Glamour (Spain)

¿Necesita la física de química?

La periodista y escritora Marita Alonso comprueba cómo de importante es el físico a la hora de comenzar una relación y cómo ser políticame­nte correcto en el amor es la peor opción que puedes tomar.

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Voy a comenzar con una confesión: llevo años sumida en una relación complicada, y es probable que conozcas a mi pareja. Se llama Tinder. En un arranque Carrie Bradshaw, harta de una farragosa concatenac­ión de estrepitos­os fracasos amorosos, no puedo evitar preguntarm­e si Cupido tendrá mejor puntería si le pago por lanzar sus flechas. Por ello acudo a Wans, una dating app con ser vicio de matchmaker­s. Aclaro que ésta no es una historia con final feliz, pero sí con moraleja : el físico importa. Porque por mucho que aseguremos buscar un hombre inteligent­e que nos haga reír, si tuviéramos que elegir entre Ricky Gervais y Andrés Velencoso, el humor sólo triunfaría si al empujar a Ricky por un barranco sonara la melodía de Benny Hill.

Una charla, no es suficiente.

Pero no adelantemo­s acontecimi­entos –por cierto : no he terminado en brazos de Velencoso ni he tirado (todavía) a ningún hombre por un barranco–. Al ponerme en manos de los matchmaker­s de la app Wans, descubro que sólo proponen entre uno y cuatro perfiles al día. Parece que Cupido se lo toma con calma y hace media jornada. Las conversaci­ones con mis pretendien­tes son algo más profundas que el clásico “K tal wapa?” de Tinder, pero la cosa sig ue sin cuajar. Aquí suena la primera señal de alarma : una charla profunda no es suficiente para querer conocer a alg uien. El equipo de la app me aclara que para que mis posibles parejas se adecuen a lo que quiero, he de ir valorando en el sistema muchos perfiles para que ellos entiendan mis g ustos.

Pero, un momento, ¿qué quiero? En la app, tras ver un par de fotografía­s de cada perfil, accedes a la diapositiv­a en la que descubres sus gustos. Es decir: el exterior va primero. Y aquí viene la señal de alarma definitiva : compruebo que si no hay un flechazo físico, nunca paso de la primera fotografía, por lo que jamás sabré si ese caballero descartado ama tanto la lectura como yo. Hablo personalme­nte con un matchmaker (el ser vicio personaliz­ado implica un pago extra, pero de algo me tenía que valer ser periodista) y me empeño en aclarar que busco un hombre divertido y culto. De nuevo, las sugerencia­s que recibo me hacen

ver que en mis requerimie­ntos he obviado un adjetivo esencial : atractivo.

Enfadada conmigo misma y con Cupido, descubro que lo último en las apps para ligar son los sapiosexua­les, que encuentran en la inteligenc­ia el factor clave de la seducción. Dispuesta a ser un imán para la materia gris, a releerme el diccionari­o y a hacer de Saber y ganar mi programa de cabecera, ahondo en el término y descubro que esas energética­s neuronas han de ir acompañada­s de un físico imponente. Vamos, que el sapiosexua­l es un listo que ve en la inteligenc­ia el nuevo Chanel. Por ende, no sólo soy una superficia­l, sino también una sapiosexua­l. Busco al hombre perfecto y – spoiler alert– no sólo no existe, sino que aquél que se aproxime a serlo ha de ser dolorosame­nte guapo. Ahora saltan las armas.

Las personalid­ades que

atraen.

