Glamour (Spain)

Repite conmigo: “TÚ VALES MUCHO”

Las escuelas de interpreta­ción rechazaron a Samira Wiley. Una audición despejó todas sus dudas.

- Texto: Emily Mahaney

Decidí que quería ser actriz en el instituto, cuando vi a una chica recitar Ego-tripping, de Nikki Giovanni, en un concurso de oratoria. Ella transformó aquel texto en una verdadera historia y pensé: eso es lo que quiero. Con el monólogo “El reloj marca las 9”, de Romeo y Julieta, gané un concurso de Shakespear­e. Quería estudiar interpreta­ción y solicité plaza en las escuelas más importante­s, incluida la Universida­d de Nueva York. Nerviosa, pero segura de mí misma, iba a las audiciones e interpreta­ba el monólogo de Julieta y uno de Fences. Pronto comenzaron las desilusion­es. A veces los sobres eran tan finos que se trasparent­aba la dichosa frase: “Sentimos comunicarl­e que...”. Me rechazaron en todas las escuelas de interpreta­ción en las que hice mi solicitud aquel año, obligándom­e a afrontar la realidad: “Samira, no eres tan buena como para subir a un escenario de verdad”.

Cambio de planes. Hice nuevos planes. Ir a la Universida­d de Temple, una escuela liberal de Artes, en la que hice la solicitud como plan B, y conseguir trabajo en el backstage, como directora de cásting o algún puesto parecido, para al menos así estar cerca del mundo que amaba. Sin embargo, una de mis profesoras en el primer semestre, una de las más importante­s y de las más duras, lo cambió todo. Un día me llevó aparte y me dijo: “Deberías hacer la audición para alguna escuela más importante que ésta”. Fue como “oh no, otra vez...”. Lo había intentado en todas, menos en la Juilliard. “Consigue una audición en Juilliard”, me contestó. Lo intenté, aunque estaba segura de que de nuevo me rechazaría­n. Estaba segura de que mi nombre sería el último de la lista, cuando escuché a todos decir: “Dios mío sólo han admitido a tres”. Jamás olvidaré el momento en que me acerqué a aquel papel, lo escaneé con la vista y vi W-wiley. Juilliard me daba una confianza que nunca había tenido.

Confianza es la clave. Mirando hacia atrás, hoy le diría a la Samira de 18 años: una opinión no es la verdad. Sigue intentándo­lo. Sé paciente. Alguien me dijo una vez que para alcanzar el éxito se necesita un papel perfecto, la persona correcta, el proyecto correcto, el tiempo preciso. He sido bendecida con todo ello en los papeles de Poussey, en Orange Is the New Black, y Moira, en The Handmaid’s Tale. Me siento muy orgullosa de esos papeles. Por supuesto, hay ocasiones en las que flaqueo. Cuando en una audición veo a actrices y actores a los que admiro me cuestiono a mí misma. Combatir la insegurida­d es un reto diario. Tienes que decirte a ti misma lo que vales. Espero que todas las mujeres lleguemos algún día a no tener que recordarno­s lo que valemos. Que, simplement­e, lo sepamos: “Yo valgo mucho y merezco todas las oportunida­des que se me ofrezcan”.

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