Glamour (Spain)

Carla Simón. Verano 1993, ésta sí que es la película del verano

HA GANADO EL PREMIO DEL PÚBLICO EN LA BERLINALE, LA BIZNAGA DE ORO AL MEJOR LARGOMETRA­JE EN EL FESTIVAL DE MÁLAGA Y EL PREMIO DUNIA AYASO DE LA SGAE AL MEJOR GUIÓN. TODO CON VERANO 1993, UNA PELÍCULA DULCÍSIMA SOBRE UN TEMA DIFÍCIL DE CONTAR. ESTA GRAN NU

- Por Alicia Parro. Fotografía: Adrià Cañameras. Estilista: Loreto Quintanill­a

No te la pierdas, les digo a mis amigos después de ver Verano 1993, incluso si son más de cine espectácul­o americano. Cuenta la historia de Frida, una niña de 9 años que va a vivir al campo con sus tíos (ahora sus padres) después de que su madre muriera de sida ; y es la historia real de Carla Simón, que debuta con ella como directora de largometra­je. Es una película bonita, positiva, que te devuelve a la infancia, donde se muestran los sentimient­os de forma muy sutil. Busco a Frida en la sonrisa de Carla, cuando me encuentro con ella tras el Festival de Málaga. Se muestra muy feliz.

GLAMOUR: ¿Cómo te sientes después de conseguir estos premios?

CARLA: Aún estoy en proceso de digerir todo lo que ha ocurrido porque ha sido intenso pero muy bonito. Para mí, era una historia muy personal que tenía ganas de contar a los demás, aunque me sorprende que pueda l legar a tanta g ente.

GLAMOUR: Te has enfrentado a tu propia historia, ¿ha sido difícil reflejarla?

CARLA: Sí. En realidad, toda esa parte más emocional la viví mucho durante el g uión, creando la historia. Durante todo el rodaje, tuve que olvidarme de que era mi propia historia porque tienes que estar pendiente de tantas cosas... Ahora, cuando la gente la ve y te cuenta, es cuando vuelvo al pasado.

GLAMOUR: ¿Cuál es el mensaje que querías hacer llegar a la gente, qué querías transmitir?

CARLA: Para mí, lo más importante era contar cómo un niño se enfrenta a la muerte, desde mi experienci­a , como yo lo viví. Los adultos nos preg untamos mucho sobre cómo lo perciben los niños, y yo tenía una visión sobre esto. Además, quería tratar el tema de las relaciones familiares, que están ahí y no les damos el valor necesario, porque las damos por hecho. ¿Qué pasa si de repente se tienen que crear ? Para mí, eso hace que le des más valor.

GLAMOUR: En la película se ven tres generacion­es afrontando las cosas de forma diferente.

CARLA: Sí, la de mis abuelos, la de mis padres y la mía. Muestro cómo gente con valores absolutame­nte conser vadores tuvo hijos con valores de izquierdas, tan opuestos a los suyos, y lo que ocurrió en esa época, la libertad que hubo durante la transición, el tema de l as drogas…

GLAMOUR: ¿Les ha gustado la película a tus padres?

CARLA: Sí, sí les ha gustado. Hay cosas que no están reflejadas exactament­e, pero sí a nivel de sensacione­s. Mi hermana es actriz en la película y para mí fue muy importante tenerla ahí, ella era la cohesión de todos y al conocer la historia era mucho más fácil. Mi hermano es músico y compuso la música, el jazz que hemos oído toda la vida en casa . Mi madre me ayudó mucho con el g uión y mi padre, con el huerto, con los muebles… Es un proceso de todos, muy bonito.

“RECONECTÉ CON MI MADRE LEYENDO SUS CARTAS”

GLAMOUR: ¿Cómo es trabajar con niños?

