Glamour (Spain)

YA NO ES ABURRIDO

EL TRAJE El dos piezas y sus variantes se alejan del entorno laboral para convertirs­e en tus favoritos. Su nueva y poderosa silueta, fluida y desenfadad­a, lo convierten en tu prenda fetiche para el día y la noche.

- Texto: Paula Robles.

afinales del pasado año, pocos imaginaban unas elecciones norteameri­canas cuya vencedora no fuese Hillary Clinton. Sin embargo, aunque a día de hoy la veterana política se encuentra prácticame­nte retirada, su estilo –ligado durante la campaña a un uniforme consistent­e en el traje pantalón– no sólo ha permanecid­o, sino que se mantiene en alza con vistas a convertirs­e en el look del próximo invierno. La fiebre por el traje se extendió –¿cómo no?– gracias a las redes sociales, más en concreto a Facebook.

En octubre de 2016, varias amigas creaban un grupo bajo el lema #pantsuitna­tion, cuyo objetivo era animarse unas a otras para acudir a la inauguraci­ón presidenci­al enfundadas en trajes pantalón en honor a la candidata demócrata. En apenas unos meses, el grupo se convirtió en algo mucho mayor. Tras reunir en poco tiempo a más de 3 millones de personas en torno a un hashtag que vino a definir el entusiasmo por lo que el éxito de Clinton representa­ba para las mujeres, sus fundadoras dieron un paso más. A día de hoy, Pantsuit Nation es una plataforma online (y offline) dedicada al activismo en favor de la igualdad. Este reciente tránsito experiment­ado por el traje de chaqueta, que ha pasado de estar ligado al entorno laboral más estricto, a empaparse de connotacio­nes

casi opuestas, llegando a ser considerad­o sinónimo de empoderami­ento femenino y ruptura de género, ha encontrado este otoño el mejor apoyo en la moda.

La historia se repite. Que uno de los looks más aplaudidos de Emma Watson durante la promoción de su última película haya sido un traje pantalón vintage de YSL, no hace sino confirmar el carisma y la atemporali­dad de esta prenda. Y es que mucho han cambiado las cosas desde que a principios del s. XX el simple hecho de vestir traje fuese motivo suficiente para arrestar a una mujer. Coco Chanel fue pionera al incorporar elementos masculinos en el armario femenino, pero la verdadera revolución llegó de la mano de Yves Saint Laurent, quien introdujo el smoking en 1966. Al llegar los años ochenta, el rol de la mujer en la empresa había crecido y esto se tradujo en rígidos trajes que emulaban la silueta masculina al tiempo que aportaban la requerida autoridad. Así nacía el power dressing, cuyo mejor ejemplo es la campaña de 1992 de Donna Karan titulada In Women We Trust, en la que la modelo interpreta­ba a una hipotética primera mujer presidente.

El nuevo power dressing. La opción favorita de Hillary es un traje pantalón; blanco para las ocasiones más especiales (como guiño a la historia del feminismo, pues éste fue uno de los colores oficiales del movimiento en sus orígenes, cuando las sufragista­s luchaban por conseguir el derecho al voto de la mujer) y firmado por Ralph Lauren. Un buen ejemplo del impacto que puede lograr la ropa. Su modo de llevarlo cautivó no sólo al público o a la prensa, sino también a las muchas caras conocidas que la apoyaron y a los diseñadore­s. Este F/W17, Phoebe Philo en Céline y Stella Mccartney no han dudado en apostar por el carácter más práctico y funcional del traje. Hoy, las siluetas boxy y los tejidos oscuros recuerdan al pragmatism­o que caracteriz­ó a marcas como Helmut Lang en los noventa o a los clásicos de Savile Row, aunque siempre subrayando la feminidad. Por su parte, el belga Dries van Noten regresa a sus raíces a través de un ejercicio de coherencia repleto de impecables trajes pantalón, así como de sus diferentes componente­s combinados por separado

(americanas con vaqueros o por encima de vestidos y abrigos que toman prestada su forma de la sastrería), demostrand­o su versatilid­ad innata. Tampoco parece casual que una firma como Thom Browne, favorita de Solange Knowles, cuyo leitmotiv desde sus inicios ha sido el traje, viva uno de sus momentos álgidos.

Prendas, en conjunto, destinadas a permanecer en tu armario frente al paso del tiempo, cuya amplia estructura, de hombros marcados y sin complicaci­ones, parecen destinadas a convertirs­e en el nuevo uniforme de la mujer, libre (como el propio traje) de las normas impuestas en el pasado, y más dispuesta que nunca a ocupar el lugar que le correspond­e según sus propios términos. Tanto es así que para figuras como Victoria Beckham o Rihanna se ha convertido en un básico tanto para el día a día como en ocasiones relevantes, como la reunión con Emmanuel Macron a la que acudió la cantante de Barbados con un traje oversize revisionad­o por Dior.

En la actualidad, los códigos se han relajado y el traje se aleja cada vez más de la formalidad. Ahora se lleva con camisetas de algodón, botines o zapato plano y sobre la pasarela reinan ejemplos que invitan al desafío de las normas y apoyan la diversidad. En Gucci, Michele lo propone bicolor o fitted y estampado con flores. Incluso las propuestas más clásicas, como la de Raf Simons en Calvin Klein, que lo versionó en tonos de gris, poseen ese mood casual que caracteriz­a la nueva era.

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Fotos: Oli Kearon
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TAMBIÉN CON FALDA Chaleco cruzado (2.650 €) y falda de pata de gallo (995 €), ambos de Michael Kors Collection; gafas de ver con montura de car ey, de Swarovski (c.p.v.); bolso de mano con cierre metalizado, de Céline (2.900 €); y zapatos con tacón...
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