Desde Adoptaunti­o me aseg uran que los criterios de búsqueda de las mujeres se ajustan a esta afirmación. El hombre diez tiene que tener una personalid­ad que se adapte a nuestras predilecci­ones y necesidade­s, mas también un físico imponente. Pero ¿qué personalid­ades son las que más nos atraen? Según dicha app, nos pierden los hombres aventurero­s, extroverti­dos, urbanitas e intelectua­les. Soy consciente de que Hugh Jackman reúne todas estas cualidades, pero ¿te cuento un secreto ? Joaquín Reyes, también. Y no hace falta que te diga a quién elegirías. ¿Una pista ? Mide un metro noventa y tiene unos músculos tan grandes como los chistes del manchego Joaquín Reyes. Entrar por los ojos. Sí: mi experienci­a con las dating apps ha dejado una cosa clara. Pasar una noche con un tronista es divertido, pero caduco. Aunque al menos, haces match con un hombre musculado de sonrisa perfecta y le invitas a tu casa, consciente de que durarás tan poco a su lado como él en una biblioteca. Mientras tanto, al pobre intelectua­l con pelo a punto de nieve modo Eduard Punset, jamás le darás un triste like. Que conste que yo he caído en los brazos de hombres cuya conversaci­ón era tan atrayente como el desnudo de Jon Kortajaren­a, pese a que su físico no se correspond­ía con el del modelo. Sí: la frase anterior era un claro eufemismo para decir que el genio en cuestión no era nada agraciado. Y mientras que el físico se deteriora con el paso del tiempo, el intelecto permanece.

Pero para que las neuronas despierten la libido, tienes que conocer a fondo a la persona, y en las apps para ligar, el exterior es el que manda. Imagina un menú en el que cada plato va acompañado de una fotografía. Jamás pedirás el que tenga peor aspecto. Porque la comida, al igual

que los hombres, entra por los ojos. Y es posible que el bocado más delicioso no sea el más atractivo, pero es difícil probar algo que no te seduce. Jamás me he planteado dar un like a un hombre porque tiene pinta de ser interesant­e. Es más: sólo doy likes a los que tienen buena pinta, a los que parecen dignos de estrella Michelin. Dudo mucho que Marilyn Monroe hubiera hecho match con Arthur Miller sin haber leído sus textos. En cambio, con Kennedy el match habría sido inmediato.

Las profesione­s más sexy. Es políticame­nte incorrecto decirlo en alto, pero voy a subir la apuesta para decir algo hiriente –por segunda vez en el texto–por escrito: el físico importa. Mucho. Hablo con la app Happn para ver cómo funcionan esos misterioso­s perfiles carentes de fotografía­s. “Nunca recibirán una proposició­n de amistad a no ser que afirmen ser Brad Pitt”, responden. Y llamadme loca, pero Brad Pitt no está en Tinder. Como mucho, estará en Raya, la app para celebritie­s – en la que no me dejan entrar, porque lo he intentado –. Desde Happnm ea seguran que los usuarios que ponen como imagen de perfil dibujos animados no tienen ningún éxito, al igual que los que muestran sus músculos sin enseñar la cara. El equipo de Adoptaunti­o coincide. Sin foto, nadie se molesta en conocer a nadie. En esta app, las mujeres pueden elegir los rasgos físicos de su futura media naranja. Los hombres barbudos, morenos y con estilo desenfadad­o son los más demandados. El amor no es, definitiva­mente, ciego.

Estoy a un match de demandar a Cupido cuando me entero de que no sólo somos superficia­les, sino también amantes del lujo y el oropel. Desde Meetic me comentan que las profesione­s que más aprecian las mujeres son empresario­s, hombres de finanzas, ingenieros y arquitecto­s. Y si os soy sincera, ante la pregunta de “¿cómo te imaginas a tu hombre ideal”?, jamás he respondido: “Busco un hombre inteligent­e que venda polos de fruta en un food truck por El Retiro”. Porque el poder y el dinero sí pueden ganar a la belleza. ¿Es la inteligenc­ia la que empuja a las conejitas Playboy a lanzarse a los brazos de sexagenari­os poco agraciados o es ese Ferrari rojo lo que las atrae ? La pregunta era retórica.

La conclusión es que la química necesita mucha física. Y yo he perdido mi tiempo con Cupido por no haberle explicado claramente que busco un hombre inteligent­e y divertido, pero con los abdominale­s de Ryan Gosling y la cara de Tom Hardy. Así que cuando te encuentres a Cupido, lo mejor es que presentes un brief amoroso que deje bien claro que buscas a alg uien atractivo. ¿Eres sapiosexua­l? No, simplement­e, sincera. Deja que suenen las alarmas.

“SIN FOTO NADIE SE MOLESTA EN CONOCER A NADIE, DICEN EN ADOPTAUNTI­O”

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