Glamour (Spain)

Fashion LEAKS

@Lucio _Chine afila su pluma y hace gala de s u estilo más descarado. Esta vez, se fija en esas prendas y accesorios de moda aparenteme­nte imposibles, pero que se llegan a convertir en objetos de deseo.

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Imagina por un momento a Ana Patricia Botín llegando a una junta de accionista­s del Banco de Santander subida en unos stilettos con ruedas de 2.600 euros de Saint Laurent by Anthony Vaccarello. Seg uramente, Twitter ardería –Twitter arde por todo– y la convertirí­a casi al instante en un icono de moda, como a Céline Dion. Céline se paseó el pasado mes de julio por París durante la semana de desfiles de Costura con todos los prototipos que le cabían de todos los creadores que tuvieron a bien cederle vestidos, para que los usuarios de las redes olvidaran su imagen de viuda doliente. A día de hoy, no se sabe si la cantante canadiense les ha comprado alg ún trapo a estas firmas. Lo que sí se sabe es que salió de París con mucho complement­o regalado.

Lo más importante para ser icono de moda en este siglo es estar flaca y no tener criterio para ponérselo todo encima. También es muy importante tener un@ estilista que te gestione todo esto, porque para uno solo, por muy estrella que sea , es muy complicado.

L@s estilistas de las cantantes y actrices de EE UU son más list@s que el hambre y le consig uen a las estrellas vestidos y complement­os prestados, porque a las marcas les conviene la publicidad que generan. De ahí que Nicki Minaj termine sentada en primera fila en el desfile de Haider Ackermann con una teta literalmen­te fuera del vestido. La rapera y el diseñador de origen colombiano, para que se haga usted una idea, es como mezclar a Paloma Segrelles e hija con Maluma.

Hoy por hoy, todas las firmas de moda pasan por internet no sólo por un posicionam­iento en forma de bonita página web donde comprar, sino con producto que “haga arder las redes”, que es la mejor forma de conseg uir publicidad gratuita con una ristra de l ikes, ret weets o hashtag s. Antes, se conseg uía atención con extravag ancias creativas ; ahora, con productos virales entre absurdos, locos o imponibles. Esto lo l le va haciendo Karl Lagerfeld en Chanel desde los 80, cuando decidió que era más fácil ponerle el log o a una tabla de surf, a unos g uantes de boxeo o a una bolsa de ag ua caliente que devanarse los sesos y rehacer los icónicos trajes Chanel. Pura ironía , querer venderle a alg uien que compra en Chanel una bolsa de ag ua que calienta los p ies en l a cama.

Una botas de Balenciaga que llegan a la ingle ; unos mules forrados de pelo ; un traje de satén que parece un pijama ; o un bolso de Jeff Koons para Louis Vuitton que parece una mala imitación frag uada en un taller clandestin­o de Camboya que mezcla a la pobre Mona Lisa con el exmarido de la actriz Cicciolina. Porque a veces los virales también se les va de las manos y las redes arden, pero con razón. Desconozco si Nicolas Ghesquière, director creativo de Vuitton, ha dado el visto bueno a esa gran ironía que le ha salido a Koons en forma de bolsos. Lo que me da pena es que seg uro que hay alg una prescripto­ra vallisolet­ana que ha ahorrado de la comida para comprársel­o de tanto verlo en los medios y darle así en los morros a sus amigas, porque un bolso de marca llamativa en España es un símbolo de status social, como los Audi.

Tú y yo sabemos que la todopodero­sa Ana Patricia Botín nunca va a l leg ar a una reunión subida a unas larg uísimas botas de Balenciaga , ni tan cómoda con unas babuchas peludas de Céline o parapetada en unas botas hechas de cristales de Swarovski de Saint Laurent. En parte, porque la cotización en Bolsa del Banco de Santander se desplomarí­a ya que los inverso - res pensarían que Ana Patricia se habría vuelto loca ... y, en parte, porque esas mujeres a las que se dirig en los creativos y las revistas son parte de la fantasía y ensoñación que promulgan. Y básicament­e, porque los productos que lanzan a la hog uera internauta están producidos para g enerar “imagen de marca” y así conseg uir posicionam­iento g lobal para vender cosméticos, perfumes y c omplemento­s.

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