CARLA: El cásting fue muy largo, estuvimos cinco o seis meses. La base para todos los actores era que su personalid­ad se pareciera a los personajes que había escrito. Para Frida, buscábamos una niña (Laia Artigas) que fuera de ciudad, que no estuviera acostumbra­da a la vida en el campo y que no tuviera una familia súper estructura­da. Esas cosas ayudaban a entender dinámicas familiares distintas. Para la pequeña Anna (Paula Robles) que desprendie­ra esa sensación de inocencia. Con esa base, al juntarlas se podía crear una relación parecida. Entre ellas realmente había un poco de rivalidad.

GLAMOUR: ¿Hay trucos para lograr las escenas?

CARLA: Las niñas en ningún momento leyeron el guión –no podían mencionar el sida–, les contamos el argumento como te lo contarían en dos frases. Hay mucha improvisac­ión en todas las escenas de juego. Son muy creativas y era importante darles esa libertad. Desde cámara decidimos que fueran tomas largas, que hubiera una cámara que no fuera intrusa sino que estuviera obser vando. Me recomendar­on que con niños cortara mucho y rodara muy cerrado, y fuimos al revés. La idea era arriesgada, pero vale la pena porque para mí era muy importante esta sensación de verdad, tener un tono realista. Creo que lo logramos.

GLAMOUR: Frida escucha hablar a los mayores como si ella no estuviera allí. ¿Eso es algo que recuerdas personalme­nte?

CARLA: Quizá ahora somos más respetuoso­s, pero antes se hablaba delante de los niños de cualquier cosa pensando que no lo oían. Me acuerdo de registrarl­o todo, de tener siempre la antena puesta y si no estaba, espiar a ver si oía algo. Creo que los niños son muy inteligent­es para entender situacione­s complejas. Pueden entender que su madre ha muerto, otra cosa es cómo g estionan los sentimient­os.

GLAMOUR: ¿Cuáles son las herramient­as que tiene un niño para afrontar esas situacione­s?

CARLA: Creo que en situacione­s así los niños se ponen en modo super vivencia y tienen esa capacidad de tirar hacia adelante, a veces, una capacidad mucho mayor que los adultos.

GLAMOUR: ¿Te documentas­te?

CARLA: Estuve leyendo mucho sobre historias y psicología de la adopción. Existe un patrón de llegar, obser var mucho y, cuando ven que pueden confiar en la gente con la que están, empezar a probar límites para ver hasta dónde pueden llegar. Yo no escondí a mi hermana en el bosque, hay cosas de la película que no hice, pero sí recuerdo sensacione­s como los celos. Frida viene de vivir una situación de excepción durante mucho tiempo y se encuentra desajustad­a, entonces, su nueva madre (Bruna

Cusí) tiene la misión de ajustarla.

GLAMOUR: Y sobre tu madre biológica, hay una escena de juego en la que te disfrazas de ella, ¿te diste cuenta de que no lo sabías todo?

CARLA: Al intentar retratar a mi madre a través de su ausencia en el guión, me di cuenta de que no me acordaba ella y de que no tenía recuerdos. Eso es doloroso porque es tu madre y, al ser tan pequeña, no sabes bien quién era. Me ayudó mucho leer sus cartas, ver cómo se expresaba, ir a los sitios donde había estado, hablar con sus amigos. Para mí fue como reconectar­me con ella al intentar meterla en el guión.

GLAMOUR: Las pequeñas cosas, Lipstick, Born po-

sitive, tu cine es muy social. La soledad, la muerte, la incomprens­ión. ¿Cuál es tu objetivo?

CARLA: Cuando veo películas en las que siento que hay algo de vida o de cotidianid­ad, me emocionan. Los pequeños gestos, contar relaciones sencillas en las que casi no pasa nada, es en lo que me fijo en la vida. Creo que el cine y la vida tienen esa conexión... intentar mostrar eso en la pantalla me parece un reto.

GLAMOUR: Reivindica­s el tabú del sida en los 90...

CARLA: Como base, ha sido mi familia con todos esos temas ahí. Era muy importante darle peso a ese

“ES IMPORTANTE HABLAR DEL SIDA PARA QUITAR EL ESTIGMA”

contexto. Ahora me encuentro con amigos de mi madre, la que murió, y nunca habían hablado entre ellos de qué murió. Para mí era esencial decirlo abiertamen­te y a la gente ahora le sorprende un poco.

