A CONTRACORRIENTE
Fernando Grande-marlaska Un vasco al que no le gusta la lluvia... ni los nacionalismos. Un juez que rechaza el concepto de juez-estrella. Un hombre que se escapa de las etiquetas, sin pena ni miedo. Un verso suelto en nuestro entorno judicial que habla mu
las once en punto de la mañana, tal y como habíamos quedado, recibo una llamada en mi móvil: “Soy
Fernando, estamos aparcando”. No sólo no llega tarde, sino que avisa, para no tener al equipo esperando mucho tiempo. Empezamos bien. Este hombre me g usta. Llega con Gorka, su marido, y Martina, una de sus tres mascotas. Tienen dos galgos, Martina y Duende, y una fox terrier, Lola. Mientras el equipo monta los focos en el jardín del Hotel Ritz, comenzamos una charla en la que, durante más de una hora, repasamos los grandes temas de la actualidad desde sus opiniones y vivencias personales. Habla despacio, midiendo sus palabras. Y repite un mantra una y mil veces: sólo nos salva como sociedad la educación en valores. Él lo expresa con esta frase : “Sin pena ni miedo, pero con mucha educación”. GLAMOUR: “La realidad no me necesita”, dice ya casi al final de su libro, Ni pena ni miedo. Permítame que se lo discuta. ¿Qué sería del movimiento por la igualdad de género, de temas como la adopción de mascotas... sin un referente como usted? FERNANDO: Me encanta esa frase. Claro que no me necesita la realidad y quiero tenerlo cada vez más claro. Es algo que quiero repetir incluso para estar más tranquilo. Lo que estamos viviendo es importante, pero nosotros no. Tener esto claro nos ayuda a ser más como somos. De hecho, me hubiera gustado cerrar el libro con una frase que una amiga me contó y ya estaba listo, estábamos viendo galeradas y no la pude incluir. Es algo que decía su suegro al cumplir años: “Me he liberado de la dictadura de la mirada ajena”. Tenemos que liberarnos mucho antes. Tú di lo que piensas, seguro que diciendo todos lo que pensamos con educación, con razones, al final todo va a mejor. GLAMOUR: Hablando de temas que podrían ir mejor. ¿No es la Justicia española demasiado lenta, sobre todo, en temas de corrupción? FERNANDO: Entiendo lo que comentas, tiene su razón de ser llegar a esa conclusión. Pero tenemos que partir de la base de que los temas de corrupción son delitos que no se ven. Si una persona mata a otra, hay un cadáver, es evidente e inmediato. Pero en los temas de malversación de fondos públicos o los delitos contra la hacienda pública... son investigaciones posteriores las que concretan o determinan que se ha podido cometer ese delito. Los hechos de corrupción que se están investigando ahora son de 2009, de 2010. En estos casos creo que se tienen que establecer mecanismos específicos de control y prevención. Primero, que haya controles en la contratación pública, que es donde normalmente se materializan estos delitos. Que sea difícil saltarse todos los filtros que se establezcan. Y si, no obstante, se saltan esos filtros, que haya otros a posteriori inmediatos, que también pongan en tela de juicio la posible comisión de los mismos. Cuando llegan a los órganos judiciales, cuando se judicializan, ahí también tenemos que contar con mayores medios personales y materiales. Son delitos muy difíciles de investigar, porque son organizaciones criminales que utilizan sociedades en paraísos fiscales, testaferros... Es fundamental la cooperación internacional, que se están haciendo avances importantes... También se está presionando a los denominados paraísos fiscales, poco a poco, pero de una forma efectiva. GLAMOUR: Quizá la sociedad somos cómplices no denunciando. FERNANDO: Hay que generar también un rechazo social absoluto. Sin pena ni miedo, como digo en el libro, pero con mucha educación: la educación en valores como la lealtad. La corrupción es la máxima deslealtad de un ciudadano hacia la ley y su propio Estado: se sir ve del poder que le hemos dado los ciudadanos, vía el ejercicio de la soberanía popular en las elecciones, para que gestionen para el bien público. Les hemos dado la confianza y ellos faltan a esa confianza porque distraen el bien público a favor del bien privado, lo cual es antagónico. Además, tenemos que proteger con leyes efectivas a los empresarios que van a concursos y ven algo raro,
favorecer las denuncias dándoles una protección. Muchas veces no se atreven a denunciar porque cómo van a ir a un próximo concurso… Con las leyes adecuadas puedes generar solidaridad y confianza de la ciudadanía hacia la Administración. GLAMOUR: Fía mucho a la educación en valores. ¿Todo es educación? ¿No hay malas personas? FERNANDO: Claro que hay gente mala y poco puedes hacer... GLAMOUR: Y para eso está la cárcel. FERNANDO: Bueno no, para eso están muchas co - sas. Para eso están las leyes. La mayoría de nosotros somos personas normales: ni malos-malos, ni buenos-buenos. Para eso está la educación en valores. Que desde la escuela intentemos inculcar a los niños, aún sin prejuicios, esos valores tan importantes de respeto, de libertad, de ig ualdad entre todas las perso - nas, de lo que es la cosa pública, la honestidad, la lealtad. Esto permite la convivencia.
En su discurso, pausado y sereno, se traslucen unas opiniones muy fuertemente arraigadas. Las ideas ilustradas de Libertad, Igualdad, Fraternidad. No es un hombre vehemente en sus formas, pero sí lo es, y mucho, en sus convicciones. GLAMOUR: Es decir, aceptamos valores culturales muy distintos, pero siempre dentro de la legalidad vigente. Ni por encima, ni al margen. FERNANDO: Yo no le voy a decir a nadie lo que puede o no puede hacer en su vida privada, pero lo que no puede ser es que esa ética privada invada el espacio público. Esto es un Estado de Derecho, un Estado con lo que llamamos una ética de la razón, para eso estuvo la Ilustración, aunque creo que a España no llegó suficientemente... –me dice con una mirada cómplice y divertida–. Esos valores no pueden permitir, por ejemplo, que se trate de imponer a las mujeres determinados comportamientos o vestimentas. Si estamos luchando contra los roles machistas por la igualdad de género, si luchamos todavía a estas alturas contra la violencia machista... Estaríamos tirando piedras contra nuestro propio tejado si permitimos comportamientos públicos donde la mujer tenga una posición secundaria. En esto Francia es un ejemplo, no se puede ir con burka o nicab en ningún espacio público: ya no edificios, ni siquiera en la calle. Esto no quiere decir que no puedan venir personas con otras culturas, inmigrantes económicos, refugiados... Por supuesto, que vengan, es una cuestión de derechos humanos. Pero tienen que asumir nuestros valores. GLAMOUR: ¿Es el caso de la prostitución? Hay quien elige libremente este camino... FERNANDO: Ese tipo de prostitución “de lujo”... no voy a entrar a valorar si es más o menos libre. No quiero ser excesivamente moralista. Pero no voy a amparar que en base a este tipo de prostitución, o por un feminismo mal entendido, se intente minimizar el problema de la trata de seres humanos con fines de explotación sexual, que es lo que ocupa el 99 por ciento de la prostitución. Es la explotación que afecta al valor sustancial de cada uno de nosotros que es la dignidad. No entiendo que con ello nadie pueda realizarse, ni incluso quedar indemne. Y no se puede difuminar la entidad de un problema tan grave que es, sin duda alguna, esclavitud en pleno siglo XXI.