¡UN HURRA POR GIGI!
Lo ha vuelto a hacer. Vitalii Sediuk, un provocador profesional bien conocido en los ambientes del show business, ha conseguido de nuevo estar en el ojo del huracán. El altercado que, a finales de septiembre, protagonizó al coger en brazos por la espalda a Gigi Hadid y por el que recibió su merecido, en forma de codazo, es uno más en el ya demasiado largo historial de un personajillo que se está haciendo tristemente famoso, dejando al descubierto las debilidades de esta frívola sociedad en la que vivimos. Una sociedad que da por supuesto que la fama, la belleza, la riqueza… tienen como justa
contrapartida ciertos “inconvenientes”,
Eso se llama machismo. Aunque lo hagan también mujeres. Ma-chis-mo.
Una sociedad en la que si conocemos los amores, odios, alegrías y penas de un “personaje”, alguien se puede sentir legitimado a utilizar a esa “persona” como medio de llegar a esa fama sea como sea. Incluso si es poniendo la cara en la entrepierna de Bradley Cooper,
intentando besar en la boca a Will Smith, insultando a Adele, abrazando a Gigi Hadid
–alegando nosequé tontería sobre el criterio con el que las firmas de moda eligen a sus modelos– o, después de eso, intentando besar el trasero de Kim Kardashian –alegando nosequé tontería como que “quería protestar contra Kim por utilizar implantes falsos en el trasero.”– Venga ya. Eso se llama cinismo e hipocresía.
Lo más interesante es que este individuo campa por sus respetos desde hace al menos dos años, cuando fue condenado a 20 días de trabajos comunitarios y una
multa de 20.000 dólares por intentar agredir a Brad Pitt.
Desde entonces, que sepamos, va adonde quiere y hace lo que le parece oportuno, a pesar de que los guardaespaldas de prácticamente todas las celebrities internacionales lo tienen más que fichado. Pero él se mueve libremente por todo el mundo, mientras que
Gigi y otras celebrities están continuamente rodeadas de seguridad. ¿Quién debería ser el vigilado?
Y no. Esto no son simples anécdotas. El 25 de noviembre se conmemora–que no se celebra– en todo el mundo el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, aprobado por las Naciones Unidas en 1999. La violencia contra la mujer se definió en 1993, como: “Todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado, posible o real, un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la prohibición arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada.”
Por eso quiero hoy gritar por las mujeres, por todas nosotras. Quiero gritar por las mujeres que mueren cada día a manos de sus parejas. Y también por las que cada día sobreviven, pues son el 98% de los explotados sexualmente. Quiero denunciar que en los países de la UE, entre un 40 y un 50 % de las mujeres sufre insinuaciones sexuales no deseadas, contacto físico u otras formas de acoso sexual en el trabajo. Y quiero gritar que según datos de EE UU “un 83% de las niñas de 12 a 16 años ha experimentado alguna forma de acoso sexual en las escuelas públicas”. Mientras que al primer “cari, no me gusta que te pongas esa falda”, las chicas no reaccionen con contundencia y seguridad. Mientras tantas mujeres se vean sometidas a la esclavitud sexual. Mientras cada una de nosotras no seamos fuertes y nos defendamos incluso a codazos; y gritemos por las mujeres que, desde otras culturas, no pueden ni siquiera luchar por serlo… no podremos sentirnos orgullosas de lo más bello, lo más esencial, lo más íntimo que tenemos. Ser mujer.