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Avatar privilegiado dentro del negocio del cine. Por cierto, desde el triunfo de En tierra hostil ninguna mujer se ha alzado con el premio a la mejor directora.
No sólo Hollywood padece un superávit de testosterona. El cine sig ue siendo un negocio de hombres y así lo admite, aunque a regañadientes, un amigo que trabaja en el gremio : “Mientras las mujeres no ocupéis un lugar más destacado en la fontanería – es decir, mientras no haya más productoras– la paridad en el audiovisual será una quimera”. El caso es que cuando a las mujeres se les despeja el camino hacen entre bastidores un trabajo sensacional : ahí está el ejemplo de la productora Emma Lustres, fundadora de Vaca Films y alma de la producción de taquillazos como Celda 211, El desconocido o Cien años de perdón.
Como no es bueno el catastrofismo, quizá sea justo mirar atrás para admitir que hemos avanzado, aunque sea poco. Hubo un tiempo El último tango en París
Ponte en marcha con cabeza.
En el coche o de paseo, date cuenta de cómo te estás moviendo. Lleva tu atención a las sensaciones en las plantas de los pies y a los movimientos del cuerpo. Observa todo lo que hay a tu alrededor en el lugar donde estés y vive ese momento plenamente. En la naturaleza, en la ciudad o en la oficina... da ig ual el contexto, sólo “date cuenta”.
Olvida los automatismos.
Piensa en todos los actos que hacemos de forma automática (ducharte, lavarte los dientes, fregar los platos, poner la lavadora) y conviértelos en momentos para volver al presente y dejar de divagar en recuerdos del pasado o proyecciones futuras.
Date cuenta de tu cuerpo. Cuando te levantes cada mañana, antes de iniciar tu rutina, tómate cinco o diez minutos para centrarte en tu propio cuerpo. Con los ojos abiertos o cerrados, como más cómoda te sientas, observa las sensaciones en los pies, las piernas, el pecho, la espalda, los brazos y la cabeza. Lo haremos tumbadas, sentadas, incluso de pie. Permítete experimentar y habitar tu cuerpo.
Come y bebe con consciencia.
Antes de lanzarte a tu plato de pasta, párate y mira lo que tienes delante. Obser va los colores, percibe los olores, la temperatura y las diferentes formas de los alimentos. Experimenta cada bocado, los sabores en tu boca, las texturas y cómo se va transformando el alimento hasta que lo tragas.
Aprende a descansar.
Cuando estés relajada y tumbada en la cama, antes de dormirte, lleva tu atención a las sensaciones de tu cuerpo y al ritmo de tu respiración en ese preciso momento, concéntrate en el movimiento de tu pecho. Puedes poner las manos en el abdomen o a lo larg o del cuerpo. Vuelve sosegada y amablemente a tu cuerpo cada vez que tu atención se vaya.