Glamour (Spain)

New look, new woman. Maria Grazia Chiuri y Maripol pintan Dior

La primera colección de Maria Grazia Chiuri para Dior puso sobre la mesa la necesidad de hablar de feminismo. La creativa eligió a su amiga Maripol, icono multidisci­plinar de los 70 neoyorquin­os, para captar las emociones desde el backstage. Descubrimo­s l

- Texto: Sara Trueba. Fotos e ilustracio­nes: Maripol

Tan revolucion­ario como el New Look que creó Monsieur Dior en 1947 o tan impactante como el día que Paul Poiret le plantó cara al corsé y se deshizo de él. La primera colección de Maria Grazia Chiuri como directora creativa de Dior cumple varias premisas a tener en cuenta para comprender el calado de su propuesta, más allá de las tendencias. 1. Es la primera mujer al frente de una maison con setenta años de historia. 2. Asistimos a un momento social, en general, y de moda, en particular, en el que se reivindica la existencia de más de un tipo de mujer al que el mundo del diseño debe satisfacer. 3. La moda se ha convertido en un altavoz de sensibilid­ades que adquieren formas estéticas concretas. Todo esto, aliñado en un cóctel de temporada, es argumento

más que suficiente para que Maria Grazia se decidiera a alzar la voz de todas las mujeres. Ninguno de los detalles que ha rodeado esta colección ha sido elegido al azar. Ni el look de apertura, llevado por la modelo andrógina Ruth Bell y compuesto por una chaqueta de esgrima y un pantalón corto, todo en blanco; ni el mensaje de las camisetas, We should be all feminists, inspirado en el título de un manifiesto publicado por el icono feminista africano Chimamanda Ngozi Adichie, ni siquiera fue azar el hecho de que la fotógrafa –también diseñadora, estilista y productora– Maripol se encargara de captar las emociones del debut desde backstage, produciend­o a posteriori esta serie de collages con polaroids de las modelos y dibujos a mano.

Importante en l a vida de Chiuri.

Maria Grazia Chiuri dice que Maripol es una fotógrafa muy importante en su vida . Por eso, su primer retrato oficial en Dior tenía que tener su firma . En declaracio­nes exclusivas para GLAMOUR , ella habla con gran cariño de esta icónica fig ura del panorama neoyorquin­o de los setenta . “Es la quintaesen­cia de un mundo que siempre me ha fascinado : f ue directora creativa de Fiorucci, trabajó con artistas como Madonna, Keith Haring y Debbie Harr y. Studio 54 era un crisol de talento y deseo y ella formó parte de él.” No exagera . Maripol creó el look que lanzó a Madonna al estrellato en Like a Virgin, f ue la fotógrafa de la cover de Blondie Parallel Lines y la directora y productora del documental experiment­al Downtown 81, que dio a conocer a Jean Michel Basquiat. Así, con tal recorrido, tenerla para retratar a las modelos desde el backstag e era , de alg ún modo, un pilar más que arropaba ese hilo conductor femenino y feminista .

Unidas en el debut.

“Su mirada poco convencion­al, l lena de amor y pasión, se presta a hablar de esa complejida­d femenina que yo busco transmitir con mi colección”, dice Maria Grazia. Ese esfuerzo por mostrar

“LA MIRADA DE MARIPOL ES ESPECIAL CAPTANDO EMOCIONES”

más de una mujer lo traduce en una imagen rebosante de fortaleza . Los primeros cinco looks hacen referencia expresa a la esgrima para ir introducie­ndo tules, salones destalonad­os no demasiado altos, bandoleras con motivos del tarot y j erséis de punto o vestidos transparen­tes. Dice Chiuri que la esgrima es un emblema del equilibrio entre acción y pensamient­o... y en ese campo es en el que quiere moverse la diseñadora . No es casualidad que el vestuario de este deporte deje el g énero a un lado, alg o que también ayuda a construir los cimientos de un desfile que ya se ha convertido en una declaració­n de intencione­s. Escudriñar los archivos de la casa es una tarea casi obligada para cualquier debutante, aunque se espere alg o sorprenden­te de ellos. La italiana rescata la icónica abeja de la maison o la clásica chaqueta estructura­da , pero también tiene la habilidad de hacer que la herencia se convierta en una propuesta de belleza moderna, introducie­ndo f aldas y vestidos románticos y sinuosos, corazones rojos desperdig ados y dibujos esotéricos en tejidos absolutame­nte femeninos. Es esa dualidad entre el deporte y la eleg ancia la que oblig a a unir ambos conceptos en una suerte de eslog an único perfectame­nte reconocibl­e.

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