GLAMOUR: Pero para bien...

CARLA: Mi situación ha sido bastante ideal para hablar del sida. Yo no heredé el síndrome de mi madre, lo he vivido desde muy cerca pero no lo tengo, entonces, decido si hablo de ello o no. Para mí es muy importante que la gente que lo sufre hable de ello para que se vaya el estigma.

GLAMOUR: Hay mucha presencia femenina en tus películas y cortos, ¿son personajes clave para ti?

CARLA: Me cuesta menos escribir sobre personajes femeninos porque te identifica­s más. En el caso de la película, acababa de perder a mi madre y la figura que necesitaba inmediatam­ente era ésa. Por eso es tan importante la relación de Marga (Bruna Cusí) y Frida en la película, más que con el padre, porque es una figura que no he tenido nunca, no me acuerdo de él, murió cuando yo era muy pequeña.

GLAMOUR: Hay un momento en el que tu madre pide ayuda a Esteve porque se siente abrumada, ¿el peso emocional recae más en las mujeres?

CARLA: En mi caso sí fue así. Esteve no está mucho porque su hermana murió y esconde el duelo a través de su ausencia. También, por cómo es Marga, una mujer con las cosas muy claras, es la que lleva el peso y él se va adaptando un poco más. La película muestra la parte de juego que yo recordaba.

GLAMOUR: ¿Qué directora eres?

CARLA: Me g usta dar libertad a los actores, creo mucho en el trabajo previo. Pienso que sin los ensayos que hicimos, donde se crean relaciones e improvisac­iones, no hubiera resultado así. Tiendo a controlar mucho, pero esto hay que gestionarl­o, porque hay cosas que es mejor no controlar. Tienes que confiar porque no se pue de estar en todo.

GLAMOUR: ¿Qué directores tienes como referencia?

CARLA: Me gusta mucho la argentina Lucrecia Martel. Me ayudó mucho la película Ponette de Jacques Doillon, que fue mi referencia. También Víctor Erice y Carlos Saura fueron importante­s para la película.

GLAMOUR: ¿Sueñas con actores extranjero­s?

CARLA: No es un sueño. Un niño puede ser un actor brutal o alg uien que no ha actuado en su vida y de repente tiene una cara, un gesto... Eso me parece más interesant­e que trabajar con alg uien famoso. Aunque sí estoy abierta. Juliette Binoche, por ejemplo, me parece una actriz que puede hacerte tantas cosas distintas...

GLAMOUR: (Alerta spoiler). La última escena es realmente emocionant­e.

CARLA: El final del largometra­je es una escena que siempre estuvo ahí desde la primera versión del guión y ocurrió de verdad. Recuerdo el momento en que mi madre me lo contó, estábamos las dos en el coche. Me dijo : “Me acuerdo de ese momento, estabas jugando y saltando en la cama y, de repente, te pusiste a llorar y nunca te había visto llorar así”. Ella no se daba cuenta de lo que me estaba contando, pero para mí era como el final de la película.

GLAMOUR: ¿Te pareció el mejor final?

CARLA: Desde el guión, toda la película se iba construyen­do para tener esa tensión y llegar a las escenas finales cuando la niña se atreve por fin a preguntar y, luego, se relaja y comienza a llorar. No sabía si funcionarí­a o no. Cuando la vi por primera vez y me di cuenta de la tensión que tenía ahí, fue muy bonito, muy emotivo. También lleg ué a esa conclusión cuando probamos los dos finales posibles que teníamos: uno era sin llorar y el otro, llorando. Era bastante curioso, porque si no lloraba era un final abierto, triste, te dejaba con una incomodida­d interior… sin embargo, al llorar, era un final mucho más feliz y esperanzad­or.

“HAY DIRECTORES A LOS QUE NO LES IMPORTA LA REALIDAD, A MÍ, SÍ”

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“Alguien llega al rodaje y es como, ¿dónde está el director? –explica–. Pero es una cuestión de imagen y ya está, luego, te impones y punto.”

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