France Dautheville nos invitó a pasar el día en su casa de las afueras de París... ¿Cómo decirle que
ecorrer las vastas colinas y arquitecturas empedradas que nos dirigen a casa de Anne France Dautheville en Saint-cyr-surMorin es una sensación que hace encogerse el estómago de puro éxtasis. “Pega una voz cuando llegues y salgo a abrir” nos decía en su mail, como si volviéramos a estar a mitad del siglo XX. Tras la puerta está la musa de Chloé, la primera mujer en dar la vuelta al mundo subida en moto. Está la periodista y la escritora.
En casa de una motorgirl de leyenda.
Nos recibe con sonrisa pícara y una mirada intensa que encierra mucho de la vida y más aún de curiosidad innata. Como intuíamos, poco queda de esa motorgirl que dejó su apartamento en París y un trabajo remune- rado como copy creativa para enrolarse con Kawasaki Factor y en la Orion Raid del ‘72. O de la mujer atrevida que viajó sola de Bombay a Afganistán. “Me sentí muy protegida. Por supuesto había límites: no se me ocurría viajar de noche porque había bandidos. Pero me sentí respetada como mujer”. Ya no queda nada de esa cara aniñada y apariencia rebelde enfundada en monos de cuero y botas biker. Ahora su pelo está bañado por las canas y destila ese eterno allure de señora francesa. Junto a la casa se extiende el jardín como sacado de una fábula de Charles Perrault, un universo particular que mima a diario y con esmero, –destaca una
las que ordenan mi mundo. Pero la moda jamás me interesó, ni siquiera cuando me convertí en periodista”. A pesar de ello viajaba con frecuencia a Londres en los ‘60 para comprar shorts en Carnaby Street. “En Francia no los encontrabas y estábamos completamente locas por tenerlos. ¿ Puedes imaginarme? Subida en mi moto, con mis shorts, calcetines largos y esos enormes lazos al cuello… Era la chica más guapa de París”. Se ríe, pero seguro que no exagera ni un poco. Hace poco más de un año le contactaron de Chloé con el propósito de conocer de cerca su inigualable vida. “Vino un chico muy simpático a almorzar a casa. Nos reímos mucho y le enseñé mis álbumes de fotos… Más tarde conocí a Clare Waight Keller y conectamos al momento. Al final todos formamos parte de una conciencia colectiva que nos une.” Y así fue como el olor a cuero del armario de Dautheville, su juventud eterna y su arrojo de mujer aventurera se convirtieron en la inspiración Otoño-invierno ‘16 de la maison.
No mirar atrás. “Es mi generación la que ha creado el mundo en el que vives, la que ha convertido la diferencia en algo normal y la que ha hecho posible que la gente pueda expresarse por sí misma en todas partes del globo. Lo tuvimos todo en los 70; dinero, ganas y juventud”. Y lo cuenta sin un ápice de nostalgia. Anne-france se deshizo de sus BKAA, de su 650 BMW y de sus Bultacos cuando colisionó contra un coche en agosto de 2012. Sufrió diversos traumatismos y perdió la sensibilidad en algunos dedos. “Pude haberme matado. Desde entonces acudo a revisiones periódicas, tomo medicación. ¡Y hasta me quitaron el vino!”. Pero si algo aprendió con los años–promete contarnos el truco cuando lleguemos a su edad– es a no mirar atrás. “Hace tiempo que decidí centrarme en lo que tenía y no en lo que había dejado de tener. Mucha gente llega a esa conclusión tras años de psicoanálisis. A mí me ayudó escribir novelas”, concluye. “¡ Chicos, a la mesa!” grita a sus amigos, que nos esperan en ese mágico jardín.