Magia CON ESENCIA
Con su geografía marcada por la actividad volcánica, Islandia –tierra de hielo en lengua nórdica–, te atrapa con sus glaciares, desiertos de lava y lagos termales. Está al noroeste de Europa, pero podría ser otro planeta.
Es el destino de moda. En sus valles de géiseres y lava se han rodado Juego de tronos y La vida secreta de Walter Mitty y, por supuesto, es la tierra de Björk. Para mí, es el lugar al que acudí a la presentación de las fragancias de Paco Rabanne, Olympéa e Invictus, pero, sobre todo, donde encontré un equipo de personas estupendas para recorrer un país mágico. La llegada al aeropuerto de Reikiavik coincidió con la última hora de luz de un día de diciembre (sólo 4 horas), por lo que pude ver un valle de lava rojiza antes de aterrizar.
Al hotel, el 101, llegamos de noche con tiempo para pasear por el centro comercial, una pintoresca combinación de edificios modernos con pequeñas casas de madera pintadas de colores, que recordaban a las de una estación de esquí. La cena en
el bonito restaurante Grill Market consistió en una amplia degustación de platos típicos, donde no faltó la mantequilla batida como mousse, espolvoreada con sal de lava negra.
Al día siguiente, plena noche, salimos hacia uno de los glaciares de la isla –éstos y las capas de hielo cubren cerca del 14% de la superficie del país– para una excursión en moto de nieve y de ahí a la presentación de los perfumes en el Ion Hotel, de línea ultramoderna. Allí, junto a Luma Grothe y Nick Youngquest, los modelos imagen de
Olympéa e Invictus, la perfumista Juliette Karagueuzoglou nos explicó las notas de las nuevas fragancias y los secretos de su inspiración.
Luego, nos trasladamos al hotel para poner en el bolso un bañador y disfrutar de una noche en el Blue Lagoon, uno de los principales lagos termales. El agua, entre 37 y 40 grados, proporciona una sensación de relax absoluto. Tienes la opción de recibir un masaje, tratar la piel con arcillas, incluso tomar algo en la barra de bebidas del lago. Podéis imaginar lo bien que dormimos esa noche.
El último día, recorrimos otros paisajes de esta isla, que fue poblada en el siglo IX por vikingos y celtas. Visitamos una zona de géiseres con agua a 100 grados, el cráter del volcán Kerið –muy diferente al Eyjafjallajökull, cuya erupción de 2010 aún recordamos por sus cenizas– y la cascada Gullfoss. En el trayecto, me enamoraron valles de hierba quemada por el frío, las montañas y los caballos típicos islandeses. Para la próxima visita, queda anotado volver al Apotek, un restaurante con el mejor salmón del mundo, y ver una aurora boreal.