UNO DE LOS NUESTROS ¿A favor o en contra de la cirugía estética? Por Màxim Huerta
¿A favor o en contra de la cirugía estética? ¿Quizá tu opinión cambie según el caso concreto? @maximhuerta reflexiona sobre la libertad de sentirnos bell@s.
Está más guapa, debe de haberse operado. La frase la escuchamos tantas veces que parece el avemaría de la envidia, el padrenuestro de la pelusa. El caso es que a lo mejor no se ha operado, simplemente está feliz (o mejor maquillada). O tal vez sí. Se ha operado. Y si lo ha hecho, ¿qué?, bienvenida al mundo de la costura intencionada. La belleza debería ser voluntaria.
Con bisturí o sin bisturí, hacemos pequeñas cirugías a diario. Mirad. Para la foto, procuramos ponernos en el lugar donde mejor iluminación tenemos, elegimos ropa que nos favorece para una fiesta, la que destaca y también oculta, ponemos maquillaje allí donde hay imperfecciones, resaltamos lo bueno y tapamos lo malo, retocamos la foto con algún filtro de Instagram, incluso, repetimos una y otra vez el disparo hasta que nos vemos bien y todo parece natural. Porque ésa es la clave : verse bien.
Conozco a quien no se mira en los espejos porque dice que por dentro sig ue siendo la misma, pero que la vida se ha encargado de arrugarla sin escrúpulos. Es lo que tiene el tiempo, que nos caduca. Por eso estoy a favor de todo lo que nos haga sentir bien; ya sea quitar los espejos, retocar la foto o hacernos un arreglito en el quirófano. Si podemos y si queremos, qué problema hay. La mayoría de las grandes estrellas que conocemos del Olimpo de Hollywood no vinieron al mundo con ese glamour todoterreno, también pasaron por el cirujano : se habla de la nariz de Marilyn Monroe, de la frente amplia de Rita Hayworth, de los pómulos marcados de Marlene Dietrich... Un largo etcétera desde el blanco y negro al tecnicolor. Los mitos del cine también ajustaban su belleza a los cánones del momento, al productor de turno o a su voluntad libre y soberana. No sólo ellas. También ellos: Dean Martin se hizo su oportuna rinoplastia y Clark Gable ajustó sus orejas como Rodolfo Valentino.
La belleza, insisto, debería ser voluntaria. Lo dije al principio. Si uno necesita eliminar un complejo, engordar su vanidad o “verse bien” en la vida y en el espejo que lo haga, como cantaba Nino Bravo, “libreeeee”. Todos critican las operaciones ajenas y los resultados a veces ficticios que consiguen. ¿Pero alguien le ha preguntado a la protagonista si le apetecía cambiar? ¿O si está ahora más feliz ? El problema llega como todo: con los excesos. El asunto se enturbia cuando se nos va la mano y todas las caras empiezan a parecer lagartos, de eterna sorpresa y, lo más repetido, un extraño gesto de velocidad. Como si bajáramos de la moto de Marc Márquez a falta de dieciocho vueltas en Japón. Sea como sea, uno es libre hasta de parecer artificial, incluso de serlo.
Esto que escribo no es una apología del estándar sobre la belleza común, homogeneizada y tirante, es un grito al haz lo que te dé la gana, disfruta y elimina, crea y modifica, sé el que quieras ser. El personaje de La Agrado decía en Todo sobre mi madre algo maravilloso: “Uno es más auténtico cuanto más se parece a lo que soñó de sí misma”. Absolutamente cierto. Touché, Pedro Almodóvar, touché ! Y si eso significa pasar por quirófano, soñemos en el tiempo que dura la sedación.